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SORPRENDIDO. El portero del Granada 74 Jaime se echa las manos a la cabeza tras ser expulsado en el partido de ayer.
Directos al maíz
Granada-74

Directos al maíz

El Granada 74 se mete en problemas tras caer ante Las Palmas en un duelo marcado por dos expulsiones y la actuación del árbitro

MANUEL PEDREIRA

Domingo, 30 de marzo 2008, 03:16

EL árbitro tuvo la culpa pero Antonio Tapia también se dejó ayer unos cuantos pelos en la gatera. El colegiado determinó el signo del partido con una decisión tan drástica como injustificada. En dos palabras, la armó. Se inventó un penalti antes del minuto diez de la segunda parte y expulsó con roja directa a Jaime como consecuencia de un lance que sólo él advirtió. Marcos remató al larguero una contra franca, la inercia lo hizo caer encima del portero y el colegiado decretó la pena máxima y envió al meta al vestuario.

Un cuarto de hora después, con Las Palmas ya por delante, dejó al '74' con nueve al sancionar con otra roja (la segunda tarjeta que mostraba hasta ese momento) un forcejeo de Gibanel en el área visitante. El rigor punitivo llevado a su máxima expresión, ayudado en este caso por el asistente que le sopló el asunto por el pinganillo. Con ese panorama, Las Palmas hizo lo que debía y mató el partido en dos contras cerradas primorosamente por Adrián.

El penalti truncó un encuentro presidido por la igualdad hasta entonces pero que en el último trecho de la primera parte había ofrecido síntomas favorables para el '74', con varias llegadas al área y un puñado de ocasiones en las que faltó precisión. Y eso que los granadinos tuvieron que lidiar con un enemigo necesitado de puntos y con la atípica alineación puesta en liza por Tapia. La ensaladilla de cambios fue de aúpa. Cuando los pronósticos apuntaban a que el hueco en el lateral derecho lo ocuparían Viator o Fagoaga, con el resto del once más o menos habitual al recuperarse Luque, Tapia echó la pizarra a volar, dejó en cueros los pronósticos y sorprendió con un ramillete de decisiones inesperadas.

Colocó a 'Fago' en el lateral y retrasó a Torrecilla al centro de la defensa. Le dio la batuta a un Dani Fragoso casi inédito esta campaña, situó a Alberto en la media punta y a Xisco en la banda derecha, despreciando la notable segunda parte de Elvis ante el Eibar. La inusual plaga de bajas que sufre el '74' acabó por sacar de quicio al técnico cordobés, que armó el equipo como pudo y se pasó con los experimentos. El '74' no tuvo fútbol pero la UD Las Palmas no le fue a la zaga. Si se llevó el partido con claridad fue por las decisiones arbitrales, exageradamente nocivas para los locales, que terminaron por desangrarse en la segunda parte.

Achique de espacios

El Escribano Castilla es pequeño, pero hasta el Santiago Bernabéu puede ser aún más angosto que una cancha de fútbol sala si los equipos se empeñan en despreciar las bandas -que las tiene el campo de Motril- y concentran todos sus afanes en hacer del partido un barullo de sesenta metros por treinta. Al '74' se le disculpa por las maltrechas bandas que lesiones y sanciones le han dejado, pero los insulares también olvidaron la receta más sencilla para ganar un partido. A saber, repartirse por todo el campo, hacer llegar el balón a la banda, avanzar hasta el área contraria y provocar el remate a gol.

Nada de eso hubo ayer en Motril mientras el choque fue de once contra once. Sí hubo mucho de eso, de choque y más choque. El encuentro entre dos equipos urgidos por lograr la permanencia resultó lento, pastoso, con mucha más atención en el repliegue que en el despliegue y escaso acierto en el pase.

Las Palmas comenzó con ganas pero fue suavizando su ímpetu según pasaban los minutos. El '74' actuó siempre con nervio, muy concentrado y con un Gibanel esplendoroso en el derroche y con más claridad de ideas con el balón que de costumbre. Un par de latigazos de Luque, otro disparo de Alberto y un remate fuera de Xisco empezaron a inclinar la balanza del lado local al final del primer tiempo. Ponía más para ganar el partido y Las Palmas sudaba y sudaba para salir de la cueva aunque Marcos Márquez incordiaba lo suyo a los centrales locales.

La segunda parte arrancó como terminó el primer tiempo, enredado, con miedo en los dos equipos y un Granada 74 voluntarioso. Y así siguió hasta que al árbitro se le ocurrió echarle picante al asunto. Roja y penalti por aquí -José Juan lo repelió pero Marcos remachó-, otra roja por allá, otro gol y otro y vamos que nos vamos directos al maíz. Y el domingo, en Elche.

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