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ÁNGELES PEÑALVER
Sábado, 27 de junio 2009, 11:13
Lo dice el propio Fernando Sánchez Dragó (Madrid, 1936) llevándose las manos a la cabeza: «Si es que soy tan conocido como Julio Iglesias. Me desespera. Es una cosa absurda para un escritor. En mi casa de Soria he puesto un azulejo de un alfar valenciano donde se lee: 'Visita no acordada, visita no deseada'».
Echa Dragó un vistazo ultrasónico a la panorámica del Centro Cultural CajaGranada, recién construido por el prestigioso arquitecto Campo Baeza. «Esto es un refugio atómico, ¡qué barbaridad!». En este edificio ha sido invitado como conferenciante en un ciclo de 'Literatura de viajes', dos palabras que para este intelectual van siempre casadas.
Pide a la camarera agua con gas y refresca aún más el discurso vehemente, vivaz y jovial que mantiene tras 72 años de existencia -«soy un anciano»-, siete 'matrimonios', tres hijos, cientos de viajes, libros y programas televisivos en los que siempre ha nadado a contra corriente. Y sin perder la sonrisa, porque Sánchez Dragó es «feliz desde pequeño». «Nací así». Y no descarta encargar algún hijo más con su actual esposa, 38 años menor que él.
El pesimismo le acecha al hablar de viajes y política. Acaba de pasar un trimestre en Indochina y sostiene que no existe lo desconocido «porque el mundo está rotulado por el turismo, Internet, la televisión...». Además, critica que sólo tenemos libertad en abstracto. «En mi tierra, para pescar cangrejos en el río tienes que poner a tu lado una fotocopia plastificada de tu carnet de identidad. Y no puedo coger una flor sin que aparezca un helicóptero y me fusile con un misil. En la mayoría de estados democráticos vivimos en términos totalitarios».
-¿Se ha quedado en el camino su ilusión por viajar?
-No, porque cuando veo en el periódico que hay una guerra, un tsunami o un atentando en un país, cojo un billete y me planto allí. En esos momentos, el turista, que es el enemigo máximo del viajero, desaparece. Ahora no viajo, me fugo.
-Conoce ochenta países. ¿Agotada su capacidad de sorpresa?
-Mi capacidad de sorpresa positiva está agotada. En cambio, la capacidad de sorpresa negativa, por desgracia, no. Yo llegué a Bali, un paraíso, en 1968. Luego he ido en infinidad de veces. Volví hace unos meses, después de ocho años. Se ha convertido en un infierno, ya no queda absolutamente nada de lo que fue. Todo va a menos. El mundo se ha acabado ya y la gente no se ha dado cuenta.
-¿Ya?
-Estamos en el 'postapocalipsis'. La gente cree que el fin del mundo es un telón que cae. ¡No! El fin del mundo es un proceso y ya ha llegado. Internet, sin ir más lejos, es el fin del libro, la televisión, el cine, la música, el fin del periodismo escrito que hemos mamado. Surgirá otra sociedad, pero el mundo que yo he vivido está en extinción.
-¿Sigue haciendo viajes interiores?
-Por supuesto, a través de la meditación, que te lleva al fondo de lo desconocido. La otra forma que cultivo es tomando ciertas sustancias 'enteogénicas', mal llamadas alucinógenas, como el LSD, peyote... En Bali me he sentido libre en ese aspecto y he hecho cosas que no puedo ni mencionar porque se acrecentaría mi fama de raro, polémico y provocador.
-¿Qué es la libertad para Dragó?
-¡Ja! Por lo pronto, no saber lo que me aguarda a la vuelta de la esquina. Por otra parte, no dejarse condicionar por un caldo de cultivo religioso, cultural, filosófico, político y social en el que se generan sentimientos de culpa. Para ser libre hay que 'descondicionarse'; saber que no somos responsables del mal ajeno. Si a alguien le pasa algo malo, se lo ha buscado. Puro paganismo.
Su gato Soseki
Empieza entonces Sánchez Dragó a divagar sobre su gato Soseki, que murió el pasado noviembre por un despiste del escritor, quien más tarde finalizó llorando en el programa radiofónico de Isabel Gemio por la muerte del animal, al que adoraba. Tanto, que le acaba de escribir un libro: 'Soseki, inmortal y tigre'. «Estoy marcado por el sentimiento de culpa de su muerte. Él se movía por las tierras altas de Soria como 'Alicia en el país de las Maravillas'».
-¿No se puede perdonar aquel despiste letal? Errar es humano.
-El ser humano tiene que estar siempre como el gato: en reposo y alerta, despiertos siempre. Errar es humano, pero escribir es intentar robar el fuego divino (risas), ser un dios. Errar es humano, ese es el problema: mira lo que nos rodea.
-Aseveraba Javier Reverte en este mismo ciclo literario que el ser humano, en el fondo, es una tragedia.
-El ser humano es una alimaña, un depredador. Somos los peores seres vivos. Sólo unos cuantos hombres se salvan. A cualquier ser vivo que nace, sea gato u hombre, se le brinda la oportunidad de fabricarse un alma. Pero la mayor parte de los hombres pasan por la vida como marmolillos, se jubilan, se van a jugar al tute y perecen sin alma.
-¿Dónde habrá ido Michael Jackson?
-En mi libro 'La prueba del laberinto' (1992), con el que gané el Planeta, escribí: 'Yo, a quien menos me parezco en el mundo es a Michael Jackson'. Me parecía un monstruito, como el retrato de 'Dorian Gray', deformado por fuera porque estaba podrido por dentro. No creo que se haya fabricado un alma.
-Su padre fue asesinado en la Guerra Civil por el bando sublevado. ¿Qué le parece que en Granada aún no se sepa a ciencia cierta dónde está el cuerpo de Lorca?
-No tengo pruebas, sólo sospechas y datos. Incluso yo estuve en la cárcel en 1956 con Manolo Fernández Montesinos, sobrino de Lorca. Tengo buenas relaciones con la familia Lorca, pero creo que el cadáver está en la Huerta de San Vicente y en el mundillo literario todo el mundo sostiene esa teoría. La familia también está en su derecho de negarse a la exhumación. Respetemos a los muertos. Dejemos a Machado en Collioure. En una tumba sólo hay huesos. A mí me da igual, que me tiren al cubo de la basura.
-Venía yo advertida y asustada por la entrevista y ha sido facilísimo.
-¡Pero si soy la campechanía pura! Hay gente que me ve como una especie de ogro, cascarrabias, bufo... Y soy una persona siempre de buen humor, no me enfado. Es muy desagradable porque es una falsificación permanente entre la persona y el personaje. Como personaje hay mucha gente que me tiene manía, pero en la distancia corta es imposible tenerme manía.
-¿Las cosas esas raras que hizo en Bali de qué tipo eran?
-... De tipo erótico. Lo contaré en mis memorias. No tiene sentido guardarse nada, yo concibo el escribir como el samurai, que se raja la tripa para devolver su alma al cosmos. Si no estás dispuesto a escribir la verdad en tu biografía, hazte político, mienten siempre.
-¿Erótico? ¿Viajó con su mujer?
-No. He ido solo, solo, pero mi mujer las conoce, yo no oculto nada.
«El 'Ulises', el 'Quijote', 'Las crónicas de India' son libros de viajes. Hasta 'La divina comedia', de Dante, era un viaje, aunque al infierno, al cielo y al purgatorio».
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