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MIGUEL MARTÍN ROMERO
Martes, 6 de mayo 2014, 03:18
Mónica Triviño Mosquera es doctora en Psicología. Master en Bioética. Coordinadora del Centro de Atención Temprana y Neuropsicóloga del Hospital de San Rafael. Su trabajo profesional y científico se dirige a los pacientes con daño cerebral, sus familias y los profesionales que los atienden. A su preparación une una sonrisa permanente y una amabilidad que produce cercanía y trato sincero. Ella es ponente en el Foro Salud y Tercera Edad, que este jueves se celebra en la sede de Caja Rural, con el patrocinio de HEFAGRA. Sus opiniones son las que siguen.
-¿Cómo trata la sociedad al anciano?
-La vejez biológicamente va asociada al declive del organismo: es ley de vida y es una característica intrínseca a la naturaleza de cualquier ser vivo. Pero llegar a anciano significa haber superado a las enfermedades y a la muerte en edades más tempranas, lo cual no ha conseguido el ser humano en épocas históricas previas o fuera del mundo occidentalizado en la actualidad. Si a esto añadimos que es la edad en la que se alcanza la madurez cognitiva, emocional, familiar y social, podríamos decir que la vejez es sinónimo de éxito. Todo el mundo quiere llegar a viejo . Sin embargo -como me decía recientemente una compañera geriatra-, aunque todo el mundo quiere llegar a viejo, nadie quiere serlo. Vivimos en una sociedad que potencia los valores de la belleza, la riqueza y la juventud. En este sentido los ancianos parten con desventaja y, por desgracia, priman los aspectos negativos de la vejez.
-¿Qué enfermedades amenazan hoy a los mayores?
-Cualquier médico podría hacer una relación de las enfermedades que surgen debido al declive físico del ser humano: enfermedades cardiovasculares, pulmonares, digestivas, hepáticas, del sistema nervioso, etc., así como la proliferación de tumores y otras enfermedades degenerativas. Sin embargo, si consideramos la enfermedad como la pérdida de la salud en todos sus aspectos -biológicos, psicológicos y sociales-, no podemos olvidar que hacerse viejo conlleva sufrir la pérdida de seres queridos; perder, en ocasiones, parcial o totalmente la independencia funcional; sufrir un menoscabo de las relaciones sociales y de los recursos económicos; y, por supuesto, afrontar el acercamiento silencioso del propio final, de nuestra propia muerte.
-Mónica ¿Qué puede y que debe hacer una persona de edad para disfrutar la vejez?
-Es fundamental la prevención del declive biológico. Para ello existen ya en nuestra sociedad muchos mecanismos puestos en marcha, ya que se es cada vez más consciente de la importancia de la prevención: campañas para reducir el consumo del tabaco y alcohol, campañas para comer de forma saludable y hacer ejercicio, entrenar nuestra mente, etc. Pero no debemos ser ilusos y pensar que eso va a impedir la llegada del declive biológico y de las consecuentes enfermedades, por lo que es fundamental también el cuidado de nuestro organismo enfermo (prevención secundaria), para lo cual contamos con magníficas medidas médicas, quirúrgicas y farmacológicas. A pesar de ello, siempre podemos potenciar el positivismo. La sociedad debería realizar un esfuerzo por introducir un sistema de valores que potencie la felicidad por encima de la enfermedad y los problemas que esta sociedad genera: se puede seguir disfrutando de la familia, de los amigos y de la vida misma, a lo largo de todas las fases de nuestra existencia. Aceptar las dificultades, en lugar de evitarlas o negarlas, es un gran paso hacia la felicidad. Y finalmente, hagamos lo que hagamos, no debemos negar la finitud de nuestra existencia: es algo natural. Eso lo saben hacer mejor que nadie nuestros mayores y debemos aprender de ellos.
-¿Quién maltrata a los mayores? ¿Por qué son tan desconocidos este tipo de malos tratos?
-Creo que todos participamos en cierta medida en este trato indebido, en cuanto que tendemos a desvalorizar la vejez, infantilizamos a las personas mayores y mermamos su capacidad de decisión. Por ejemplo, no es infrecuente observar cómo la información médica se proporciona a los familiares en lugar de al anciano, a pesar de ser el auténtico protagonista. O cómo se toman decisiones sin tener en cuenta su opinión. Por supuesto, existen casos de maltrato grave -tanto físico como psicológico o financiero- que suelen producirse en situaciones de gran dependencia física, psicológica o social, donde el anciano es tremendamente frágil. Todos somos responsables de la detección y denuncia de estas situaciones.
-¿La soledad es uno de los grandes males que sufren los mayores?
-Ser viejo no es sinónimo de estar solo. De hecho, un gran porcentaje de personas ancianas llegan en esta edad a la mayor plenitud familiar: hijos, nietos, biznietos. Sin embargo, efectivamente no todas las personas mayores tienen un entramado familiar o no lo tienen siempre accesible (hijos trabajadores o emigrados, problemas familiares, separaciones o divorcios, etc.). Además, debemos tener en cuenta que las relaciones afectivas superan al núcleo familiar básico formado por los hijos: coetáneos como los hermanos, los cónyuges o los amigos, también siguen el mismo proceso de envejecimiento y culminan igualmente en la muerte. La pérdida de estos seres queridos en un breve espacio de tiempo es doloroso y puede generar sentimiento de soledad y «fin», aunque se esté rodeado de familiares.
-¿Hay que saber envejecer? ¿Qué pasos debemos seguir para envejecer con calidad de vida?
