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El uso masivo de las nuevas tecnologías debe ser compatible con el libro. / REUTERS
El ordenador no es suficiente
SOCIEDAD

El ordenador no es suficiente

Un informe de la Fundación Encuentro desvela que las inversiones en tecnología en la escuela son poco eficaces sin un cambio pedagógico

CÉSAR COCA

Martes, 10 de noviembre 2009, 03:03

Adquirir ordenadores para los colegios será un mero adorno pasajero mientras esa operación no vaya acompañada de un cambio pedagógico a fondo que en España no se está dando. Así de tajante es el 'Informe España 2009' realizado por la Fundación Encuentro que se ha presentado en Madrid. Los autores del mismo desvelan incluso que la Administración está ignorando los datos que muestran con claridad que algunas inversiones en tecnología presentan resultados muy pobres porque no afrontan el verdadero cambio que requiere el sector educativo.

El capítulo relativo a la aplicación de las nuevas tecnologías de la comunicación en la escuela es el más llamativo del Informe.La realidad que presenta es bastante más gris que la imagen generada por el anuncio a bombo y platillo de que todos los escolares españoles dispondrán en breve de un ordenador en su colegio. Un anuncio que generó unas expectativas sin duda desmedidas a la luz de lo que está sucediendo en aquellos colegios donde ya disponen de un número elevado de equipos. Y lo que ocurre en estos centros, apuntan los autores del documento, es que han cambiado muy pocas cosas. Por decirlo de manera muy prosaica: los alumnos que suspendían en un sistema de clases tradicionales siguen suspendiendo con ordenadores en las aulas y los que obtenían antes resultados brillantes son los mismos que ahora consiguen las mejores notas.

Actores educativos

El análisis, sin embargo, es mucho más profundo y se detiene en los tres actores protagonistas del proceso educativo: el sistema como tal, el profesor y el alumno. El sistema, es decir, el colegio y el esquema curricular, no han variado. Los autores del informe reiteran que en la mayoría de los casos los ordenadores están en una sala por la que los alumnos pasan una o dos horas a la semana para actividades diversas. Son objeto de una asignatura y no herramienta de todas ellas. En el mejor de los casos, son usados para algunas materias (sobre todo, 'Conocimiento del medio'), con frecuencia como sustitutivo del vídeo. Un simple cambio de soporte que no añade valor al proceso.

Todo ello es la consecuencia lógica del hecho de que apenas se ha invertido nada en renovación pedagógica. El proceso de aprendizaje se sigue planteando de la misma forma, girando en torno al profesor y su capacidad para difundir conocimientos, en vez de hacer que pivote sobre el alumno, con el maestro como guía.

Los profesores tienen también su responsabilidad en la falta de resultados reales de esa cuantiosa inversión en tecnología. Escépticos buena parte de ellos, acomplejados ante unos alumnos que manejan los ordenadores con más soltura, se han quedado en la parte más superficial del uso de la tecnología: la que se refiere a la mera transmisión de información.

Son pocos los que han dado un paso más hasta convertir los ordenadores y la red en un elemento interactivo que permita a los estudiantes comunicarse entre ellos y con el profesor y a éste hacer un seguimiento personal y proponer nuevas tareas. Y nadie o casi nadie ha llegado hasta dar un carácter colaborativo a las tecnologías de forma que se intercambien ideas y materiales incluso entre estudiantes de diferentes grupos. Los expertos entienden que un uso verdaderamente creativo de la tecnología debe llevar a que se cubran esas tres etapas.

¿Y los alumnos? De momento, el uso que hacen de las nuevas tecnologías es limitado. Sólo uno de cada tres en los niveles de la enseñanza obligatoria los utiliza más de una vez por semana en el conjunto de sus asignaturas. ¿Y en casa? Dato positivo: la gran mayoría de los estudiantes, sobre todo en la ESO, usan con frecuencia la Red. Dato negativo:sólo uno de cada cuatro la utiliza de forma habitual para conseguir información para estudiar o hacer las tareas escolares. El resto es usuario de páginas de entretenimiento y redes sociales. Ynada más.

Un elemento crucial, a juicio de los expertos, sería que las familias se implicaran en la relación de sus hijos con las nuevas tecnologías. Sin embargo, a día de hoy es un factor que crea una división importante entre los jóvenes. En las familias con menos recursos, formadas en muchos casos por inmigrantes, o bien no hay ordenador en el hogar o bien los padres no tienen formación suficiente para cooperar con sus hijos en las tareas.

Cierta decepción

Varios estudios citados por los autores del Informe, alguno de ellos realizado ex profeso para este trabajo, concluyen que los estudiantes aceptan bien las nuevas tecnologías y en principio éstas son un buen acicate para el interés. Pero eso se acaba pronto, en cuanto descubren que el aprendizaje sigue siendo costoso, con ordenador como sin él, y que en el fondo se trata del mismo proceso con distinta herramienta. «Por todo ello -dice el Informe- se respiera una cierta decepción. Los resultados constatados están muy por debajo de las expectativas que las nuevas tecnologías habían generado».

Quedan pendientes muchas tareas, por consiguiente, para rentabilizar en términos reales y no sólo electorales la gran inversión en ordenadores para la escuela. Los autores del informe apuntan sobre todo a la creación de una 'programación didáctica digital' que permita a los profesores su utilización directa en el aula; una renovación de la metodología de la enseñanza;y el adiestramiento de los alumnos en un uso selectivo y crítico de la información disponible en la red, porque el uso ágil de la misma no garantiza que aprendan mejor ni más rápido.

Además, los expertos coinciden en que el uso masivo de las tecnologías debe ser compatible con el libro, sobre cuya importancia capital nadie duda. Lo mismo sucede con el profesor. Su papel cambiará, pero seguirá siendo crucial en el proceso de la enseñanza. De ahí que sea imprescindible invertir en su formación, concluye el Informe. Invertir para evitar que magníficos profesores sean analfabetos digitales incapaces de incorporarse a los nuevos procedimientos de enseñanza e invertir también para que docentes virtuosos en el manejo de la tecnología tengan fondo que transmitir.

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