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Torres es atendido por la Cruz Roja justo después de que un chasquido en su rodilla derecha le impidiera mantener la verticalidad. /GECASPORT
El drama de Antonio Torres
Granada-74

El drama de Antonio Torres

El defensa del Granada 74 se ve abocado a la retirada y a vivir con un dolor crónico por una lesión en la rodilla derecha de la que no se puede operar por carecer de medios económicos

SERGIO YEPES

Miércoles, 11 de febrero 2009, 09:46

«Mi preocupación ya no sólo está en quedarme bien y en poder seguir jugando al fútbol, que yo soy profesional de esto y tengo una familia que mantener. Sino en poder llevar una vida normal en el futuro. En que no me queden secuelas. Porque pasan los días y la rodilla no mejora. Cojo en brazos a mi niña, que sólo tiene un año, y no puedo aguantar el peso, porque me duele. Me tiro al suelo y. . ¿ves? No puedo flexionar la articulación», dice con el ceño fruncido desde el frío suelo. ¡Cuanto se equivocaba el lateral linarense Antonio José García Muñoz -en el mundillo conocido como Torres-, al pensar que su tercera aventura deportiva en esta ciudad le iba a devolver la gloria arrebatada aquel fatídico 25 de junio de 2000 en el que el Granada CF dejó escapar el ascenso ante el Murcia!

Y es que en su retorno a la capital de la Alhambra, el hoy defensor del '74' se ha encontrado con una hipoteca inabordable en términos emocionales. Esto es, la antesala de la retirada y la posibilidad más que latente de que pasados muchos años de su actividad futbolística tenga en el día a día «dolores derivados de pequeños esfuerzos, por rigideces. Algo que sucederá casi seguro», dice el médico Juan Carlos de la Cruz.

Y todo, por un cuadro clínico escalofriante. A saber, la región blanda que forma la unión del muslo con su pierna derecha presenta rotura parcial del ligamento cruzado anterior, signos degenerativos, artrosis, un edema óseo y el cartílago dañado de manera considerable. Frente al Betis B, en la primera jornada de Liga, la rodilla 'se quejó'. Y ante el Guadalajara, en el séptimo duelo de competición y tras tres semanas de descanso, volvió a emitir señales de dolor. Pero fue en su vuelta a los rectángulos de juego, con motivo del décimo quinto encuentro, cuando enarboló la bandera de la rendición. Apenas habían transcurrido veinticinco minutos en el estadio municipal Alfonso Murube de Ceuta, cuando el lateral experimentó la derrota en el dilema moral creado por forzar su recuperación. El de seguir sintiéndose útil o caer en brazos del abandono, con todo lo que ello supone en un equipo en el que nadie tiene garantizado el cobro. «Sabía a lo que me arriesgaba, pero no estaba dispuesto a echar por alto la temporada, quería ayudar al equipo», dijo.

Total, que el pasado cuatro de diciembre, en la Clínica de la Salud, se puso en manos de la mutua Ibermutuamur para que se le practicara una artroscopia más diagnóstica que terapéutica, según señalan entendidos en la materia. Una intervención que posibilita que pueda soñar, pero sólo eso, con vestirse de corto en un 'breve' plazo. Y, al mismo par, que le evita convertirse con el paso del tiempo en una carga económica para el centro, en caso de seguir de baja.

«Me quitaron un trozo de menisco y ahora me estoy sometiendo a tratamiento. Pero la verdad es que tengo miedo, porque la rodilla me sigue produciendo molestias. A veces se me queda bloqueada y me produce un dolor que no puedo soportar. Ni siquiera puedo coger el coche, porque cuando hago un recorrido largo me tengo que parar».

El drama se completa con un panorama económico desolador. Sin cobrar desde el pasado mes de septiembre, no se puede plantear el desembolso de los cerca de 6.000 euros que le permitirían encontrar una solución definitiva en un quirófano. Para bien, o para mal. «No es que no quiera, es que no puedo», dice con preocupación quien siempre se ha considerado un «trabajador del fútbol».

Un cabezón

Aún así, Torres es un cabezón. Apenas hecha cuentas de que tiene titulación como auxiliar de delineante y que un buen día quiso iniciar el curso de entrenadores -ahora podría dirigir a chavales- De hecho, confía en la excelente reputación del doctor López Goyenet, que es quien lleva su caso, para que a los 34 años no tenga que decir adiós, por la puerta de atrás y con la amenaza de un descenso pendiente. Es difícil, mucho, «pero no me rindo, lo seguiré intentado».

De ello, da buena fe el entrenador Carlos María Rodríguez, quien destaca del jugador que «intenta ayudar en la medida que le es posible. Aunque no puede trabajar, siempre viene a los entrenamientos para dar ánimos y ayudar a los más jóvenes. Cada día demuestra que es un gran profesional».

El próximo domingo Torres será, junto a los también lesionados Guerra, Montoya, Capa y Gúmer, las bajas del Granada 74 ante la Balompédica Linense. En cierta manera, no le preocupa. No es un partido de su 'calendario', ese en el que sigue habiendo reservado una fecha, aún sin concretar, para la esperanza.

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