-Abordar el envejecimiento, al igual que cualquier otra etapa vital, requiere de madurez cognitiva y emocional: no hay una receta o unos pasos como tales a seguir. Podríamos aludir a la tan conocida inteligencia emocional, que hace referencia a la capacidad de 'actuar sabiamente' en las relaciones humanas, regulando nuestras emociones a la hora de solucionar problemas y afrontar dificultades. Hay estudios que demuestran que la mayor madurez emocional se obtiene en la vejez, después de tantas y diversas experiencias vitales, vividas en primera persona. Esta inteligencia emocional lleva a afrontar la vejez, la enfermedad y la muerte de forma apacible, como una etapa más. Nuestros viejos son un ejemplo de esta inteligencia emocional: han sufrido una guerra, una postguerra, una dictadura y muchas dificultades familiares, sociales y económicas. Son tolerantes a la frustración, a la demora y al sufrimiento. Es una generación nacida para vivir y para luchar. ¿Qué sucederá dentro de unas décadas, cuando las nuevas generaciones criadas en el confort, el lujo y la inmediatez lleguemos a viejos? ¿Tendremos esa inteligencia emocional?
El secreto de la longevidad
-La demencia afectara a uno de cada 20 granadinos dentro de 35 años. ¿Estamos preparados para hacer frente a este reto? ¿La sanidad es consciente de lo que se le viene encima?
-Creo que no es una cuestión únicamente sanitaria. De hecho, considerarlo como un problema sanitario puede ser reduccionista, ya que las dificultades que se asocian al cuidado de una persona con demencia se relacionan sobre todo con problemas familiares y socio-económicos, ya que supone una sobrecarga para un único cuidador. Creo que es un reto social y político, que debe abordarse en todas sus dimensiones y ello implica pensar en los potenciales cuidadores de estas personas en el futuro. Debemos tener en cuenta que vivimos en una sociedad donde las cuidadoras principales están activas laboralmente, las familias se han reducido en número hijos para compartir los cuidados, se ha retrasado el momento de tener hijos (de forma que prácticamente coinciden en el tiempo la crianza de los niños y el cuidado de los mayores), se ha reducido considerablemente el tamaño de las viviendas, las redes vecinales de apoyo son inexistentes, etc. Por tanto, atender al anciano con demencia conlleva la atención de sus potenciales cuidadores y generar recursos para ello supone y supondrá un gran reto social.
-¿Cuál es el secreto de la longevidad?
-¿Existe ese secreto? Pues yo quiero conocerlo, ja ja. Por supuesto, llevar hábitos de vida saludable y cumplir con los tratamientos prescritos por los médicos, van a facilitar la longevidad. Llevar una vida lo más activa posible, no sólo a nivel físico (pasear, hacer deporte, etc.), sino psicológico (disfrutar de la familia, mantenerse activo, leer, conversar, etc.) y social (acudir a actividades grupales, comidas, talleres, viajes, etc.), va a promover la salud y prevenir la enfermedad. Sin embargo, debemos tener cuidado porque siempre se dice que el secreto de la longevidad es mantenerse joven, pero esto no deja de ser una desafortunada comparación: ser viejo nunca va a ser igual a ser joven y, de hecho, el intentar 'serlo' conlleva problemas para adaptarse a las diversas etapas vitales. Ser viejo es un estado físico, psicológico y social diferente, nunca peor que la juventud, sino evolucionado de la misma. Ser capaces de valorar lo que una persona ha obtenido cuando llega a viejo es el auténtico secreto para disfrutar de la longevidad.
-¿Qué retos tiene la sociedad española con las personas mayores?
-La sociedad española es, en general, sensible a las necesidades de las personas mayores. Se ha evolucionado en los recursos sanitarios y de investigación, con unidades de valoración del deterioro cognitivo, investigaciones sobre marcadores genéticos de la demencia, farmacología y otros potenciales tratamientos futuros. También han crecido los recursos sociales y económicos disponibles para ellos (aulas de mayores, centros cívicos, viajes organizados, descuentos en transporte, actividades lúdicas diversas, etc.). La famosa 'ley de la dependencia' ha generado un marco legal y económico para seguir avanzando y, a pesar de que los tiempos actuales no son muy favorables, el germen está alojado en la sociedad. Generar más recursos para mejorar la calidad de vida de las personas mayores es un gran reto. Pero no nos olvidemos que existe otro reto, más relacionado con los valores de la sociedad, y que supone la revalorización de la vejez: envejecer es positivo y morir viejo es todo un éxito.
-Mónica, después de tantos años dedicados a atender a las personas mayores, ¿ha llegado a alguna conclusión válida?
-Desde el punto de vista profesional, durante todos estos años he observado cómo la atención especializada favorece enormemente a las personas ancianas. El abordaje multidisciplinar de profesionales con formación en geriatría y gerontología permite intervenir de forma más eficaz sobre los problemas de salud y de dependencia funcional, así como sobre los aspectos emocionales, sociales y espirituales de las personas mayores, incluido el afrontamiento de la muerte. Desde el punto de vista personal, trabajar con ancianos es sumamente satisfactorio. Transmiten sabiduría, calma, experiencia y equilibrio. Además, me ayudan a recordar que la vejez es la continuación de la juventud: todos los viejos han sido antes niños, adolescentes, jóvenes y adultos, y sus relatos vitales siguen fascinándome. Me recuerdan, que ser joven ahora y disfrutar de la vida cada día, me va a ayudar a ser una vieja feliz y a asumir mi propia muerte. Espero que así sea.
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