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Estudiantes de Bachillerato repasan apuntes en un centro educativo de Jaén. / IDEAL
El fracaso escolar se hereda
Cultura-Granada

El fracaso escolar se hereda

Una investigación concluye que el estatus socioeconómico de los padres es el factor que más influye en las posibilidades de que un joven logre acabar el Bachillerato o la FP

INÉS GALLASTEGUI

Lunes, 15 de diciembre 2008, 03:48

Ni los ordenadores en las aulas, ni los esfuerzos del profesorado, ni los programas de atención a la diversidad. Lo que más influye en las posibilidades de éxito escolar de un adolescente es, curiosamente, su padre; o más concretamente, el dinero y el nivel educativo de su padre. Al menos, así lo asegura una investigación realizada por el sociólogo Ildefonso Marqués para el Centro de Estudios Andaluces. El trabajo se basó en una encuesta-panel de condiciones de vida realizada por el Instituto Nacional de Estadística a 30.000 españoles, una muestra lo bastante amplia que permite analizar la influencia de distintas variables «sin perder representatividad».

El sociólogo recuerda que la extensión de la enseñanza post-obligatoria (Bachillerato y ciclos formativos de Formación Profesional) a la gran mayoría de la población adulta es «la tercera revolución educativa». La OCDE ha apuntado la escasez de graduados como uno de los factores que explican que la economía española «no despunte», ya que buena parte de sus trabajadores carece de formación especializada. En España, sólo el 49% de la población de 25 a 64 años ha terminado esa etapa, frente al 90% de la República Checa, el 86% de Estados Unidos o el 83% de Alemania. En Europa la media es del 68% y España sólo mejora a Portugal (26%).

Retraso andaluz

En Andalucía, cuyo sistema educativo sufre un retraso histórico respecto a otras regiones, la proporción de graduados en esta etapa es inferior a la media del país. Según la Encuesta de Condiciones de Vida, en 2005 el 67,1% de los españoles de entre 25 y 35 años habían terminado el Bachillerato o la FP, mientras en Andalucía ese porcentaje se reducía al 56,4%. De este sondeo, Marqués extrae conclusiones interesantes: el 81% de los jóvenes andaluces procedentes de familias de estatus medio alto y alto superan esa etapa educativa, igual que el 69% de los de estatus medio. En cambio, sólo el 44% de los chicos del medio-bajo y el 33% de los del bajo logran terminar esos estudios. El estatus socioeconómico tiene en cuenta los ingresos y el nivel educativo del padre; no considera a la madre, justifica el autor, porque se hacen estudios comparativos con países en que las mujeres apenas trabajan.

El sociólogo ha descubierto además que en cada uno de esos grupos hay factores secundarios que influyen en el éxito académico. En el grupo 'bajo', ese 'segundo predictor' es la existencia de problemas económicos de la familia cuando el individuo tenía entre 12 y 16 años. En cambio, en el grupo 'medio-bajo' el factor más influyente es el número de hermanos: el 65% de los jóvenes con menos de dos hermanos logran acabar estos estudios, pero sólo lo consigue el 43% de los que tienen más de dos hermanos.

Ante este hallazgo, Marqués recuerda que la relación inversamente proporcional entre la cantidad de hijos que tiene una pareja y la calidad de la formación que es capaz de darles ya había sido analizada por el premio Nobel de Economía Gary Becker. A su juicio, no se trata de que las familias con muchos hijos no tengan dinero para pagar los estudios de todos, sino que su «energía emocional» es limitada. Para que un joven continúe los estudios después de la ESO, recalca, hace falta que sus padres estén 'encima'.

Curiosamente, dentro del grupo de estatus medio-alto y alto el factor que mejor predice el éxito escolar es el sexo: casi el 91% las chicas terminan el Bachillerato o la FP, frente al 80% de los chicos.

El amigo encofrador

Marqués está realizando una investigación cualitativa, con encuestas a adolescentes y padres, para conocer qué hay detrás de las grandes cifras: «Es preciso ver cómo interpretan ellos el fracaso escolar; qué motivos les llevan a abandonar los estudios. A lo mejor un chaval te dice que tenía un amigo encofrador con un buen coche y él también quería uno...».

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