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Juan Enrique Gómez
Martes, 5 de enero 2016, 00:59
Reconoce que los sentimientos humanitarios, la solidaridad con los demás se encuentra a flor de piel desde que suenan los primeros acordes de los villancicos y vemos las luces que adornan las calles. Pero Indalecio García Sánchez, director general del Banco de Alimentos, cree que deberíamos mantener ese sentimiento de manera permanente, porque quienes sufren necesidades económicas también tienen que comer el resto de los días y de los meses. Desde su óptica personal, la Navidad es un tiempo para recordar la infancia y convivir con la familia.
¿Cómo afrontan estas fechas, se supone que debe haber más demanda de alimentos?
Claro, lo que ocurre es que la gente, en general, piensa que en Navidad nadie debería dejar de tener un buen plato en la mesa, y se olvidan de que también hay que comer en enero y en febrero, que son meses especialmente malos... Ahora, lo que estamos intentando es que todo el mundo tenga algo de carne y dulces, porque nos parece que es más adecuado para las fechas, pero guardamos mucho para otras fechas.
¿Está satisfecho con la respuesta de los granadinos al Banco de Alimentos?
Es impresionante. La 'Gran recogida' de este año ha sido de más de 600 toneladas de comida, y en lo que va de año hemos superado la cantidad de 5 millones de kilos que fue lo recaudado en 2014. Nuestros llamamientos a la solidaridad obtienen un gran resultado desde que empezamos hace ya 21 años, con aquella 'Operación Kilo'.
¿Qué pediría para el próximo año?
Que la solidaridad se extienda a todos los días del año, porque hace mucha falta.
¿Cree que la situación de necesidad ha empeorado en los últimos tiempos?
Lo que nosotros vemos es que hay situaciones muy graves, sobre todo en el colectivo de parados de larga duración. Aunque en líneas generales parece que las situaciones de crisis van mejorando, en algunos sectores la necesidad continúa y por ello necesitamos de la solidaridad de todos, y me gusta pensar que el hecho de recabar alimentos para entregar a las organizaciones humanitarias que los distribuyen entre los necesitados, tienen como objetivo ayudarles, pero también dignificarles como personas. Queremos dignificar a quien lo está pasando mal.
¿Cómo era la Navidad de su infancia?
Maravillosa, siempre fue muy especial. Al llegar estas fechas me acuerdo siempre del olor del pan y los dulces en mi casa. Mi padre era molinero y panadero, vivíamos en el molino de Montejícar y, como supongo que ocurría en todos los pueblos, la gente llevaba sus dulces a cocer al horno del panadero, por lo que los días previos a la Navidad y las fiestas en sí, eran un continuo trasiego de vecinos del pueblo. Y recuerdo las fiestas familiares y vecinales por la noche, cantando villancicos y mi padre tocando el violín. Aún nos reunimos los cuatro hermanos.
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