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María 'La Canstera'
El legado de María 'La Canastera'
Cultura-Granada

El legado de María 'La Canastera'

Una estatua en el bulevar de la Constitución recordará la figura de la granadina, cuya zambra en el Sacromonte es un referente para el mundo del arte y la cultura

JAIME MARTÍN

Jueves, 12 de junio 2008, 13:13

SE derrama la tarde por detrás de la Alhambra y en el histórico barrio del Sacromonte ya comienzan a oírse los cantos gitanos, esos lamentos a pie de tablao siempre acompañados de palmas. En la puerta de la más conocida de las zambras, la de María 'La Canastera', se encuentra su hijo, Enrique Carmona Cortés -más conocido por todos como 'El Canastero'-, barriendo y ultimando los detalles para la actuación de cada noche. El anuncio del Ayuntamiento sobre la futura ubicación de una escultura de la artista como homenaje a su figura en el remodelado bulevar de la Constitución, llega en el momento justo, cuando no sólo Enrique, sino toda la estirpe de la inolvidable bailaora, luchan día a día porque su nombre, su historia y su legado no se pierdan hechos jirones entre las intrincadas callejuelas del Sacromonte.

La artista

«Me gustaría que se recordara a mi madre por lo que fue y por lo que hizo por este arte que es el flamenco», sentencia antes de comenzar la charla Enrique Carmona. Dentro de la cueva, los ecos del pasado resuenan en cada fotografía, en cada silla, en cada centímetro de suelo. «Por aquí han pasado muchas personalidades: reyes, príncipes, duques, actores de Hollywood...». En aquellos años de la década de los 50 y 60, todo el Sacromonte hervía cada noche con las fiestas y actuaciones que se organizaban en cada rincón del barrio. En la zambra de María 'La Canastera' se daban cita desde los duques de Windsor hasta actores como Anthony Quinn e Ingrid Bergman. «Venían buscando el flamenco puro, la fiesta de la zambra», ese ritual que se celebra en las bodas gitanas y al que dan vida los bailes de 'La Alboreá', 'La Cuchicha' y 'La Mosca'.

Nadie hubiera pensado años antes que aquel humilde lugar del Sacromonte, con su cocina de barro y su par de habitaciones ambientadas con sillas de mimbre y recuerdos familiares, terminaría por convertirse en el epicentro del flamenco en Granada.

«Mi madre empezó a bailar muy chiquitica, como casi todas las gitanitas -rememora Enrique, orgulloso, revisando al álbum de fotografías de la artista-. Apenas con diez años ya comenzó a grabar discos». Y a los discos sucedieron las actuaciones por buena parte de España, en especial aquel viaje, inmortalizado en la imagen de arriba, que realizó 'La Canastera' con motivo de la Exposición Universal de Barcelona de 1929, junto a su tía 'La Faraona' y Carmen Amaya. Entonces ganaban 15 pesetas por actuación.

Después llegaron las películas. «Aquí se llegó a rodar 'Violetas Imperiales'», explica Enrique Carmona, quien también recuerda que la artista participó en 'María de la O', film para el que fue llamada por Angelillo y Pepe Marchena. A partir de ese momento, y al calor de música y cine, la zambra y el nombre de 'La Canastera' fueron haciéndose muy populares. «Había gente que subía sólo para hablar con ella, para echar un ratico aquí».

La persona

«Ella era muy buena, con un corazón muy grande, y siempre tenía un plato de comida para el que lo necesitaba. Nunca decía que no», señala su hijo. La dimensión humana de 'La Canastera' fue, según explica Enrique, lo que convirtió a la zambra en una de las más importantes del Sacromonte, la misma que hoy atesora anécdotas con sabor a flamenco y vino, a noche estival y taconeo. Una vez, cuenta 'El Canastero', vino a la zambra el compositor y amigo de la familia Agustín Lara que, acompañado de su esposa, asistió a una actuación que comenzó a principios de la tarde y duró hasta bien entrada la noche, hasta eso de las doce. Luego, con el cuerpo imbuido en fiesta, Lara regresó al hotel con su mujer y tras dejarla dormida allí volvió para seguir con la fiesta. «Todos estábamos ya descansando y llegó pidiendo un poquito más. Tuve que despertar a medio Sacromonte en mitad de la noche... Al final nos dieron las nueve de la mañana», recuerda Carmona entre risas cargadas de nostalgia.

En un momento de la charla, dos turistas francesas se adentran tímidamente en la zambra. «¿Flamenco?», se aventuran a preguntar. «¿Claro, aquí ofrecemos flamenco puro! ¿Les doy dos entradas?». Y una noche más, la cueva volverá a estar completamente llena. Durante una hora, 'La Alboreá', 'La Cuchicha' y 'La Mosca' impregnarán de embrujo y duende al que se quiera pasar por allí.

Que le vayan a dedicar una estatua a María 'La Canastera' es todo un reconocimiento y un honor, como no se cansa de decir su hijo. «En nombre de mi familia y en el mío propio, quiero transmitir nuestro más sincero agradecimiento al Ayuntamiento de Granada por haber elegido la figura de mi madre para acompañar al resto de tan distinguidos granadinos que decorarán las calles de la ciudad».

La luna asoma y ya hay cola en la entrada de la zambra más famosa del Sacromonte. El flamenco rinde, una noche más, su homenaje a María 'La Canastera'.

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