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DELIA BIANCHI
Viernes, 8 de agosto 2008, 10:37
PASADOS cinco minutos de las diez de la noche, un día cualquiera de agosto de la era del cambio climático y el termómetro a treinta y cinco grados. Tres, dos, uno..¿shhhh, silencio!, va a comenzar la película. Muchas tiendas y negocios cerrados por vacaciones. La gente ha huido en busca de rincones más refrescantes para sobrevivir al calor, pero ¿dónde se refugian los demás? La familia Ramos no tendrá este año vacaciones.
El curro no se lo permite. «Por el día aguantamos en casa a la sombra del ventilador, pero por la noche ya hemos encontrado un antídoto». Hablan del cine, del cine de verano que aún sobrevive en el Zaidín y que sirve de refugio y respiro a los que siguen en la ciudad.
Al anochecer, una buena película al aire libre y una leve brisa dan un respiro a los que se han quedado sin veraneo. La gente ocupa sus sillas de plástico y hacen de la sala el salón de su propia casa. «Al ser al aire libre y poder cenar, nos sentimos más relajados y se disfruta más.
El ambiente y también la temperatura acompañan bastante», explica María que esta noche ha venido con su novio para no perderse el estreno de 'Wall-E' en el cine-terraza Los Vergeles. Esta es la única sala de proyecciones de verano que permanece abierta en Granada, y por eso la gente hace verdaderas colas para pasar una noche más agradable.
Se funde en negro la pantalla y se enfoca la graciosa cara de Candela, que con casi 70 años recuerda cuando el cine llegó a su pueblo, hace ya mucho tiempo. «Nos reuníamos en la plaza mayor y aquello era todo un acontecimiento, por eso me gusta venir aquí, me trae recuerdos. Además al otro cine me da miedo entrar, porque está demasiado oscuro, ja, ja, ja».
Para todos los gustos
El verano es duro y la televisión no ayuda. Programas de relleno, películas repetidas y niños que se aburren. Los Selitre son seis en la familia y no disponen de suficientes medios para pasar todo un mes en la playa. Sus hijos tienen 3, 6 y 10 años y han encontrado en el cine su mejor escape.
«No podemos irnos de vacaciones como otras familias, pero entre la piscina y el cine de verano los niños se lo pasan muy bien. Como es al aire libre, yo también estoy más tranquila», explica Lola, la madre. Los pequeños que han venido a ver al robot más bueno del mundo corretean por las diferentes salas mientras que da comienzo su película. «Estamos deseando que empiece», grita entusiasmado Carlos, de tan sólo siete años.
Pero estas salas no gustan a todo el mundo. El ruido, la gente comiendo pipas o sorbiendo con la pajita la coca cola y el sonido de la película de la sala de al lado molestan un poco. Lo justo. «He venido a acompañar a mi mujer aunque no me gusta demasiado, pero bueno, un día es un día», confiesa Roberto, que además explica que el cine de verano es una actividad más pensada para los niños, que normalmente soportan peor las salas cerradas.
Hay cinéfilos que creen que en las salas veraniegas sólo deberían proyectarse películas de baja calidad. Joaquín tiene 28 años y lleva tres estudiando cine y sonido. «Creo que las proyecciones no se pueden disfrutar bien en un cine de verano, no se captan todos los detalles». Gloria, su novia, no comparte esta opinión y apostilla: «A muchos nos gusta poder sentarnos, comer, fumarnos un cigarro y además disfrutar de algún estreno». El novio se ríe: «¿Ea! pues no hay nada más que decir», responde.
Es posible que existan opiniones para todo los gustos y que este gran salón de estar en el que las familias pasan sus mejores ratos veraniegos no resulte cómodo. Pero lo que es seguro es que son todo un recuerdo de lo que fue el séptimo arte en sus comienzos, ese cine de salones de té, de viejos teatros, de plazas del pueblo. Un recuerdo que ya puede disfrutarse en pocas ciudades y que en Granada perdura.
Cuando aparecen en cascada los títulos de crédito al final de la película las sonrisas permanecen en los rostros. Niños y mayores han olvidado el sofoco y los ruidos de la ciudad. Huyen de nuevo a sus refugios y aunque el calor los persiga, la noche ya ha caído y un suave vientecillo se colará por sus ventanas, mientras esperan impacientes pasar otra noche de sueños en un cine de verano.
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