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Javier García Martín
Martes, 6 de enero 2015, 01:52
Sobre los hombros del abuelo, encaramados a los árboles, provistos de bolsas de plástico o con los brazos estirados desde los balcones que miran a la Rambla: así recibieron ayer miles de niños y niñas a los Reyes Magos de Oriente durante la cabalgata organizada en el centro de la capital almeriense. Desde primera hora de la tarde, el casco histórico y sus calles aledañas se poblaron con cientos de vecinos ávidos de participar en una festividad que hoy pone punto y final al parón navideño. Melchor, Gaspar y Baltasar, acompañados de sendas comitivas y camellos, acudieron al conjunto monumental de la Alcazaba después de que sus emisarios (Juan José Salvador Moreno, secretario de la Hermandad del Rocío de Almería; Felipe Ortiz Molina, fotógrafo y presidente de la Asociación de Vecinos Mar y Playa de El Zapillo y Humberto Kessel Sardiñas, facultativo especialista del Área de Geriatría del Hospital Torrecárdenas) les hicieran partícipes de su mágico recorrido por Almería. Sus Majestades iniciaron su periplo hasta la Plaza Vieja, donde fueron recibidos por autoridades municipales y eclesiásticas tras 'aparcar' sus desérticos acompañantes y recorrer un pasillo de antorchas. Bajo la atenta mirada de los más pequeños y con la complicidad de los vendedores ambulantes de golosinas y frutos secos, el rey Baltasar habló en nombre de los tres, rememoró su «larguísimo viaje» y prometió repartir «sonrisas e ilusión» entre todos los almerienses.
Últimas compras
Con un ligero retraso, Sus Majestades recorrieron durante su desfile capitalino las concurridísimas calles Obispo Orberá, Puerta de Purchena, Paseo de Almería y la Avenida Federico García Lorca, una cabalgata que sirvió también para que los comerciantes del entorno pudieran colocar algunos de sus productos para los compradores más rezagados. La presencia de los Reyes Magos animó también el sector de la hostelería y fueron muchos los bares, cafeterías y restaurantes que colgaron el cartel de 'completo' durante las horas previas y posteriores al desfile.
Pero, sin duda, los protagonistas de la tarde fueron los más pequeños: hasta 13 toneladas de caramelos se repartieron entre los miles de almerienses congregados. Una docena de carrozas inspiradas en dibujos de animación infantiles, así como varias comparsas musicales y coloridos pasacalles hicieron las delicias de niños y niñas en una jornada en la que no solo hubo camellos, también rapaces, ocas, elefantes e, incluso, caballos gigantes de fantasía dotados de vida gracias a sus titiriteros. Además, pensando precisamente en quienes por la tarde aún no habían enviado sus peticiones a Sus Majestades de Oriente, la Oficina Real de Correos desfiló escoltada por una decena de carteros motorizados con el objetivo de que ninguna carta quedara sin entregar a los Reyes. Todo, en definitiva, pensado para goce de los más pequeños.
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