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JUAN LUIS TAPIA
Martes, 5 de febrero 2008, 04:07
Los crímenes suceden en las mejores familias y una familia es un retrato del mundo, un mundo dentro del mundo con leyes inexorables: el azar, el silencio y el miedo. Los tres miembros de la familia de esta novela, Amparo, Jacobo y Carlos, hacen lo posible por escapar de esas leyes, de la idea que tienen de sí mismos y por tanto del mundo. En éste, el padre puede ser un asesino o un suicida; la madre una víctima o un cómplice; el hijo un niño y un adulto que deba dar sentido a lo que ocurre a su alrededor. Es el drama de 'Lo que tú piensas' (Kailas, 2008), la nueva novela del escritor granadino José María Pérez Zúñiga.
-¿De qué trata su nueva novela?
-Es una novela sobre el miedo, el silencio y la desconfianza, sobre el precio que podemos pagar por no atrevernos a tomar decisiones sobre nuestra vida y por no contar a la persona que amamos todo lo que quizá le deberíamos contar. También es una novela sobre la paternidad y los problemas que puede representar. Entonces, lo que al principio es causa de amor y unión, puede terminar convirtiéndose en un infierno.
-Prácticamente toda la obra se desarrolla en el interior de la casa familiar. ¿Por qué?
-La novela tiende a lo esencial de los hechos y los personajes, despojándolos de todo lo secundario. Les reconocemos en sus fobias, en sus manías, en sus miedos, en sus comportamientos, que son también los nuestros. Pretendía que todo ocurriera en la mente de los personajes y, al mismo tiempo, en la del lector. Y por eso la estructura de la novela es circular: los tres personajes cuentan su historia, aunque desde un punto de vista distinto; y en distintos estilos y personas. Es el conjunto el que nos da la clave. De ahí el título: 'Lo que tú piensas'; la clave última de lo que ha ocurrido la tiene el lector.
-¿Esa concepción formal obedece a un afán de renovación?
-A estas alturas poco se puede renovar novelísticamente hablando. Es cierto que hay una preocupación formal evidente en mis novelas, pero es más una consecuencia de la propia idea original de cada una y no de un afán renovador. Simplemente me dejo llevar por mi instinto. Como decía Sábato, un creador es una persona que encuentra aspectos desconocidos en algo perfectamente conocido. Me basta con eso.
-En la novela subyace además un tema de actualidad: el maltrato físico y psicológico en la pareja.
-Sí, pero más que tratarlo crudamente, yo quería indagar en sus causas. Los maltratadores no tienen por qué ser locos ni desequilibrados; suelen ser personas normales y corrientes, con problemas muy concretos. Y en esta novela quería desvelar esos problemas posibles y concretos. Si nos preguntasen, probablemente todos contestaríamos que jamás nos comportaremos como un maltratador; pero pienso que es algo que puede ocurrirle a cualquiera. Dependiendo de en qué circunstancias nazcas o vivas puedes convertirte en un asesino o en una víctima.
-¿En qué contexto histórico se desarrolla?
-La novela se sitúa en Madrid, en la época de la Transición, aunque más que el marco histórico están presentes sus efectos en la forma de pensar y en la psicología de sus personajes: el miedo transmitido por la educación durante la dictadura y el silencio derivado de ella, el sentimiento de culpa, la obsesión religiosa, la inseguridad... Aunque creo que son sentimientos comunes también a otras épocas. En lo que se refiere al argumento, la verdadera cronología de la novela y su tempo narrativo los marca la edad de Jacobo, desde su nacimiento hasta los tres años.
-¿Achaca entonces algo de responsabilidad a la época en que viven los personajes?
-Sin ninguna duda. La dictadura fue una etapa negra en la historia de España que ha generado personajes oscuros; aunque gente frustrada hay en todos los países y en todas las épocas. Es algo que tiene que ver con la condición humana. Con imaginar mucho más de lo que puedes hacer, por ejemplo. O con ver mucho más de lo que hay en realidad en las personas o en el mundo. Todos participamos en mayor o menor medida de pensamientos y comportamientos paranoicos. Los personajes de esta novela están atrapados en sus propias visiones. Aunque en última instancia, sólo uno mismo es responsable de que puedan convertirse en realidad.
-¿Y cómo consigue pensar como ellos?
-Básicamente, cuando escribo lo que hago es ponerme en la piel de mis personajes. Y desde esta perspectiva es relativamente sencillo pensar como un asesino, un santo o un suicida. Se trata de asumir y exagerar lo que puede haber de ellos en tu propia personalidad y relacionarlo con experiencias concretas. Alguna vez he escrito que la literatura es introspección y el escritor un actor. Y al menos para cierto tipo de literatura, la llamada literatura psicológica, no es una afirmación descabellada.
-En sus novelas suele haber un drama familiar. ¿Por qué?
-A fin de cuentas, todo lo que ocurre en el mundo ocurre también en ese pequeño universo que es la familia. El amor, la amistad y también los crímenes e incluso las guerras. Una guerra entre dos personas puede ser tan atroz como la guerra entre dos ejércitos. Sobre todo si los bandos están descompensados. O si en una relación hay una persona que lleva casi todo su peso.
jltapia@ideal.es
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