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COSTA

Su esfuerzo no vale un pepino

Los labradores de la Costa destruyeron también ayer su producción. Su intención es tirar su trabajo al suelo durante toda la semana, para que las comercializadoras se desatasquen y bajen así los precios

L. U. Y M. N.

Miércoles, 25 de noviembre 2009, 13:55

«Nos vamos a tener que ir a Bolivia a sembrar papas». Una agricultora de Carchuna, rodeada de numerosos compañeros del gremio, miraba con los brazos cruzados cómo sus pepinos holandeses volaban para impactar en una montaña inmensa, en un mar verde construido a golpe de desesperación.

Los labradores de la Costa destruyeron también ayer su producción. Su intención es tirar su trabajo al suelo durante toda la semana, para que las comercializadoras se desatasquen y bajen así los precios. En la Chucha ya había ayer más de tres millones de kilos de pepinos. En la zona de Castell de Ferro las cuentas son más complicadas porque han sido arrojados en diferentes zonas. «Por allí la cosa está más caliente. Hay invernaderos más nuevos y todos tienen préstamos», contaban en Carchuna refiriéndose a los compañeros de la parte más oriental de la comarca.

El objetivo de los agricultores, ayer, era mantenerse unidos y que nadie flaquease y cediese ante la tentación de entregar pepinos a los almacenes y dejar a los demás en la estacada. En la puerta de una corrida de Puntalón un grupo esperaba para informar a los que intentaran meter producto. Según indicaron los trabajadores del campo ésta fue «la única» comercializadora que recogió pepino «y a 0,15». Aun así aseguraron que fueron muy pocos los que se desmarcaron de la decisión de tirar los pepinos. «Por ahora todo está pacífico, pero la cosa puede alterarse y pueden aparecer invernaderos quemados», indicaban desde la puerta de la corrida.

Otros comentaban que el problema es que los almacenes ya estaban llenos de pepinos cuando comenzó la protesta y que si ellos no destruyen parte de la producción no cambiarían los precios. Por eso, en las cooperativas, según expresó un representante de Procam, se están planteando eliminar un 30% de la producción de esta hortaliza y de otras. «Descongestionando el mercado se regulará», apuntaron.

Mientras, en Castell de Ferro, un nutrido grupo de agricultores expresaba sus reivindicaciones en las puertas de un almacén. «La mayoría estamos juntos, menos los de una cooperativa, pero cada vez se están convenciendo más».

¿Quién tiene la llave?

«Estamos aquí pacíficamente por ver si entra alguien con pepino. Aquí no viene nadie a vernos, los únicos que se pasan son los agentes de la Guardia Civil», expresaban indignados. Este grupo de labradores cuenta que su situación es ruinosa, que el banco les tiene acorralados. «La Junta diciéndonos, venga, invertid, poned riego por goteo y ¿ahora qué?», expresaba un trabajador del campo.

Otra compañera aportaba su testimonio desesperada. «Somos nueve en casa y los nueve comemos de mi campo. Mis peones ganan más que yo, esto no puede seguir así», contaba.

«Tenemos que pagar los préstamos de campaña que pedimos para empezar a sembrar. Las plantas se agotarán pronto. Estamos cogiendo ahora los pepinos que tendríamos que recoger a finales de diciembre». «De lo que nos hemos dado cuenta es de que el agricultor tiene la llave de su producto. Frenar la entrada a los almacenes será la única forma de que nos hagan caso», indicó una agricultora, que mostraba sus facturas con los ingresos, escuetos, de los últimos días. Apenas 100 euros por más de 800 kilos de pepinos.

Sin embargo desde COAG, la organización agraria con mayor implantación en la Costa, creen que no es el agricultor el que tiene que regular el mercado a golpe de desechar producción, sino que es el Gobierno el que tendría que intervenir para atajar el problema de fondo: los bajos precios en origen de los productos.

El secretario provincial de COAG, Miguel Monferrer, señaló directamente a las grandes plataformas de distribución que venden a los supermercados como las culpables de que los pepinos multipliquen su precio del invernadero al híper.

Y es que, como recordó Monferrer, los consumidores seguían pagando ayer en el supermercado más de un euro por un kilo de los mismos pepinos que ayer tiraban los agricultores en la playa. ¿Cómo es posible que el mismo kilo de pepino holandés que se paga a ocho céntimos a estos productores se venda a 1,30 en el súper? «Por el abusivo precio que imponen las plataformas de distribución agrupadas en cuatro o cinco cadenas que son las que deciden los márgenes y nos están llevando a un nivel de asfixia insostenible», responde Monferrer.

No solo compran los pepinos «a lo que quieren» a las empresas comercializadoras de la Costa también imponen sus normas, de envasado, de certificaciones... «En otros sectores como la electricidad y combustible hay medidas, mientras que el sector primario es el único que no tiene articulación».

«No existen herramientas de intervención, el Gobierno lo ha dejado todo al mercado y se le ha ido de las manos. Tiene que poner medidas de regulación para no dejar indefensos a los agricultores», reclama el portavoz de COAG.

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