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Acopio de sacos de algarrobas, que se recogen en esta época, en el municipio de Gualchos. /RAFAEL GAN
El árbol nutritivo
La ruta de los Algarrobos Motril-Gualchos-Lújar

El árbol nutritivo

La actividad agrícola de nuestros pueblos es intensa durante los meses otoñales. No sólo la vendimia o la cosecha de almendras ocupa a decenas de familias sino que también aquí y allá, algunos agricultores todavía recogen las algarrobas, muy apreciadas por las industrias alimentarias y farmacéuticas. Hombres curtidos como Federico, Paco, Manuel o Antonio siguen 'apaleando' los viejos ejemplares de este árbol mediterráneo pro excelencia, sin saber que tal vez son los últimos en mantener viva una tradición que llena de dulzor pagos y barrancos Un paseo por Motril, Gualchos y Lújar nos permite conocer de cerca una de las especies vegetales más olvidadas pero importantes de nuestro paisaje: el algarrobo

RAFAEL GAN

Domingo, 4 de octubre 2009, 04:51

¡A garrotazo limpio, sí señor! Así se emplea don Federico Pérez, vecino de Lújar, con un viejo y robusto ejemplar de Ceratonia siliqua, vulgarmente conocido como algarrobo. Con firmeza pero también con cariño, la del sabio y curtido agricultor que trabaja y respeta el campo. A sus 78 años, Federico aún se mueve ágil -las piernas le están matando, todo hay que decirlo- entre las largas ramas de estos árboles, de un verde claro y limpio que destaca entre las demás especies que le suelen rodear, encinas, olivos, acebuches o higueras. Y así, con enérgicos y certeros golpes, va descargando el negro y preciado fruto de un árbol mediterráneo por excelencia. Bravío, bello, duro, imprescindible, despensa secular de alimento... Son largas y retorcidas vainas oscuras que, al caer al suelo, producen un fuerte repiqueteo contra la tierra reseca, demasiado para las fechas en que nos encontramos. En el aire de la tarde, un penetrante aroma dulzón invade el pago de La Calerilla, salpicado de paratas, huertas, olivos, almendros y decenas de algarrobos, muchos de ellos salvajes, ya perdidos.

Que cientos de vainas 'duermen' sobre esta tierra difícil, abandonadas por sus dueños para deleite, eso sí, de los jabalíes. «Los que quedamos en el pueblo sí las recogemos para los animales o bien se venden, que por poco que nos den, algo es», comenta Federico, simpática mirada bajo sus perennes gafas y sombrero de paja.

Nostalgia y tradición: éstos son los componentes de nuestro paseo dominical por la que pudiéramos llamar 'Tierra del algarrobo'. Una ruta que nos lleva directamente hasta el pueblo de Lújar -grandes piedras- que tal vez sea el municipio que cuenta con mayor número de algarrobos, con permiso de los numerosos ejemplares radicados en las lomas de Gualchos. Amén de otros municipios como Albuñol, Motril, Vélez o Molvízar en donde aparecen, aquí y allá, decenas de estos árboles. Algunos de ellos ejemplares centenarios, robustos y achaparrados, que al final de verano dan su fruto y cuya colecta se extiende hasta la Navidad.

Que cada cual escoja su destino pero aquí proponemos un paseo circular con salida y llegada a Motril. En concreto transitamos por la carretera GR-5207 que enlaza Motril con Gualchos. Ya a la altura de la población de La Garnatilla aparecen algunos algarrobos pegados al vial con su fruto sin recoger, cual pendientes negros colgados.

Que, si bien algunos vecinos del anejo motrileño juntan varios sacos cada año, otras muchas algarrobas 'manchan' la carretera con sus vainas machacadas. Los algarrobos aparecen pues esparcidos, aquí y allá, fruto de la siembra o del crecimiento natural y caprichoso de un árbol que tiene que vivir mirando al mar, dicen los entendidos, y no sobrepasa la cota 600.

Hoya Benitos

Apenas pasada la fuente del Moral, la GR-5209 nos conduce hasta Lújar, a unos 10 kilómetros de distancia, en cuyas alrededores el algarrobo es el protagonista en los bancales centenarios y en las barranqueras de roca viva a la que se agarra esta planta dura y resistente como pocas.

Federico ya ha cambiado de pago y ahora está 'liado' apaleando otros ejemplares de la Hoya Benitos. «Éstos son valencianos, no ve que los frutos son largos y de marrón más claro», comenta este jubilado que instruye al visitante en las distintas variedades: gordo con vainas gruesas y de un negro intenso; bravío, más retorcidas y claras o valenciano. Pronto llega Paco Gutiérrez tirando de los mulos Española y Voluntario que, por cierto, no hace demasiado honor a su nombre. Y es que no hay otra manera de sacar el fruto de la finca sin la ayuda de estos animales. «Esto lo hacemos más bien para estar ocupados ya que no vale ni 15 céntimos el kilo y casi no merece la pena agacharse», reconoce Paco mientras echa un saco de 40 kilos a lomos de Española. Como él, bastantes agricultores de Lújar y de Gualchos recogen la algarroba para ellos o para la venta, manteniendo esta tradición que se extingue.

Muchos de ellos encaminan sus sacos hasta Gualchos, a casa de Antonio González que ejerce desde hace años de 'almacenista' de casi toda la producción de la zona. Luego llegarán los camiones de Málaga -también se llevan a las fábricas de Murcia- para la posterior molienda que separa el 'trozo' de la granilla, pues todo se aprovecha de la algarroba.

Así es porque, a poco que se informe el visitante, descubrirá las enormes cualidades nutritivas y médicas de este fruto, rico en azúcares, que se utiliza desde antaño como pienso de animales o en harinas como sustituto del cacao para elaborar chocolates o alimentos dietéticos y en confitería como espesante.

Cualidades médicas

Y de las cualidades médicas de la algarroba hablan tanto los lugareños, que siempre la han empleado, como los investigadores que siguen estudiando sus propiedades. Como laxante, astringente, estimulador de los riñones, cosmético... En fin, la algarroba, tan simple y tan sorprendente. ¡Y pensar que todo empezó con un tal Federico a varazo limpio en las lomas de Lújar!

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