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SARAI BAUSÁN GARCÍA
GRANADA
Sábado, 7 de octubre 2017, 00:41
“Muchos sienten vergüenza por estar ostomizados y no lo cuentan a su entorno. Hay gente que compra la bolsa en la farmacia de otro pueblo para que nadie sepa que la lleva”. Tal y como Vicente López, persona ostomizada y tesorero y miembro de la Asociación de Ostomizados de Granada (AOGRA), el verdadero problema que se encuentra tras la intervención en la que se les practica una apertura en la pared abdominal para dar salida a una víscera al exterior -como el tracto intestinal o uno o ambos uréteres- junto a la que se pone la conocida bolsa recolectora, no se centra en adecuarse al dispositivo o los problemas que pueda conllevar, si no en el choque emocional de verse con una bolsa en el abdomen.
Unas 60.000 personas están ostomizadas en España, a las que cada año se suman unos 15.000 nuevos casos. En la gran mayoría de ellos, las mismas preguntas se presenta tras pasar por la operación: “¿Podré ir a la piscina?, ¿puedo bañarme?, ¿oleré o me mancharé?”. Antonio Hermoso, presidente de la asociación y paciente ostomizado, es rotundo en cada una de las visitas que hace a los recién operados para que conozcan la ayuda que puede otorgarle AOGRA: “Lo único que nos han cambiado es el sitio por el que echamos las heces, pero el resto es igual. Tu vida no cambia, sigues siendo la misma persona con las mismas oportunidades. Puedes bañarte, sudar, hacer deporte y llevar una vida completamente normal sin olores ni nada. Solo tienes que aprender a meter en tu rutina el tener cuidado de la bolsa y vaciarla pero, por el resto, eres exactamente el mismo que antes de la operación”, indica Antonio.
Las visitas que realizan continuamente Antonio, Vicente y el resto de de miembros de AOGRA no solo sirve para darles información y respaldo a los recién intervenidos, sino también para que vean que después de la ostomía su aspecto no va a cambiar tanto como ellos creen y que no dejarán de ser “personas corrientes”. “Muchas veces cuando vamos nos preguntan si de verdad estamos ostomizados y dicen que no se lo creen, que no se nos nota nada. Eso les sirve para ver que la realidad no es como se creen, que van a poder tener una vida normal como nosotros”, señala Antonio.
A esto añade Vicente: “Yo siempre les digo que a mi me encanta hacer deporte. Voy a la montaña, nado, voy al mar y me meto en la sauna. Son cosas que sigo haciendo aunque tenga una bolsa en el abdomen. No tienen por qué cambiar su vida ni sus rutinas. Puede que tengan que empezar poco a poco y no podrán hacer deportes de contacto o trabajos que requieran mucho esfuerzo pero, por lo demás, pueden tener una vida 100% normal”.
Para concienciar sobre esta realidad, este sábado se celebra el Día Mundial del Paciente Ostomizados. Además, en la asociación granadina, al igual que en otras tantas distribuidas por todo el territorio nacional, se imparten cursos formativos sobre los diversos aspectos a conocer por parte de los usuarios (alimentación, higiene, posibles problemas y soluciones laborales) y se da apoyo psicológico para derribar los mitos y prejuicios que los pacientes pueden tener sobre su novedad.
“Una vez que ya han dado con un dispositivo que les funciona, el principal problema que tienen es emocional. La vergüenza y los prejuicios propios son uno de sus principales impedimentos que incluso les dificulta el acceder a la formación e información que necesitan para tener una vida corriente”, afirma Antonio.
Algo tan sencillo como la expulsión de gases se puede convertir en un problema para los pacientes ostomizados si no les enseñan cómo hacer frente a ellos. Tal y como explica Antonio, tras la operación no pueden controlar los gases. Pero, gracias a los filtros con los que cuenta el dispositivo, no provocan malos olores. Eso deja un único problema: el sonido. Por ello, en sus charlas comentan a sus pacientes que hay algunos mecanismos para conocer cuándo tienes gases -como notar que se te inflama el abdomen- y cómo amortiguar el sonido -si se presiona la zona de la barriga para que vayan expulsándose poco a poco se consigue controlarlo-.
Pero los mayores prejuicios se encuentran en la realidad más privada de toda persona, sus relaciones sexuales. Derivado de la operación a la que se someten para ser ostomizados, en ocasiones pueden tener problemas de erecciones en el caso de los hombres o de dolores en el de las mujeres, por lo que el tener relaciones se puede dificultar. A pesar de ello, son numerosas los métodos que se han desarrollando para atajarlos y lograr una sexualidad plena. “Cuando te cierran el esfinter y el ano, si tocan mucho las terminaciones nerviosas que hay por ahí durante la operación puede que queden afectadas. Pero hay muchas formas de tener sexualidad y de enmendar estos problemas. Hay medicamentos y apaños mecánicos y de todo”.
Además, hay un problema asociado que es el hecho de que la imagen corporal cambia y “al verse con una bolsa colgando, el lívido cae y no te sientes seguro de ti mismo ni de lo que tu pareja pensará o si le molestará que le pueda tocar la bolsa”, por lo que lo importante es “aceptarte a ti mismo y que tu pareja sea cómplice contigo”.
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