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Carlos Morán
Domingo, 8 de febrero 2015, 00:43
El agresor y la víctima tenían la misma edad cuando ocurrieron los hechos: 15 años. Llevaban nueve meses juntos y, durante ese tiempo, él la maltrató constantemente: gritos, empellones..., pero lo peor estaba por llegar. El chaval acabó por propinar una paliza a su novia que la dejó malherida. La chica tuvo que pasar por el quirófano y permaneció hospitalizada durante 13 días. Sufrió una lesión interna y tuvo que someterse a una transfusión de sangre.
Ocurrió el pasado verano en una localidad de la provincia de Granada y el acusado ha aceptado ahora una condena de doce meses de internamiento. Cuando salga, tendrá que estar un año más en libertad vigilada, es decir, que deberá cumplir una serie de objetivos socioeducativos si no quiere volver a ser encerrado. Además, el menor en cuestión y sus padres tienen que abonar indemnizaciones que suman casi 20.000 euros. La mayor parte de esa cantidad, algo más de 16.000 euros, irá al Servicio Andaluz de Salud para pagar la asistencia que recibió la víctima.
Violencia de género y lesiones
La Fiscalía de Menores -que, a diferencia de lo que ocurre con los adultos, es la institución encargada de instruir los casos en los que están involucrados los jóvenes de entre 14 y 17 años- procesó al adolescente por la comisión de un delito de violencia de género y otro de lesiones. No fue necesario celebrar la vista oral del juicio. El acusado, a pesar de que un primer momento había negado que hubiese golpeado a la chica, aceptó los cargos y se conformó con la medida -condena- que solicitaba para él el ministerio público.
En este sentido, la sentencia concluye que, efectivamente, el muchacho incurrió en un delito de violencia de género, ya que agredió física y psíquicamente a su novia y la sometió a un control constante mientras duró la relación. Esa conducta violenta hizo que la menor viviera atemorizada por su pareja.
La resolución judicial también considera probado el delito de lesiones, toda vez que la chica sufrió heridas de gravedad. La más seria fue una laceración en el bazo que requirió una intervención quirúrgica y dejó a la paciente secuelas estéticas.
La traducción penal de ese comportamiento delictivo es la siguiente: un año de internamiento, seguido de un segundo periodo de doce meses de libertad vigilada.
Medida de alejamiento
Asimismo, el chico no podrá acercarse a la víctima a menos de 500 metros, ni comunicarse con ella por ningún medio durante dos años.
En cuanto a la responsabilidad civil, el menor y sus padres tendrán que pagar unos tres mil euros a la adolescente y más de 16.000 a la administración sanitaria.
Según informó a IDEAL José Rogelio Muñoz Oya, el fiscal coordinador de Menores en Andalucía, en 2014 se produjo en Granada un repunte de los casos violencia de género entre adolescentes, aunque matizó que aún estaba recabando información y era pronto para extraer conclusiones definitivas. Eso sí, admitió que el dato es preocupante.
Actualmente hay en Granada ocho chicas menores de edad que viven protegidas por las fuerzas de seguridad para evitar el riesgo de que sus exparejas las agredan.
Recientemente, el Ministerio de Sanidad dio a conocer una encuesta que arrojaba unas conclusiones inquietantes: uno de cada tres jóvenes españoles considera «inevitable en algunas circunstancias» la supervisión de horarios de la pareja, impedir que esta vea a su familia o amigos, decidir por ella si puede estudiar o trabajar, vigilar su teléfono móvil o imponer qué puede o no puede hacer. Es llamativo que más del 90% de los entrevistados condenaba las agresiones físicas y verbales contra las mujeres.
El estudio, titulado 'Percepción de la violencia de género en la adolescencia y la juventud', determinó que, por lo general, las mujeres son más sensibles a este problema. Mientras que un 63% de las jóvenes consideró que las desigualdades de género en España son graves o muy graves, solo un 44% de los hombres compartió esa opinión. Para más de la mitad de los varones de entre 15 y 29 años las diferencias de oportunidades para unas y otros son «pequeñas». La encuesta evaluó si perciben discriminación en salarios, posibilidades de ascenso, oportunidades para encontrar trabajo, estabilidad laboral, acceso a puestos de responsabilidad y acceso a la educación. Solo en esta última faceta todos coincidieron en reconocer igualdad.
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