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MÁS QUE AMIGOS. Manuel y Perico ya están jubilados. /R. I.
El 'Perico' de Juviles
Provincia-Granada

El 'Perico' de Juviles

Se ha convertido a sus 35 años en el único borrico que existe en el pueblo y uno de los pocos que quedan en la Alpujarra

RAFAEL VÍLCHEZ

Miércoles, 16 de abril 2008, 03:50

En la localidad alpujarreña de Juviles hay solo un burro 'capón'. Se llama 'Perico'. Tiene 35 años y pertenece a Manuel García, de 76 años. El burro lo compró Manuel con varios años a un vecino de El Ejido. Pagó por él 30.000 pesetas de las de antes. Juviles llegó a tener hace siglo y medio 718 habitantes y unas 200 bestias de carga. Ahora tiene 177 almas, el asno 'Perico', 6 yeguas, 4 ponis y un mulo, pertenecientes a varios vecinos. También, en otros tiempos había una docena de pastores. Ahora sólo queda uno.

Manuel García ha manifestado que cuando adquirió al animal tenía unos cinco años. De esto hace ya tres décadas. El manso Perico ha transportado muchísimas cargas de tomillo desde la sierra al núcleo urbano. Ha tirado del arado como un valiente y ha transportado los frutos del campo a la casa.

Los dos, jubilados

En sus años mozos podía llevar en sus lomos 225 kilogramos de peso. «Ahora, los dos jubilados, él y yo, descansamos. Nos vamos todos los días al campo para no perder la costumbre y mover los huesos. En mi finca yo me entretengo labrando varios 'roalillos' de habas, ajos, lechugas mientras que mi 'Perico' come hierba fresca», afirma Manuel.

A lo largo de su vida sólo fue a la escuela durante un mes y de noche. «La dejé -afirma- porque no podía con tanta tarea, ya que había que ayudar a mis padres, Juan y Araceli. Éramos 7 hermanos, y todos teníamos que arrimar el hombro para que la casa saliese adelante. Eran unos años donde escaseaba casi todo. Eso sí, por aquellos entonces había mucho ganado de todas clases. Todas las fincas se labraban. Todos teníamos que trabajar duramente en el campo».

Dos vecinos de Juviles, Fernando Fernández (76 años), y Fernando Alonso (73 años) indicaron también que hace años la mayoría de las bestias de su pueblo se adquirían y se vendían en la feria de Cádiar. Andrés entendía de animales, Fernández, el correo, Frasquito, se encargaba de las herraduras y los aparejos los hacían los propios vecinos. Pero aquellos eran otros tiempos.

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