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Carlos Morán
Lunes, 6 de marzo 2017, 13:14
El adolescente no estaba prestando atención a las explicaciones de la profesora. Su mente estaba en otra parte. Mientras la docente exponía la lección del día, el chico dibujaba el escenario de atentando terrorista en el que la víctima era la propia maestra. Además de portar armas de fuego, el atacante que aparecía en la violenta viñeta iba provisto de un cinturón de explosivos. Era un yihadista y había clavado un puñal en el cuello de la mujer.
La afectada descubrió el siniestro entretenimiento del alumno y lo expulsó del aula. Pero la conducta del estudiante no sólo iba a tener consecuencias académicas. En este sentido, el incidente acabó en la Fiscalía de Menores de Granada que, tras investigar los hechos, concluyó que podrían ser constitutivos de un delito de amenazas. Si el chaval creyó en algún momento que su comportamiento sería interpretado como una broma, se equivocó de plano. Su torcida afición por el dibujo acabó por llevarle al banquillo de los acusados. Yha sido condenado sin necesidad de que se celebrase la vista oral del juicio porque el procesado admitió su culpa y se conformó con la medida que solicitaba para él el ministerio público: doce meses de libertad vigilada «con el contenido» de «apoyo al sistema normativo familiar, seguimiento y apoyo escolar y control del grupo de iguales».
Libertad vigilada
En otras palabras, que el adolescente deberá cumplir una serie de objetivos por ejemplo, no podrá frecuentar determinadas amistades y tendrá que esforzarse en los estudios y, para ello, tendrá que someterse a la permanente supervisión de un equipo de expertos dependientes del juzgado.
Si no atiende a las normas que se le impongan o no alcanza la metas educativas que le fije la justicia, podría ser acusado de desobediencia y, en el supuesto de ser condenado, tendría que ingresar en un centro de internamiento para menores infractores, que es el castigo más severo que prevé la ley para los niños y jóvenes de entre catorce y 17 años.
El suceso que ahora ha quedado zanjado judicialmente ocurrió en marzo del año pasado en un centro escolar de una localidad de la provincia de Granada. Se da la circunstancia de que unos pocos días antes de que el chico hiciera el polémico dibujo, más de una treintena de personas murieron y y 300 resultan heridas en dos atentados yihadistas contra el aeropuerto y la línea de metro de Bruselas, la capital de Bélgica.
Según en el escrito de alegaciones elaborado por la Fiscalía Provincial de Menores, el acusado fue expulsado de clase «por realizar dibujos de contenido violento». En concreto, trazó una «caricatura» de la docente que le había echado del aula en la que ésta era tiroteada «con armas de fuego» y un cuchillo atravesaba «su cuello». Para el ministerio público, el joven cometió un delito de amenazas porque provocó «una sensación de intranquilidad y alarma en su víctima, anunciándole un mal futuro, próximo» e «injusto».
El chico no lo negó. Al contrario, se conformó con la petición de la fiscalía.
Esta es la segunda ocasión en 2017 en que un menor granadino tiene problemas con la justicia por recurrir a la temida sombra del terrorista yihadista para delinquir. El pasado mes de enero, la Policía Nacional detuvo a un joven por realizar decenas de llamadas telefónicas en las que anunciaba, simulando el acento árabe, la colocación de bombas en distintos centros comerciales. La fiscalía estima, de forma provisional, que el muchacho pudo cometer los delitos de desórdenes públicos, usurpación de identidad y simulación de delito.
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