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MARILÓ CORRAL
Martes, 23 de noviembre 2010, 13:47
En Baza también llueve. Y hoy llueve a Cántaros. Lo mejor, un vinito en 'Los Cántaros', junto al cine Ideal. A mi amiga le encanta ese tiempo de evasión entre amigos en este Restaurante del centro de la ciudad. Y tiene razón, un espacio de relax en el día a día va de muerte. Porque tanto va el cántaro a la fuente que al final...
Ella, que tiene un paladar exquisito, gusta de la calidad en los platos y en el trato. De ahí que la siga como 'alma de cántaro'. Y ahora me alegro. Hay que volver a recuperar ese pequeño lujo de tomarse unas cañas o unos vinos. ¡Patrimonio de Andalucía! Si no es cada día, al menos dos o tres veces por semana. A nadie le amarga un dulce -en este caso un buen vino-. Me dicen, además, que en Los Cántaros es el único sitio de los alrededores en el que puedes encontrar, por ejemplo, un 'Dom Pérignon'.
Son las dos de la tarde y la barra está que no cabe un alfiler. Pero es que en el comedor es más o menos igual. Y es que además a su dueño le encanta presentarse casi mesa por mesa. Una muy buena costumbre que crea un agradable y familiar ambiente.
Y ya se sabe también que en los bares te enteras de todo. Por ejemplo, que este hombre, Pepe, que ahora regenta Los Cántaros, en sus tiempos mozos emigró a Cataluña, a Lloret de Mar, donde casi a la fuerza se aprende este oficio de camarero. Quien ha ido lo sabe: es el pueblo de la Costa Brava con los bares, restaurantes y hoteles en fila india, uno seguido de otro... ¡Ah, el turismo alemán, belga y francés de los setenta y los ochenta!
Que luego, Pepe, el de los Cántaros, montó una inmobiliaria, Inmobaza.com. Cuando llegó la crisis, de casi treinta inmobiliarias que había no sobrevivieron más de cinco; la suya siguió. Preferí irme yo y no despedir a mi gente, nos confiesa. Es de admirar, ¿no? En los momentos que vivimos, los empresarios que continúan dando trabajo deberían ser la noticia del día, reclama mi amiga. Posiblemente tenga razón. Porque además, Pepe, el de los Cántaros, con su mujer, tiene también un taller de costura de trajes de fiesta y noche heredado de su madre. Antes eran 20 empleados, ahora sólo 8, nos aclara con cierto aire de tristeza.
Pero menudo plato de tapas delicatessen que nos ha preparado Leo, su cocinero. Y es que mi amiga va a celebrar ahí la cena de empresa y le sirve de excusa para pedir otra ronda y seguir degustando. Y claro, todos sabemos que entre una copilla y otra, llegan los chistecillos y los acertijos.
¿Qué pesa menos que un cántaro vacío?, me pregunta. Y aquí, una servidora, piensa que te piensa, hasta que al final.... ¡Un cántaro lleno de agujeros!
Risas. Risas a cántaros. ¿O es a raudales? ¡Ese vinillo!
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