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INÉS GALLASTEGUI
Miércoles, 11 de junio 2008, 04:22
LO último en tecnología contra los incendios forestales no es la inteligencia artificial, la vigilancia por satélite, ni las pantallas ignífugas. Lo más nuevo, lo rabiosamente moderno, son las ovejas, las cabras y las vacas. Ellas y sus pastores son las protagonistas del último proyecto de la Consejería de Medio Ambiente y el Plan Infoca para prevenir el fuego: la Red de Áreas Pasto-Cortafuegos de Andalucía (Rapca). Aunque tiene detrás años de experiencia -sobre todo, en Francia- y mucho trabajo de investigación, su fundamento es muy sencillo: el modo más eficaz de mantener limpio un cortafuegos es abrirlo al pastoreo. ¿Ventajas? Todas. La vegetación que una vez seca se convertiría en combustible es eliminada cuando aún tiene forma de pequeños y sabrosos brotes; así, los cortafuegos impiden la expansión de las llamas. Los rebaños comen gratis plantas ecológicas. A través de sus heces, los animales distribuyen las semillas por el campo, con lo que favorecen la biodiversidad. Y aún más importante: el proyecto contribuye a mantener un oficio en extinción y convierte a los pastores en aliados -y no enemigos- de la protección del medio ambiente.
En Andalucía ya hay medio centenar de pastores, casi 15.000 cabezas de ganado y más de 2.000 hectáreas implicados en este proyecto de Medio Ambiente, Egmasa y el Plan Infoca supervisado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Mediante convenios, los ganaderos se comprometen a mantener libre de vegetación la superficie asignada, que incluye cortafuegos (20-50 metros de ancho totalmente limpios), áreas cortafuegos (40-50 metros con plantas aislados) y fajas auxiliares (10-15 metros junto a vías de comunicación).
El trabajo de los pastores y sus rebaños es periódicamente examinado y, si logran su objetivo, reciben una media de 3.000 euros por temporada, en función del tipo de vegetación y la dificultad del terreno. La compensación económica se suma a la alimentación gratuita de los animales; hay que tener en cuenta que una oveja puede comer unos 5 kilos de pasto o 1 kilo de pienso al día. El aspecto económico parece ser un buen aliciente en esta época difícil para los ganaderos, a causa de los bajos precios de la carne y la carestía de los piensos: no en vano, el número de productores participantes se ha duplicado este año.
Fidel Delgado, técnico de Egmasa y responsable del seguimiento técnico de la Red en Granada, recuerda que el pastoreo no elimina, pero sí retrasa -de 5 a 10 años- la limpieza de los cortafuegos por medios mecánicos, con 'bulldozer' en las zonas llanas y con operarios y herramientas en lugares menos accesibles, con el consiguiente ahorro económico.
No obstante, María Nicasia Rodríguez Montoro, técnica del Infoca en Granada, resalta que el pastoreo no sólo resulta más barato y más ecológico, sino que tiene un importante beneficio social, ya que implica a la población local en la protección del monte y favorece el desarrollo rural. «El de pastor es un oficio bastante abandonado, que no tiene relevo generacional», apostilla Delgado.
La elección de los pastores es cuidadosa: deben comprometerse a cubrir el área asignada y a controlar que su ganado no se coma las plantas protegidas. Lorenzo Blanco, director del Centro Operativo contra Incendios de Granada, recuerda que en las zonas forestales repobladas los animales «no pueden ir libremente».
Un proyecto integral
Es el caso del Cortijo Conejo, una finca de unas 1.200 hectáreas de monte público en la localidad granadina de Hernán Valle (Guadix): el pastor Álvaro Yeste vigila que sus 900 ovejas y 30 cabras no entren en los pinares plantados hace 15 años, afectados ahora por una plaga de procesionaria.
Cortijo Conejo es muy especial para este proyecto. Aunque el pastoreo controlado en los cortafuegos comenzó hace casi una década en la provincia de Málaga, es en este pinar granadino donde se ubica la cuna científica de la Red desde 2003. Este proyecto pionero en España se ha exportado a los parques naturales de Sierra Nevada, Cazorla, la Sierra de Alhama, Tejeda y Almijara, y el de los Alcornocales. Su responsable científico es José Luis González Rebollar, ingeniero de montes y director del grupo de investigación Pastos y Sistemas Silvopastorales Mediterráneos del CSIC, con base en la Estación Experimental del Zaidín. González recuerda que el pastoreo en cortafuegos se ha practicado en Norteamérica desde antiguo, pero como experiencia destinada a recuperar la figura del pastor tradicional nació hace dos décadas en Francia, «un país que valora su cultura agraria bastante más que España».
Mejora de pastos
Junto a la prevención de incendios, los investigadores trabajan en un plan integral para la recuperación paisajística de esta zona. La bióloga Ana Robles destaca la mejora de los pastos, aprovechando la dispersión de las semillas que el ganado realiza a través de las heces. En unas zonas valladas denominadas 'testigos', los investigadores pueden comparar cómo sería la vegetación sin pastoreo y sin limpieza mecánica.
Ovejas y cabras se alimentan de matorrales (aulaga, albaida, retama, genista, coronilla, romero...), de árboles (especialmente los brotes más tiernos de pinos y encinas) y, sobre todo, de plantas herbáceas (carretones, yero, beza, cebada, avena y otras).
El ingeniero explica que una parte de la arboleda ya ha sido «aclarada»: las filas típicas de las repoblaciones masivas de hace unos años, con 1.800 ó 2.000 árboles por hectárea -un auténtico polvorín de cara a los incendios- se han convertido en un bosque con 250 ejemplares por hectárea, con más diversidad vegetal y animal. También se ha sustituido la «fea» estructura lineal de los cortafuegos -que tenía sentido cuando primaba el acceso de hombres y máquinas a las llamas, pero no ahora que la lucha se entabla desde el aire- por otra «ameboide e irregular» que desde dentro no se aprecia, pero puede verse en Google Earth.
«Con el tiempo sugeriremos que se planten árboles dentro del cortafuegos», avanza José Luis González Rebollar. ¿Una provocación, como nombrar 'bomberas' a las ovejas, o simplemente hablamos del futuro?
igallastegui@ideal.es
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