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Ángel Orte
Martes, 19 de mayo 2015, 16:50
Granada, cuna de civilizaciones y ancestral reino de época musulmán abriga infinidades de relatos por los que, en ocasiones, el ciudadano de a pie deambula por sus orígenes pasando estos totalmente desapercibidos. Enmarcado en este 19 de mayo queda un suceso que forma parte de la novela negra de la historia de la ciudad y el cual cumple más de seis siglos.
Tal día como este, pero de 1397 los frailes Juan de Cetina y Pedro de Dueñas, franciscanos, fueron decapitados en lo que hoy son las inmediaciones del Palacio de Carlos V. En la actualidad, ambos beatificados, son considerados como mártires de Granada.
Al final de la cuesta de la calle Real de la Alhambra, en el acceso público al recinto, se erige el Palacio de Carlos V y frente a este el edificio del Patronato de la Alhambra y Generalife, regentado por la Junta de Andalucía. Entre una y otra estructura, esquinada, se levanta una cruz que a nivel de curiosidad se muestra con un ramaje verde que intenta hacerse un hueco entre los intersticios de una base pétrea. En lo que se considera como capitel de una columna se erige un cartel bajo un crucifijo en el que se recuerda lo sucedido en ese preciso escenario tal día como este durante los últimos años del siglo XIV.
El primero, aragonés, había desarrollado su labor predicatoria por la región norte de la península y tras conocerse la noticia del martirio de San Nicolás Tavelic y tres de sus compañeros en Jerusalén se desplazó a Roma para solicitar permiso al Papa Bonifacio IX para viajar hasta allí, pero se le prohibió y se le instó a seguir su tarea en cualquier región de España.
Eligió Granada, donde se entraba en el ecuador del reinado de Muhammad VII, reconocido en las crónicas como Mahomet Aben Balba, y donde coincidió con Pedro de Dueñas, considerado por expertos como natural de la localidad cordobesa de Bujalance.
Una cruenta muerte
Tras ser apresados por las autoridades de aquella época fueron condenados a trabajos forzosos. El 17 de mayo, el sultán regresó a Granada y dos días después pidió llevar hasta su presencia a los dos frailes con quienes mantuvo, según relata el propio portal de la orden franciscana, una conversación que derivó en un azotamiento contundente al aragonés ante la presencia de su compañero.
Después de ofrecer la conversión al islamismo y recibir el rechazo como respuesta, Aben Balba desenvainó su espada y decapitó a Juan de Cetina. A posteriori llevó a cabo idéntico procedimiento con Pedro de Dueñas, quien rechazó la propuesta de la conversión por lo que corrió idéntica suerte a la del anterior.
Este 19 de mayo sirve para cumplir 618 años de un suceso turbio y oscuro, que por otra parte insinuaba estar a la orden del día en aquella época. El recuerdo de la historia duerme en la actualidad a las puertas de un bien preciado de la ciudad como la Alhambra, aunque en ocasiones llegue a pasar desapercibido.
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