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MAR VALLEJO
Viernes, 21 de noviembre 2008, 03:42
«No he pisado aquí desde que terminé los estudios, y veo que esto ha cambiado mucho», señalaba una señora mayor que acudía con sus antiguos compañeros de clase a la celebración del 75 aniversario del edificio de la Escuela Normal de Magisterio de Granada, situado al final de Gran Vía, hoy sede de la Junta de Andalucía y de la Delegación de Educación. Fue una tarde de reencuentros para todos aquellos que cursaron sus estudios en este edificio, inaugurado el uno de octubre de 1933 por el presidente de la República Española, Niceto Alcalá Mora, y que se convertiría en la mejor Escuela de Magisterio de España, y en una de las más grandes de Europa. La idea de conmemorar esta fecha parte de un grupo de investigadores sobre temas granadinos. Uno de ellos, Javier Pérez, explicó a IDEAL que «no podía pasarse por alto un aniversario tan importante, ya que en 1933 se produce un hecho de gran calado, como es el cierre de la Gran Vía con este edificio, considerado un motor para la educación de donde han salido grandes maestros como Manuel Titos o Francisco Izquierdo». Un homenaje a las raíces del magisterio granadino que ha contado con la participación de la Delegación de Educación, de la Facultad de Ciencias y de profesores y alumnos de la propia Escuela Normal de Magisterio. Recuerdos El emotivo acto en el que todos los asistentes intercambiaron experiencias, estuvo presidido por el delegado del Gobierno andaluz, Jesús Huertas, y por la delegada de Educación, Ana Gámez. Huertas destacó que el edificio de La Normal, construido por Leopoldo Torres Balbás y pintado y amueblado por Hermenegildo Lanz, «ya forma parte del paisaje y de la historia contemporánea de Granada», y dijo estar «orgulloso» de que la Junta lo recuperara para instalar su sede en la ciudad. Por su parte, Ana Gámez señaló que «es importante no olvidar la importancia que La Normal ha tenido siempre para la docencia, y cuya inauguración coincidió con una época en la que el maestro era el alma de la escuela y una pieza fundamental en la sociedad», por lo que, según añadió, «hay que coger ese mismo testigo y que esa idea recaiga en todos». Además, en nombre de la Facultad de Ciencias de la Educación, Remedios Sánchez, vicedecana de la misma, quiso recordar a las decenas de generaciones de maestros que se formaron en La Normal, y señaló la figura de Agustín Escribano, primer director del centro, del que dijo que su fusilamiento quizá se produjo por «intentar que la gente no fuera analfabeta y que tuviera su propia opinión». Testimonios Nostalgia, recuerdos y un reiterado «te acuerdas de...» se adueñaban del ambiente que ayer se podía respirar en La Normal, repleto de antiguos profesores y alumnos. Entre ellos se encontraban Pascasio Mazuecos, que hoy con 94 años tuvo el honor de asistir a la inauguración de esta escuela, siendo alumno de ella; Mari Luz Escribano, hija de Agustín Escribano, que fue director desde 1931 hasta 1936, fecha en la que fue fusilado, y de Luisa Pueo, también profesora y responsable de dirigir la Residencia Femenina de Estudiantes; Manuel Lorenzo, director de la escuela desde finales de los setenta hasta comienzos de los ochenta; y Enrique Lanz, hijo del desaparecido Hermenegildo Lanz, catedrático de Dibujo y encargado de diseñar el mobiliario del edificio. En primer lugar, Pascasio Mazuecos recordó a través de su hijo -encargado de narrar su testimonio- como fue aquel día en el que se inauguró la Escuela Normal de Magisterio de Granada: «Fui actor y testigo privilegiado de la construcción de este edificio», relató. Mari Luz Escribano, catedrática de la escuela ya jubilada, quiso ayer volver atrás en el tiempo y aseguró sentirse «como una niña con babero blanco y zapatos de pulsera con calcetines». Llegó a la escuela con cuatro años -donde también se impartían estudios primarios en las plantas inferiores- hija del director y de una profesora. Según recuerda, «aquí realicé todos mis estudios y tuve una infancia feliz, ahora veo que las escaleras no están en el mismo lugar, y que hay elementos que han cambiado de sitio». También dijo poseer «recuerdos encontrados» porque «en aquel tiempo, mi madre regresaba del exilio y mi padre fue fusilado», y añadió refiriéndose a ese hecho «cuánto dolor enterrado en estas paredes hay en la maleta de mi familia». Por su parte, Manuel Lorenzo, que ocupó el puesto de director del centro desde finales de los setenta a principios de los ochenta, también rememoró su paso por este edificio: «Desde que en 1967 realicé aquí mis oposiciones, mi vida ha estado vinculada a La Normal. Me tocó dirigir la escuela en la peor etapa, en la Transición, cuando el país en general se encontraba agitado y las huelgas se hacían interminables». Exposición Desde el miércoles y hasta el próximo 4 de diciembre, La Normal acoge una interesantísima exposición donde pueden contemplarse documentos de la época en la fue construido el edificio, tales como artículos y portadas de prensa, antiguos libros de texto y títulos de maestro emitidos por la República. También están presentes fotografías en blanco y negro de varias generaciones de alumnos, e imágenes de las aulas, biblioteca y despachos de la escuela. Y gracias a la colaboración de Enrique Lanz, los asistentes a esta muestra podrán ver en vivo los antiguos pupitres utilizados por los estudiantes.
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