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ESTEBAN DE LAS HERAS BALBÁS
Domingo, 15 de junio 2008, 03:57
SOY un forofo de los diccionarios alternativos desde que en mi juventud un amigo me regaló un folleto con la recopilación de las voces empleadas por los arrieros de Quintanar de la Orden. Recientemente, el PSOE de Granada dio a la imprenta un diccionario granaíno, que ya se leía en la Red. También se vende una 'guía telefónica por apodos' o motes de Villanueva del Trabuco, que tiene su utilidad. Ahora estoy a la espera de que la ministra Bibiana Aído complete el nuevo léxico, que promete ser una gozada para el espíritu. Lo de 'miembra' es sólo la punta de iceberg de una nueva lengua. Y no voy a hacer un juego de palabras con la lengua y la 'miembra', que nos lleve por caminos sicalípticos no buscados. Pero no me negarán que, hasta este nuevo descubrimiento, una de las acepciones aceptadas por la Real Academia de la Lengua de la palabra miembro era la referida al cilindrín de la entrepierna. Y como resulta que los órganos genitales masculinos tenían más acepciones femeninas y los de la mujer abundaban en vocablos masculinos, quizá sea llegada la hora de que actualicemos el lenguaje y los chichis pasen a ser chirlas y las gallinitas que reposan en las ingles retomen su función de badajos.
Y es que el arte de la política reside en esto. Cuando los problemas rebasan las capacidades craneales de los mandatarios y esclerotizan a los gerentes de la 'res publica', siempre aparece un miembro o una 'miembra' que quita hierro al asunto con lo que antes se denominaba 'una salida de pata de banco'. ¿Quien no recuerda a la ministra 'pepera' Celia Villalobos resucitando el caldito de la abuela en plena crisis de las 'vacas locas'? ¿Y a la titular del ministerio de Cultura Carmen Calvo, del PSOE, abogando por incluir el rock en el Festival de Música y Danza? No vamos a entrar en el 'manda huevos' de Trillo y otras gracietas ministeriales, porque no es el caso. Pero sí lo es que en medio de esta turbulencia social, provocada por los transportistas, que ha cogido desprevenido al Gobierno -lo que no es novedad- salga una 'miembra' de Igualdad con su nuevo lenguaje, lo que unido a los goles de Villa a Rusia, es el mejor antídoto contra la crispación social.
Porque se trata de alienar al personal, de echarle carnaza, de entretener a la gente con chascarrillos y memeces, en tanto amaina el temporal camionero y se van reponiendo las estanterías de los supermercados, donde, visto lo visto y oído lo oído, no han de faltar melones y 'melonas' de Villaconejos, de tacto suavemente rugoso y puro arrope para el paladar y la lengua.
Vamos a dejarnos de circunloquios: si estamos hablando de igualdad, hay que empezar por abajo, como siempre, y lo de abajo son las vergüenzas. Así que fuera vergüenzas, fuera modales y fuera educación. Iniciamos una nueva era -algo casposa, pero nueva al fin y al cabo-, en la que poco o nada van a valer los conocimientos adquiridos y el acervo cultural acumulado. Ya no nos sirve el lenguaje de Alfonsina Storni ni el de Gonzalo de Berceo. Estamos en el I+D+i del idioma del futuro, un idioma común neutro y procaz, una garganta profunda en la que cabe todo dislate y toda memez, una lengua lenguaraz de novedoso cuño (con 'u') que eclosiona en vocablos tan divinos que hasta los miembros se nos vuelven 'miembras' al salir por la boca.
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