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LUCIDO. El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza, montado a Chenel, se luce en el tercio de banderillas con el quinto toro de la tarde, al que le cortó una oreja. /M. MANZANO
Lo que mal empieza, mal acaba
ALMERÍA

Lo que mal empieza, mal acaba

Hermoso de Mendoza y Castella cortaron una oreja en el primer mano a mano entre un rejoneador y un torero Los astados de Murube y Santiago Domecq no permitieron un mejor lucimiento de los actuantes

EN LA PLAZA... JUANJO AGUILERA

Viernes, 24 de agosto 2007, 05:16

PARECE como si el cartel de ayer estuviera gafado. Primero estaba anunciado Cayetano, pero una cogida en El Puerto, donde tiene previsto reaparecer hoy, comenzó a sembrar dudas, sobre todo en el aficionado, por ver quién sería el segundo espada de una tarde con tres lotes. Estaba pendiente, por tanto, una sustitución. Ruiz Manuel toreó el primer toro de la feria y, por tanto, estuvo en la primera tarde del ciclo ferial almeriense con la promesa de si había alguna sustitución, si Ruiz Manuel cumplía, ser el almeriense el sustituto. Luego sonó Miguel Ángel Perera y luego ninguno. Óscar Chopera, como organizador de la Feria Taurina de Almería y el que pone los 'dineros', optó por experimentar una corrida para la historia y se sacó, con el paso de la lidia, una corrida sin historia.

Y es que este tipo de festejo inventado en Almería no tiene mucha razón de ser. El toreo necesita, entre otras cosas, de piques para ver cosas nuevas y resulta difícil que un torero lo haga con un caballero. Principalmente porque no hablan el mismo idioma.

Dicen que lo que mal empieza, mal acaba. Y, aunque el desfile de los dos actuantes hasta el patio de cuadrillas fuese aplaudido por los aficionados, el sentir general fue el de la primera o segunda decepción de la feria, según se mire. La decepción de ayer fue la de no ver una corrida al uso, lo que lleva consigo el mal sabor por no ver un espada más en el cartel que pudo ser Ruiz Manuel, o Jesús Almería, o Curro Vivas, o Miguel Ángel Perera o Jesulín de Ubrique -surgen mil nombres porque los hay-, da igual el nombre.

Y con esas decepciones pasó lo que nadie quería ni esperaba. Una corrida decepcionante porque, salvo contadas fases de la lidia a caballo o a pie, el festejo fue casi que infumable. Lógicamente sin que ni Pablo Hermoso de Mendoza ni Sebastián Castella tuvieran mucha parte de culpa para que ello sucediera.

Recuerdos del pasado

En la pasada feria almeriense, la de 2006, se habló del flojísimo juego que dieron los encierros anunciados. Es curioso. El de Santiago Domecq repitió del año pasado y trajo a la mente de algunos los recuerdos del pasado, un pasado reciente, de tan sólo doce meses y un comportamiento que impidió el lucimiento de Sebastián Castella, que sólo consiguió llevarse un apéndice como consecuencia de una lidia basada en acortar las distancias.

La oreja de Hermoso de Mendoza fue a través de una faena de menos a más, sobre todo por la salida de Fusilero, que se comportó como si de una muleta se tratara. Pero lo cierto es que el caballero de Estella no es el de otros tiempos. También es verdad que los tres de Murube que tuvo en suerte no eran como para 'tirar cohetes'.

Poco

La verdad es que lo de Castella ayer fue poco para un torero que no parece atravesar un buen momento.

Lo mejor lo consiguió con su segundo toro, un colorao casi cinqueño que fue muy protestado en su salida al ruedo, aunque por síntomas de mansedumbre no se puede devolver un toro, que luego cambió en comportamiento tras el tercio de varas.

Castella consiguió hacer una faena en la que fue logrando su propósito, aunque no con demasiada exigencia. Tampoco el toro permitía demasiado más. Por eso comenzó aliviando al toro con la muleta en la derecha. Tras un intento por el pitón izquierdo, lo más templado fue una serie de tres derechazos y un molinete para una segunda tanda más templada que dio paso a un torero más intenso, girando los talones y bajando la mano.

Castella, con un trabajo más efectista que exigente, cerró con toreo en redondo y una estocada defectuosa que, sin embargo, provocó la petición desairada de dos orejas. Marco Rubio, en su sitio, sólo concedió una.

Los toros con los que abrió y cerró el torero francés no permitieron mucho más. En el arranque, el primero sí dejó que Castella se luciera por verónicas de una perfecta ejecución, bajando el capote.

Y ciertamente lo mejor de Castella en esos dos toros los hizo con el capote. Primero llevando a su primer enemigo al caballo con un galleo por delantales y luego realizándole un quite por chicuelinas muy templadas y ceñidas.

Pese a los tres ayudados por alto sin rectificar y un trincherazo con mucho gusto, no hubo demasiada más intensidad ni emoción. Apareció el viento, que le descubrió un par de veces. La faena perdió ligazón y lo que pudo hacer sólo fue por la derecha.

Con su tercero, que escarbó demasiado y que quería irse, lo mejor fueron los dos pares de Curro Molina. Lo de Castella se quedó en una intentona valiente, pero sin lograr un buen resultado final.

De menos a más

Si a Hermoso de Mendoza le hubiese quedado un toro más a lo mejor se le hubiera visto el triunfo, pero por desgracia, o por fortuna -según se mire- sólo tuvo tres y hubo que esperar hasta su tercero -el quinto en el orden de lidia- para ver algo bueno del caballero de Estella.

Pablo Hermoso de Mendoza consiguió lo mejor con la monta de Fusilero. El caballo tordo dio, como suele ser habitual, una exhibición de piruetas ante la cara del toro que fue fundamental para el posterior triunfo certificado por una montura nueva, la de Oro Viejo, que se encargó de hacer su trabajo en la última parte de la lidia de los toros lidiados en primer y quinto lugar de la tarde.

Precisamente, el quinto le dio el triunfo con una lidia en la que Pablo montó a Estella e inició los lances de recibo. La faena ganó en intensidad con las banderillas al quiebro de Silveti, un caballo que parece que amarra al toro a la cola, citando con el costado derecho, llamándole con la mano, toreando a dos pistas, con el anca, con la culata en los pitones.

Pero Fusilero fue el que puso el espectáculo. Es un tordo que se enfrenta con valentía, como ayer lo hizo, al toro, que pisa terrenos muy cercanos al cornúpeta y que realiza las piruetas en los mismos pitones del animal. Con eso se ganó la única oreja que se llevó de Almería, con eso y con Oro Viejo, con el que clavó el único rejón certero de la tarde.

De haber acertado antes, podía haberse llevado algo más. A su segundo lo descordó con un rejón trasero, porque antes se lució en banderillas con Dominguín, pero sobre todo con Chenel, un caballo valiente en las distancias cortas.

Fue similar a lo que pasó con el que abría plaza, con el que también falló en el trance final, tras una buena actuación de Rondeño, un tordo rodao que citó a dos pistas y que templó a un toro distraído que no colaboró en nada y que obligó a Pablo Hermoso de Mendoza a hacerlo todo. La tarde empezó mal y los 'agoreros' frotándose las manos

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