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TRIBUNA

Rutas gastronómicas

JUAN DE DIOS VILLANUEVA ROA

Lunes, 18 de agosto 2008, 04:13

QUÉ mejor época que el verano para ir descubriendo nuestro entorno, nuestro paisaje y paisanaje, que de él forma parte. La provincia granadina está llena de espacios recónditos, misteriosos, fabulosos, únicos. Lugares llamados a ser conocidos y respetados, algunos casi transmitidos tal y como los encontramos, los disfrutamos y dejamos que quienes ocupen estas tierras tras nosotros puedan gozar de ellos, con los mismos deleites que ahora. Esta tierra nos puede sorprender también por su gastronomía. Hay quien prefiere sobre todas las cosas unos buenos recorridos gastronómicos, que vayan enriqueciendo una cultura sin par, a la vez que deleitan los paladares más exquisitos, que no son obligadamente aquellos que más pagan. Lo bueno que tiene el verano es que tras él llega el otoño, tiempo proclive al desarrollo de estas rutas. Y en ellas, en nuestros pueblos, se puede combinar turismo y ejercitar esa cuasi religión del buen yantar. Un buen arroz, o un unas setas, o un cordero, o conejo al ajillo, o tantos platos autóctonos, nuestros, de toda la vida, sin necesidad de grandes gastos. Sin ir más lejos, y a modo de ejemplo, en Castillo de Tajarja encontraremos un rincón al que ya hemos aludido en alguna otra ocasión, el restaurante El olivo. Espacio entrañable e inesperado que nutre su despensa de los frutos de la vega granadina. Las aguas del Mulhacén llegan hasta nuestra mesa en los entrañables platos que Miguel prepara con ese arte que sólo el Realejo imprime a quienes en él nacieron. Porque Miguel ofrece una casa de comidas, pondrá sobre el mantel lo que toque ese día, en raciones lo suficientemente pequeñas para no llenar y lo pertinentemente extensas para degustar, para gozar con su carrusel de sabores y apuestas en las que siempre sale vencedor el buen gusto y el paladar más exigente. La amabilidad, la sorpresa, y la sonrisa de Celia vendrán a culminar un almuerzo sin prisa y sin pausa.

A casi doscientos kilómetros, en el Norte de la provincia, en Galera, podremos inundar nuestra mesa con el cordero segureño en su lata, con todos los condimentos que la tierra ofrece en esta parte de nuestra esencia provincial, con el riego del mejor aceite, con las patatas mejor preparadas, con un sabor único en un plato que al principio parece inabarcable pero que acaba absolutamente limpio.

Y del Norte al Sur, al puerto de Motril, sin alharacas ni grandes fastos, a la casa del Chato, donde Manolo te abrazará y te dará un trato sin igual, a la par que pasarás a comer un arroz delicioso, o el pescado fresco que cada día llega a apenas cien metros de este bar restaurante que te abre sus puertas aquí, en la provincia que daría para escribir varios periódicos con sus enormes lugares por los que dar gozo al paladar chupándote los dedos si es preciso, y con la sencillez de la sabiduría que dan los años. Como para quedarse sin descubrir estas rutas granadinas de ida y vuelta.

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