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Imagen de José Antonio tras ser intervenido de urgencia en Torrecárdenas.
«Si mi mujer no se hubiera enfrentado a los médicos, ahora mismo no estaría vivo»

«Si mi mujer no se hubiera enfrentado a los médicos, ahora mismo no estaría vivo»

El Defensor del Paciente pide a Fiscalía que abra una investigación al advertir «mala praxis» en el diagnóstico de un paciente aquejado de un tumor cerebral

Fran Gavilán

Jueves, 4 de septiembre 2014, 01:19

«Es indecente el trato y la atención que ha recibido este paciente. Ha soportado dolores intensos por culpa de un retraso injustificado del diagnóstico, pese a la infinidad de veces que acudió a su médico de cabecera y a urgencias». Así reza parte del escrito que el Defensor del Paciente dirigió a principios de julio a la Fiscalía de Almería para solicitar que abra una investigación de oficio con el fin de esclarecer «el calvario» sufrido por José Antonio Hernández, vecino de Roquetas de Mar y de 47 años.

Este documento, dirigido al fiscal jefe de Almería, Antonio Pérez, advierte sobre la «mala praxis» de los médicos que trataron a José Antonio Hernández, quienes diagnosticaron su dolencia «de forma errónea» y «no le practicaron» las pruebas necesarias durante tres meses hasta que finalmente tuvo que ser intervenido de urgencia en el hospital Torrecárdenas «a vida o muerte» por un tumor cerebral.

«Si mi mujer no se hubiera enfrentado a los médicos para que no me dieran el alta, ahora mismo no estaría vivo», lamentó a IDEAL este vecino de Roquetas, quien inició su particular 'vía crucis' a principios del pasado abril. «Empecé a sufrir fuertes dolores de cabeza y de cervicales. Al principio, no le di importancia pero los dolores fueron en aumento y comencé a sufrir mareos». Un hecho que provocó que José Antonio se trasladara a la consulta de su médico de cabecera, situada en el centro de salud de Roquetas Norte.

Según relata Hernández, su médico «se limitó» a recetarle unas pastillas efervescentes y no contempló «algún tipo de exploración». El dolor continuó en días siguientes y provocó que se desplazara hasta en cuatro ocasiones al centro de salud. «En urgencias me diagnosticaron cervicalgia y me mandaron de nuevo a casa», subraya. Ante el dolor «insoportable», este roquetero, en compañía de su mujer, optó por trasladarse al centro de salud de Aguadulce. Días antes, su médico de cabecera le recomendó «acudir al psiquiatra» ante la insistencia de este para ser sometido a pruebas «más concluyentes».

Sin embargo, y pese a sufrir calambres en las manos y una pérdida progresiva de vista, al margen de los fuertes dolores de cabeza, los médicos de Aguadulce siguieron el mismo protocolo: «Me inyectaron un antiinflamatorio y me mandaron a casa».

Los días pasaron y el dolor derivó en «continuas pérdidas de conciencia». Por ello, José Antonio pidió a su médico de cabecera que le derivara a un especialista. Si bien, el facultativo le derivó a un traumatólogo al creer que era un padecimiento cervical. «Mientras esperé dicha consulta, tuve que acudir varias veces a las urgencias del hospital de Poniente, pero se repitió el mismo proceso que en las anteriores ocasiones».

Mismo cuadro clínico

Pasaron tres meses y José Antonio seguía con el mismo cuadro clínico. Vómitos, mareos, dolores de cabeza y repentinos desvanecimientos. Este vecino de Roquetas había pasado por los centros de salud de Roquetas y Aguadulce, además de por las urgencias de Poniente en más de una veintena de ocasiones. Asimismo, visitó al traumatólogo que a su vez le derivó a un otorrino.

«Nadie me practicó una prueba concluyente y todos se guiaron por el cuadro cervical», asegura José Antonio, quien recuerda que el dolor era tan intenso que le provocó «ataques de histeria». Su mujer, «asustada», decidió llamar a su cuñado para que este trasladara a José Antonio nuevamente al hospital de Poniente. «No podía mover los pies», señala.

En esta ocasión, el médico de urgencias que le atendió «se dio cuenta que mis dolores no eran normales, por lo que decidió realizarme una resonancia y un cardiograma». No obstante, su mujer se tuvo que «enfrentar» a los facultativos del hospital para que no le volvieran a dar el alta.

La primera de las pruebas detectó un «bulto extraño» en la cabeza de José Antonio. «Recuerdo que el médico ordenó que me trasladaran en ambulancia al Hospital Torrecárdenas. Me dijo, literalmente, que me quedaban pocas horas de vida si no era intervenido de urgencia».

Se trataba de un tumor cerebral de carácter benigno pero este impedía «que la sangre llegara correctamente a mi cerebro». De hecho, el cirujano decidió operar a los pocos minutos del traslado. «Por suerte, la operación salió bien pero creo que tengo mucha suerte de estar vivo», señala José Antonio, quien espera que la justicia evite que su «calvario» se vuelva a repetir en otros pacientes.

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