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Domingo, 28 de septiembre 2008, 20:57
CON ademanes felinos y una cautivadora apariencia de 'femme fatale'. Vestida de negro, animando el alzamiento de manos en una marcha casi militar al ritmo del 'All tomorrow parties' de la Velvet Underground. Así se presentó anoche Amaral en el Palacio de los Deportes. La cita se preludiaba emocionante dada la estrecha relación del dúo maño con la ciudad, «cuna del rock n' roll y de algunos de los grupos españoles que más nos han influido», confesaron Eva y el guitarrista Juan Aguirre. «El listón está muy alto. ¿Vamos a intentar ofrecer un buen concierto!», exclamaron. Y lo consiguieron.
Bandas locales como 091 o Lagartija Nick destacaron entre las primeras escuchas de ambos. De hecho, con estos últimos acaban de grabar la versión actualizada de 'Universal' para la reedición del imprescindible 'Inercia', obra capital del punk-rock nacional. Con esa canción comenzaron a probar en sus ensayos iniciáticos. Aunque el 'show' de anoche se acercó más a los montajes mastodónticos y ultramedidos de U2: escenario ovalado, con plataforma supletoria, atrezo de teatro barroco y abierto en un brillante panel de neón.
Transcurrida una década desde su debut, Amaral ha protagonizado un imparable ascenso comercial. Hasta el punto de que, en España, sólo ellos se posicionan en ese trono privilegiado de las superventas con el rock como argumento artístico. Lo suyo consiste en vender actitud. Mucha pose, recursos escénicos de manual y la experiencia acumulada durante diez años de exitosos recitales ante audiencias masivas. Es más, anoche repitió algún espectador que conoció a los zaragozanos en el multitudinario Zaidín Rock de 2002, donde reunieron a 25.000 personas. «Fue impresionante porque arrasaron poco después de un concierto memorable de Elliot Murphy», recordaba Rafa. «Ahora suenan más potentes», añadía.
Y es que, en efecto, la pareja endurece su propuesta en vivo. Incluso los temas de su flamante y discutido 'Gato negro, dragón rojo' salen robustecidos en las tallas amplias gracias a un vigoroso empaque de banda. El traqueteo de la batería de Coki Jiménez, sumado a la calidez que imprime Zulaima Boheto con su chelo y al barniz de los teclados del ex Distrito 14 Quique Mavilla aportan un muro sónico apabullante. Al menos, chicha suficiente para las reverberaciones del palacio. Ahí pasó la prueba del algodón Eva con su potentísima voz.
Mención aparte merece el nuevo guitarrista de la formación, Octavio Vinck. Como diría Calamaro, un aristócrata del 'underground', curtido en el más puro estilo americano y con la cátedra del 'power-pop' sacada en sus años de militancia con Paul Collins.
Desgraciadamente, en un repertorio tan esquemático y plano, este virtuoso queda desaprovechado. Más si sus intervenciones se ciñen a rascar la acústica. No obstante, el combo reforzó el cancionero de Amaral. Clásicos de la última era del pop español, instalados ya en la memoria colectiva de la generación veinteañera -y treintañera, y - que abarrotó el recinto a pesar de la lluvia. Lo aciago del día no impidió que unos 3.000 granadinos disfrutaran de 'El universo sobre mí', 'Días de verano', 'Moriría por vos', 'Cómo hablar' o 'Te necesito'.
Momentos de intimidad
Los escasos instantes de intimidad, con velaje dispuesto en las tablas, se reservaron para un set acústico, en el que rememoraron 'No sé que hacer con mi vida', del repertorio que manejaban en 1998. Después, otra tromba acompasada por un impresionante solo de batería aderezado por los hipnóticos efectos de una onda Martenot producidos por la propia Eva Amaral. Fue la intro de 'Big bang'.
Las canciones de Amaral emocionaron a los presentes. Eva y Juan se han acomodado en una fórmula rentable. Los relatos de viejas vivencias adolescentes, contados con sencillez y sin grandes filigranas poéticas, cuajan en el público mayorista. En sus últimos trabajados han sabido compaginar el lado sentimental con la preocupación por el medioambiente que está tan de moda. En sus declaraciones, el dúo se manifiesta apóstata de la industria. Telonean a Bob Dylan y escapan de esa pereza tan frecuente en el 'star system'. Sin ir más lejos, tras su paso por Andalucía, la próxima semana volverán a encerrarse en el estudio para grabar.
Con 'Sin ti no soy nada' pusieron broche a una actuación marcada por la lluvia de voltaje. Junto a los espectaculares efectos lumínicos del escenario, el grupo atronó desde su arranque de la mano de 'Kamikaze'. Los homenajes a sus ídolos del extrarradio mitómano continuaron en el flirteo con los Who en 'Toda la noche en la calle' -¿ese órgano de 'Baba O'Riley'!-.
También celebraron el rescate de la guitarra extraviada de Peter Buck, de REM, pergeñando 'So central rain'.
Y Juan Aguirre reivindicó su momento tomando el micro para cantar 'Es sólo una canción', pieza en la que parafraseó el 'Que no' de su colega Xoel López, más conocido por el rótulo 'mod' de Deluxe. Además, se despidieron con la banda sonora de 'Desayuno con diamantes' como cortinilla de cierre. Al igual que Audrey Hepburn en la película, la felina traviesa del Ebro tuvo un final feliz en Granada.
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