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VÍCTOR J. HDEZ. BRU
Domingo, 10 de mayo 2009, 04:06
Era lo esperado, aunque no por ello fue menos triste. Se despidió de su pabellón y de su afición, como equipo de Asobal, Keymare Almería. Descendido ya hace tres jornadas de forma matemática, el equipo almeriense jugó su último partido como local en la máxima categoría y lo hizo en un ambiente que provocaba tristeza y añoranza.
El Pabellón Rafael Florido sólo escuchó el ruido y los cánticos celebratorios de la afición de Cuenca, que ayer firmó su permanencia, para más dolor de la escasa afición almeriense, que vio la última derrota convertida en 'convidado de piedra' y espectador de lujo de la fiesta conquense.
El partido no tuvo historia. Ganó el que se jugaba algo, que fue el cuadro conquense, que con Dawid Nilsson en plan figura, se puso con cinco arriba en apenas diez minutos y ya luego no volvió a dar opciones a los almerienses.
En la segunda mitad, la garra y el tesón habitual de los jugadores apareció esta vez en momentos puntuales, pero no fue suficiente para que la despedida de Keymare como local dibujase una 'paliza' de primera clase en el luminoso de un Florido que ya ha empezado a echar de menos a la llamada mejor liga del mundo.
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