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BRÍGIDA GALLEGO-COÍN
Viernes, 15 de mayo 2009, 05:46
La expulsión de España produjo en los moriscos sentimientos encontrados. Uno de ellos fue la rebeldía. Los echaron de su país, de sus tierras y de sus casas, sin apenas permitirles llevar nada con ellos. En muchos casos, tampoco fueron bien acogidos al otro lado del Mediterráneo. Algunos optaron por el camino de la piratería como forma de lucro y también de demostrar su insubordinación y recelo a quienes los borraron del mapa de la Península sin miramientos. Lo explica el profesor Bartolomé Bennassar, de la Universidad de Toulousse-Le Mirail, en su conferencia 'Un Mediterráneo de renegados'.
-¿Cuántos moriscos deciden hacerse piratas?
-Una minoría, pero hubo un caso especialmente curioso que tiene mucha fama. Se trata del pueblo de Hornachuelos, en Extremadura. Todos sus habitantes fueron expulsados, por moriscos, y se marcharon a la vez a Marruecos, concretamente a Salé, junto a Rabat. Allí se hicieron dueños de la República corsaria de Salé.
-¿Fueron muy temidos?
-Sí, porque se dedicaban a apoderarse de los barcos, especialmente en la zona del Estrecho de Gibraltar. Vendían a la tripulación como esclavos, vendían también la mercancía, además se unían con auténticos renegados de toda Europa, llegados de Flandes, Holanda, Inglaterra, terriblemente crueles y que se hacían musulmanes por interés, sólo levantando la mano y diciendo Dios es Alá y Mahoma su profeta. algunos 'trabajaron' también con el mítico Barbarroja.
-¿Algún pirata morisco especialmente famoso?
-Sí, el granadino Mami Arraez, expulsado en 1609. Alcanzó gran fama por su temeridad y aunque no se sabe demasiado de él, tuvo un enorme barco en Argel con el que vivió todo tipo de correrías y fechorías. En la decoración de algunos barcos había un cierto sello español.
-¿Atracaban también barcos y costas españoles?
-Claro, especialmente las Baleares y Valencia, también las costas catalanas y el Algarve portugués. No sólo tenían afán de lucro, también de venganza. Estaba prohibido sacar de España el oro, la plata, las joyas y muchas otras pertenencias, como los animales, por eso se vieron obligados a malvenderlo todo y cruzar al otro lado sin apenas nada.
-¿Trató el Gobierno español de frenar esta piratería morisca?
-Sí, reforzando su armada, tratando de capturarlos, pero eran hábiles, no siempre lo lograban. Por supuesto, ellos también intentaron llegar a acuerdos con España, incluso negociar su vuelta con el Rey, pero no hubo manera
-¿Cuándo alcanzaron su máximo apogeo?
-En el siglo XII, posteriormente se van fundiendo con la población hasta que, al final, desaparecen.
-Usted ha escrito varios libros sobre este tema de la piratería morisca. Uno de ellos, 'Los cristianos de Alá', y otro 'El galeote de Argel', que está editado por el Círculo de Lectores.
-Espero que quien me lea lo pase tan bien como yo escribiéndolos. Reconozco que estudiando toda la documentación me he sentido dentro de una gran aventura, de una gran novela porque se trata de testimonios históricos llenos de emoción, de vivencias. Llegaron a realizar empresas fantásticas, como el saqueo de la capital de Islandia, donde además apresaron a 400 personas que luego vendieron como esclavos, incluidos mujeres y niños.
-¿Persiguieron mucho a estos piratas?
Ellos perseguían a los demás, y los enfrentamientos no eran nada agradables, realmente eran temibles. También había moriscos en las tripulaciones, como remeros, por ejemplo, personal de los barcos.
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