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José Ramón Villalba
Miércoles, 31 de diciembre 2014, 15:02
Luis Oruezábal López nació en la ciudad de Buenas Aires un 13 de mayo de 1952. Su infancia y su adolescencia la pasó detrás de un balón de fútbol, regateando todas esas dificultades que por aquellos entonces reinaban en la Argentina de la dictadura. Su pasión era meter goles y creyó hasta el infinito en sí mismo, en su virtud como delantero y en 1970 debutó con el Velez Sarsfield de Argentina como delantero con tan solo 18 años. Compaginó el servicio militar con su pasión futbolera y elló le permitió ganarse el favor de muchos de sus mandos que veían en este joven de 1,66 metros a un auténtico artillero, pero de la pelota.
Fue el fútbol quien lo trajo a Granada, cuatro años después de aquel debut en tierras argentinas. Con la camiseta rojiblanca, Luis comenzó a ganarse su puesto de embajador en esta ciudad y la afición de Los Cármenes pudo disfrutar de sus goles hasta el año 1976, en que decidió marchar al real Jaén. Pero cuando colgó las botas, volvió a la ciudad de la Alhambra, a la ciudad que siempre soñó y siempre quiso por encima de casi todas las cosas. El fútbol su pasión, Granada su ilusión.
Eligió un rincón de la Plaza del Campillo para levantar el célebre restaurante Chikito, en pleno corazón de la ciudad. No ha existido evento en esta ciudad que no haya tenido a su mejor embajador presente: los ascensos del Granada club de fútbol, el más celebrado el último a primera división hace cuatro temporadas, la defensa para coronar a la Alhambra como una de las grandes maravillas del mundo, la promoción de la cocina granadina, la lucha permanente porque esta ciudad avanzara en todos los sentidos... nada se le resistía.
Pero lo mejor de Luis, era su trato directo, su sencillez, su humildad como persona y estas virtudes le granjearon la amistad de la gente de a pie, del pueblo, y de todas las celebridades que pasaron por su restaurante, presidentes del Gobierno, la casa Real española al completo, actores y actrices de cine, del teatro, escritores, cocineros, pintores, magos, humoristas... Chikito no era un restaurante, era la casa de Luis Oruézabal donde todos cabían.
Este embajador de Granada siempre mantuvo una estrecha relación con este periódico, unos lazos que permitieron a la redacción de IDEAL vivir en primera persona la alegría de Luis cuando vio a su Granada del alma subir a primera división tras asistir a la retrasmisión, en IDEAL junto a otros jugadores veteranos, del partido que permitió ese ascenso, su calidad humana cuando acudió a la inauguración de la calle que llevaba su nombre en Almuñécar o su elección como hijo adoptivo de la ciudad. Luis siempre estaba dispuesto a colaborar con esta ciudad.
Este embajador de Granada se marcha con 62 años y deja un hueco que resultará muy complicado cubrir. Hasta siempre.
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