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CURACIÓN. Aspecto de la pierna de un niño que necesitaba una atención médica urgente. / C. S.
13.000 atendidos... y suma y sigue
GRANADA

13.000 atendidos... y suma y sigue

Miembros de la oenegé Cooperación Social regresan de su estancia de 15 días en Costa de Marfil para ayudar a los más pobres y curar a 6.000 niños y aliviar a 7.000 mayores

RAFA LÓPEZ

Lunes, 11 de agosto 2008, 04:28

UNA mirada de un niño, de un enfermo, de un abuelo, de una mujer, te deja más que satisfecho. No tienen nada, y lo poco que tienen te lo dan». Así se expresa Ricardo de la Hoz, miembro de la oenegé Cooperación Social y que acaba de regresar junto a otros diecisiete compañeros más de un campo de trabajo de Costa de Marfil, uno de los países más depauperados de todo el planeta y en el que, cosas de la vida, las medicinas se pagan a precio de oro, pues allí no existe la Seguridad Social ni nada que remotamente se le parezca. Es decir: la sanidad es privada, pero nadie puede pagarla.

Ni Ricardo ni ninguno de sus compañeros se han ido a Costa de Marfil de vacaciones y regresar con un bronceado tipo Delial, Nivea, Estée Lauder o Margaret Astor, si es que Margaret Astor comercializa bronceadores. No. Han dedicado su tiempo de descanso veraniego a ayudar al centro médico Walé y a un total de doce poblaciones de la selva radicadas en Costa Marfil, de las que es difícil establecer cuál es la más pobre porque por debajo de su nivel de vida -qué ironía llamarle a lo suyo 'nivel de vida'- ya no hay nada que pueda recibir el calificativo de 'humano'.

Ahora, a su retorno, Ricardo explica su actual situación: «Después de haber pillado, pulgas, chinches y colitis, estamos recuperados», lo cual no le impide añadir a renglón seguido: «Pero ha merecido la pena. El año que viene volveremos».

Y es que, digámoslo así, la solidaridad engancha, crea una cierta adicción. El motivo: la situación del país y del pueblo de Yamassoukro, donde está ubicado el centro médico de Walé, es tan calamitosa, que cualquier apoyo que se preste a sus gentes tiene un efecto inmediato y fulgurante, visible y satisfactorio, y todo ello a pesar de saber a ciencia cierta de que se trata de una gota en un océano.

El trabajo que han desarrollado los dieciocho miembros del grupo ha sido ingente. Hay que tener en cuenta que el grupo no había sido elegido al azar, sino que fue seleccionado para que aportara precisamente lo que era necesario aportar. Por eso la mayoría ha estado formada por médicos, estudiantes de la carrera de Medicina y jóvenes profesionales.

Parásitos, paludismo...

Lo que allí se han encontrado no han sido gripes ni heriditas, sino algo de mayor enjundia. Así, han atendido a más de 6.000 menores de edad que padecían enfermedades de todo pelaje: úlceras, parásitos en el estómago, enfermedades de la piel, paludismo, bilarciosis, infecciones de heridas, cuenta Ricardo de la Hoz.

Y los mayores de edad asimismo han recibido la atención necesaria, pues también ellos presentaban un cuadro de patologías poco alentador, entre las cuales destaca una sobre todas las demás por su gran incidencia en la población: el sida, que alcanza a nada menos que el 12% de las personas que han sido examinadas.

Y es que en occidente el sida es como un maremoto que ya pasó y del que quedan sus últimos coletazos, mientras en África tiene un caldo de cultivo perfecto para crecer y multiplicarse.

En total, hablamos de más de 13.000 personas atendidas por un pequeño grupo de granadinos que han dedicado sus vacaciones a esta tarea. Para ello, han contado con el apoyo, siempre necesario, de Gestión, Orientación y Formación, de la Universidad de Granada y de la propia oenegé Cooperación Social.

Según explica a su regreso gráficamente Ricardo de la Hoz, «los niños carecen de todo tipo de higiene, y ropa. Solamente utilizan una camiseta. Dicha camiseta está bastante sucia y llena de agujeros, pero es 'la camiseta'. Quien no tiene camiseta, aunque esté bastante rota, significa que es lo más pobre de los pobres». Digamos que hasta en los niveles más bajos de la miseria hay también grados.

Granada colabora desde tiempo atrás con Walé, donde se quiere culminar la segunda fase del centro de salud, impulsado por españoles. Hacen falta 500.000 euros, de los que se han captado algo más de 100.000.

Han sido días complicados, días en los que ha cundido un cierto desaliento, días que han permitido al grupo madurar como personas. Por eso, no tienen ninguna duda, todos quieren regresar el próximo año. Este verano han sido unas 13.000 personas atendidas, pero esto es sólo un suma y sigue.

rafalopez@ideal.es

, MÁS INFORMACIÓN I www.cosocialgranada.blogspot.com

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