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Ciencia

Sorpresa: Adicciones y alimentos azucarados se procesan igual en el cerebro estandar

Cuando tomamos azúcar se libera dopamina y sentimos placer, igual que ocurre cuando se ingieren esas sustancias nocivas

M. BARRUTIA

Miércoles, 14 de mayo 2014, 23:10

Atentos. Aun cuando cada vez que consumimos azúcar, se activa ese mecanismo de recompensa, liberamos dopamina y sentimos placer, eso no significa que una persona esté condenada a ser una adicta a los alimentos dulces.

Una de las estructuras cerebrales que se encuentra implicada en los dos mecanismos es la corteza prefrontal. Esta región del cerebro está encargada de controlar la ingesta de alimentos, pero también muchas otras actividades del día a día.

Científicos del Laboratorio de Neuroimagen del Instituto de Neurobiología la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han concluido en una investigación que los procesos de la alimentación y los desencadenados por sustancias como la heroína o la cocaína comparten estructuras comunes dentro del cerebro. El dulce activa las mismas zonas que las drogas.

¿Quién se resiste un dulce? Una pregunta indirecta que se formula casi tantas veces como ofrecimientos a tomarlos. El decir no, gracias cuando alguien pasa por delante de nuestra nariz un suculento pastel o rica bollería no es tarea fácil, no ya por su sabor, que sin duda, sino por nuestra propia química. Nuestro cerebro, inteligente y débil, funciona ante los postres de forma parecida a la drogodependencia. El hipotálamo, centro de control del hambre y la saciedad; y el mesencéfalo, relacionado con el placer, se activan con el dulce. Todas estas estructuras se encienden o se activan cuando estamos expuestos a un alimento rico en azúcares o a drogas. Estas sustancias estimulan un mecanismo de recompensa, explican desde la UNAM.

¿Cómo superar con éxito la operación bikini? Difícil, ¿no? ¿Qué ocurre con la química? Tanto las drogas como los alimentos estimulan la producción de dopamina, un neurotransmisor que se libera cuando experimentamos sensaciones placenteras, explica la Dirección General de Divulgación de la Ciencia, plataforma que difunde el estudio realizado en la UNAM. "Cuando el humano era nómada, el propósito de este mecanismo era que al ingerir glucosa, una sustancia que mantenía al cuerpo con energía, se activara el circuito del placer para buscar continuamente alimentos y garantizar la supervivencia de nuestra especie, explican desde el Laboratorio de Neuroimagen del Instituto de Neurobiología. Por este motivo se prefieren este tipo de comidas a las verduras o las frutas.

Cuando tomamos azúcar se libera dopamina y sentimos placer, igual que ocurre cuando se ingieren drogas. Pero que esto no sirva como excusa, ya que existe un recurso neurobiológico en la corteza prefrontal que puede ayudar al autocontrol.

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