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El camino atraviesa viejos almendrales y olivares casi abandonados. /RAFAEL GAN
El barranco del pueblo
La Ruta de la Sierra del Chaparral Molvízar

El barranco del pueblo

Excursión al Nacimiento de Molvízar, un fresco y arbolado lugar de descanso al que se llega por veredas arrieras y caminos forestales con excelentes vistas de la Costa

RAFAEL GAN

Domingo, 11 de octubre 2009, 04:25

Bueno, por fin estamos en Molvízar. Con cohetes y todo nos han recibido al llegar, ¿cómo se habrán enterado de nuestra visita? ¡Ah, que no son para los mochileros sino, claro está, en honor a la Virgen del Rosario, cuyas fiestas celebran estos días en un pueblo cargado de historia, bellos rincones y unos alrededores naturales dignos de conocer!

Pues nada, antes de comenzar nuestra excursión del día, nos disponemos a atravesar el pueblo de punta a punta. Cuestión de no perder detalle de cuantos elementos tradicionales se conservan en el entramado de calles de sabor musulmán, a pesar del desafortunado urbanismo de épocas más recientes. Disfrutemos pues de esas fachadas andaluzas, blanqueadas y con macetas, balcones enrejados, algún tinao de sabor alpujarreño, patios con solera en la calle Carnicería, el entorno de Peñuelas, la plaza con su interesante iglesia neoclásica del siglo XVIII...

Y, en todo lo alto de Molvízar, una de sus señas de identidad, la Hacienda de San Francisco Javier, conocida aquí como la Compañía. Un conjunto de edificios -vivienda, lagar, molino harinero- que data de 1665 y está pidiendo a gritos una definitiva rehabilitación para disfrute de molviceños y visitantes.

Nuestro itinerario comienza cerca de este enclave patrimonial -www.molvizar.es- poco antes del cementerio. Allí un amable pastor nos informa del sendero que seguir, «todo recto hasta un gran pino, a la derecha hacia el Minchar, al Nacimiento para el otro lado».

Indicaciones muy útiles que completamos con las del panel informativo oficial que ofrece más datos sobre una ruta perfectamente señalizada con palos de madera. ¿Derecha, izquierda? El viajero opta por conocer, esta vez, el Nacimiento de Molvízar, a una hora larga de camino fácil que lleva desde la cota 260 hasta los 500 metros de desnivel. Que en distancia no serán más de tres kilómetros, aptos para toda la familia, ¡anímense!

Ya estamos andando por mitad de la rambla, con un lecho de tierra y a la sombra de los pinos, y empezamos a ver algunas fincas de subtropicales. Es el llamado barranco del Duende y algo de eso debe de tener pues, al atardecer, es ésta una zona aconsejable para andar, sentir la naturaleza cerca, relajarse con la tranquilidad circundante, pensar...

Pronto, tras vuelta y revuelta del sendero, aparecen las primeras huellas de tiempos pasados, de otras maneras de vivir. Aquí y allá hay numerosos bancales, sostenidos por fuertes balates de piedra, antaño profusamente cultivados y ahora cubiertos de almendros u olivos. Una vieja era, casi escondida bajo la alta hierba, 'descansa' de lejanas parvas aunque goza aún de una privilegiada situación frente al pueblo. Foto. A su lado, en cambio, la acequia tradicional sí cumple su función aunque sea a través de la moderna goma de plástico negro que ocupa el cauce.

Y es que, a poco que se mire, el excursionista atento descubre elementos rurales interesantes, dignos de fotografiar.

Que no todos los días se camina por una vieja vereda de herradura, de piedras ancladas en la tierra, una senda tradicional, el 'Camino de la Vega', por donde transitan labradores y senderistas por igual. Un vial histórico, entrada a la Sierra, con sus muretes de piedra justo antes de llegar a las balsas de riego, junto a viejos cortijos que lucen moreras y granados cargados de rojos frutos. Un rato para descansar, refrescarse con el agua reconfortante, tiempo para coger alguna granada a punto de reventar...

La Sierra en su esplendor

En esta zona intermedia, el paisaje se abre y aparece la Sierra en todo su esplendor: riscos calizos, crestas grises y descarnadas, despojadas de su manto verde por negligencias humanas difíciles de restañar. Aparecen aquí, por desgracia, los efectos del devastador incendio, los pinos quemados en el fondo del barranco de los Pinillos, madera ennegrecida que nos recuerda ese infausto 8 de noviembre de 2002. Algunas manchas verdes, eso sí, rebrotan y nos dan esperanzas de volver a disfrutar de este bello paraje.

El sendero coge altura y alcanza la cota 450 en donde, por fin, se bifurca. Hemos pasado una zona de cortijillos abandonados y giramos a la izquierda por un camino forestal, poco ancho pero allanado, ideal para caminar. Atalaya de Molvízar, al fondo la vega de Salobreña y su Peña. Y Lobres y la vega de Motril... ¡y el mar!

Apenas cinco minutos por una zona de cuevas y hendiduras, las Delicias, y ya llegamos al barranco, ya se oye el agua en el fondo de la quebrada. Atrás queda la sequedad, la roca caliza desnuda. Abajo el arroyo corre entre eucaliptos, álamos negros y algunas setas despuntan ya tras las últimas lluvias. Es el Nacimiento de Agua en el Barranco del Pueblo, sitio natural de este municipio rodeado de naturaleza, frescor y verdor entre montañas. Unos bancos de cemento nos invitan a hacer parada y fonda; a sacar las vituallas y echar un bocado; a disfrutar de la soledad del paraje -en todo el camino sólo nos hemos encontrado con una persona- y sentirnos rodeados de los riscos circundantes; a saborear, en definitiva, este lugar sorprendente, inimaginable en mitad de la sierra antes de regresar a Molvízar, en donde los cohetes nos recuerdan que son las fiestas del Rosario.

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