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Ante la advertencia de prohibido acampar y circular vehículos motorizados los turistas siguen agolpándose. :: CHEMA ARTERO
Cabo de Gata, cada día más masificado y sin control
ALMERÍA

Cabo de Gata, cada día más masificado y sin control

Carteles con prohibido aparcar ponen en aviso a los numerosos visitantes que cada día acuden a su cita en la playa

ROCÍO MOLINA

Lunes, 26 de julio 2010, 04:43

Cada domingo cientos de turistas acuden en busca de playa y sol a la zona natural de Cabo de Gata, un pueblo pequeño y escondido entre el mar y la sierra almeriense que sin embargo cada día cuenta con más adeptos.

Muchos deciden madrugar más de la cuenta aunque sea fin de semana porque saben que si no se apresuran necesitarán grandes dosis de paciencia para llegar, porque se encontrarán con el atasco que de costumbre se produce en las inmediaciones de Retamar que puede suponer varios kilómetros de desesperación.

Con la llegada al destino deseado comienza la siguiente odisea: encontrar el lugar adecuado para dejar el coche. Situación que provoca la inevitable confrontación entre la ley elaborada por Costas que prohibe el aparcamiento y la falta de espacios y de parkings en la zona, para poder dejar expresamente los vehículos. Finalmente esta cuestión se resuelve sin dilación, obviando para ello el cartel establecido porque tal como precisa Cristóbal García, portavoz de la Asociación Desalysol de Cabo de Gata, «estos carteles están ahí ahora mismo de adorno porque la gente viene con el coche y necesita dejarlo en algún sitio, sin embargo si amplían zonas de aparcamiento no existirá ese problema porque la gente no tendrá que aparcar cerca de la playa». Estas medidas pretenden preservar el Parque Natural de todo riesgo que pueda ocasionar daños irreparables en un ecosistema natural único, sin embargo esta ley supone la antítesis de lo que persiguen los turistas.

«A petición de Desalysol, Medio ambiente mejoró las carreteras para que pudiesen acceder con menos problemas los turismos en una propuesta en la que convencimos hasta al Ayuntamiento de Almería, sin embargo nosotros buscábamos más mejoras para estos accesos y Costas lleva cuatro años con este proyecto paralizado», puntualizó Cristóbal García. Por este motivo las carreteras de acceso se convierten en improvisados aparcamientos a ambos lados que «pueden implicar hasta el riesgo de un atropello» por parte de los vehículos que pasan continuamente en busca de un aparcamiento.

Pero estas dificultades y medidas intimidatorias no impiden que los bañistas y visitantes, equipados con hamacas, tumbonas, sillas y hasta piscinas portátiles de plástico, acudan deseosos de broncearse y relajarse. La barrera que desde hace días es protagonista indiscutible en el acceso de las playas de San José ha supuesto la restricción drástica de visitantes motorizados por día. Eso «es una exageración por parte de Medio ambiente porque las playas son un bien público y guardando el respeto debido a la naturaleza, todos podemos beneficiarnos de ellas», matizó Jonathan Jiménez, vecino de Cabo de Gata que cada día acude puntual a su cita con la playa.

Esto ha supuesto un debate abierto entre vecinos y turistas de la zona que ven «exageradas» estas medidas y consideran que no se tiene porqué mantener el Parque Natural y sus playas «como si estuviesen en una burbuja», frente a la postura rotunda de ecologistas del grupo 'Cóndor', 'Ecologistas en Acción' y los 'Amigos del Parque Natural de Cabo de Gata' que han solicitado la restricción «total» de la entrada de coches a favor del autobús para las playas de San José y otras existentes en el Parque Natural.

Por otro lado y tal como puntualiza Cristóbal García «Cabo de Gata es la única barriada que no cuenta con un servicio gratuito de autobuses y tal vez si se quiere minimizar la afluencia de vehículos motorizados, sería una de las vías que tendrían que incentivar desde Medio ambiente». Pero este problema no es de tan fácil solución debido a que todos quieren luchar por sus intereses y por conseguir lo mejor para este medio natural excepcional.

Sin embargo mientras se toma una decisión, los días de verano son para ellos, los turistas y visitantes que montan improvisados picnics con lonas y sombrillas en la orilla del mar. Ellos sólo piensan en disfrutar y descansar aprovechando todo lo bueno que aporta esta zona almeriense. Y como el disfrute no viene reñido con el respeto, ellos mantienen tal y como afirma Jonathan, «el máximo civismo que se merecen estas playas».

Por ahora los carteles son sólo una amenaza, una señal intimidatoria y un recordatorio de las normas que se deben seguir, sin embargo el tiempo dirá si no hay dentro de unos años una barrera que regule el número de vehículos que puedan acceder a la playa de Cabo de Gata. Aquí tienen presente el dicho de «cuando las barbas de tu vecino veas pelar pon las tuyas a remojar».

Al caer la tarde, caravanas y coches se ponen en marcha para regresar a sus casas. El día ha sido aprovechado y con el fin de apurar hasta el último momento, todos deciden salir a la vez, encontrándose de nuevo con varios kilómetros de atasco, pero los nervios pasados se aguantan ahora más estoicamente pues la playa nos ha 'amansado'.

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