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EXTREMODURO. Robe Iniesta, líder de la banda, en un momento de la actuación de anoche en Alhendín.
La romería de Robe Iniesta
Cultura-Granada

La romería de Robe Iniesta

Quince mil personas se desplazaron -algunos como buenamente pudieron- al campo de fútbol de Alhendín para ver a Extremoduro

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Domingo, 26 de octubre 2008, 13:43

EL grupo de Roberto Iniesta se ha convertido en el más multitudinario de esta segunda mitad del año. Cerca de 15.000 personas se desplazaron anoche como pudieron a Alhendín para un ansiado concierto que en principio se iba a celebrar en Atarfe. El cambio, aún a riesgo de que el frío y la lluvia hicieran acto de presencia (que lo hicieron) se debió a la subvención (18.000 euros) con la que el Ayuntamiento de Alhendín apoyó su realización. Uno recuerda cuando los organizadores del Espárrago rock se enfadaron porque Extremoduro congregaba a la mitad de la cifra de los asistentes a su festival. Ahora ellos solos son un festival. Esos doce kilómetros de distancia hasta Alhendín iban a ponerse muy cuesta arriba para los que esperaban en la rotonda de Hipercor unos autobuses que no aparecían: «¿Llévame en la Vespa!», le dijeron con mucha pena al arriba firmante, algo muy complicado porque podían ser medio millar. Ya cerca, los coches aparcados a ambos lados de la carretera ocupaban hasta la mitad del trayecto de Armilla, y en los accesos protección civil, policía municipal y la Guardia Civil custodiaban la llegada y de paso capitalizaban presupuestos con los controles, que ya antes de comenzar el concierto estaba haciendo la Benemérita. Como pudo el gentío se acercaba al polideportivo de un pueblo que por una noche había doblado sus habitantes. Y es que Extremoduro es ya un grupo de mayorías, de todo color y condición; así al lado de los genuinos seguidores del Iniesta con tricornio de hace años había todo tipo de personal: juro haber visto un grupo que, o se había escapado de una boda, o de una convención de vendedores de El Corte Inglés. Había terminado ya el grupo telonero, los magníficos veteranos de Doctor Deseo cuando todavía entraban centenares de personas, y más aún caminaban hacia allí. Pero, había tiempo, les quedaba el segundo grupo telonero y nunca anunciado, los siempre transparentes 'Visite nuestro bar', que actuaron cerca de otra hora (con 'versiones' de Free, Barricada, Lou Reed y esa 'Autopista hacia el infierno' cuyo estribillo levanta más puños hacia arriba que la mismísima 'Internacional'). Bajo un montaje de unos ocho pisos de altura como poco, cubierto para no mojarse y con dos calentadores gigantescos apuntando al centro por aquello de no pasar frío, asomó primero un Roberto, que había abandonado la falda y recuperado el pantalón, y posteriormente Antón, su mano derecha en los últimos tiempos, y luego el resto de los músicos. «Se apaga el fogón y no funciona nada», fue lo primero que dijo, iniciando el concierto con un 'Deltoya' que dejó cantar al público, que obviamente se la sabía perfectamente, quedándose él con los estribillos y las partes guitarreras, donde estuvo muy eficiente en la primera parte del concierto, y eso que eran tres en formación, doblando y hasta triplicando los punteos. Por cierto un 'Deltoya' muy 'enlorquecido' ya que finalizó con 'La tarara', que sin duda debe su nombre a conciertos como éste, cuando son miles las voces que la tararean. Como es habitual el grupo tenía previsto dividir su actuación en dos partes y aún le dio tiempo a cantar 'Golfa', y unos apuntes del nuevo disco, 'La ley innata' que va encajando como puede en un concierto plagado de canciones que todos quieren escuchar como la 'Dulce introducción al caos' donde el grupo roza el rock sinfónico. Cuando uno se alejaba, todavía decenas de personas se dirigían al concierto calle abajo. Toda una romería nocturna.

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