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Carlos Morán
GRANADA
Domingo, 22 de abril 2018, 02:07
El aburrimiento, a pesar de su mala fama, también puede ser creativo. A Jorge Flores (Bilbao, 1968) le pasó: se licenció en Informática en la Universidad de Deusto, pero programar le hastiaba, así que buscó nuevos horizontes. Internet comenzaba a desplegarse por el mundo y ... Jorge vio las posibilidades educativas que ofrecía el invento. De ahí nació –corría el año 2004– el proyecto Pantallas Amigas, una iniciativa que pretende conciliar la seguridad, sobre todo, de los menores, y el uso de la red.
El experto, que mañana estará en Granada para compartir con el juez Emilio Calatayud una nueva entrega de la Escuela de Padres de IDEAL, respondió a las preguntas de este periódico desde Dublín, la capital de Irlanda, donde los gigantes tecnológicos Google y Facebook habían reunido a especialistas de todo el planeta para explicarse y, «principalmente», para escuchar. El encuentro llegaba en un momento apasionante, con la red social creada por Mark Zuckerberg en sus horas más bajas por el alboroto global de la fuga masiva de datos. Un buen punto de partida para una conversación sobre ciberseguridad y niños o adolescentes.
Por cierto, Jorge no tiene hijos, pero eso no es un impedimento para catalogarlo como una autoridad en la materia. «Experimento con los de los demás, ja, ja, ja», desvela el truco con buen humor.
–¿Qué ambiente hay entre la gente de Facebook tras el escándalo del fallo de seguridad?
–Tienen un marrón curioso de imagen y comunicación. Y lo van a combatir con transparencia. No les queda otra para ganarse la confianza de la población. Y, por otro lado, tienen retos importantes como el Reglamento Europeo de Protección de Datos, que, entre otras cosas, dice a partir de qué edad pueden los menores hacer uso de servicios de la sociedad de la información sin consentimiento parental. Ese reglamento establece que, salvo que los estados miembros digan algo, la edad se va a establecer por defecto en 16 años. Por ejemplo, Alemania no va a decir nada. Si finalmente es así, cualquier chaval alemán que tenga 14 años debería dejar de usar Faceboock a partir del 25 mayo.
–¿Qué va a hacer España?
–Hasta la fecha no se ha pronunciado, pero va a decir algo: quizá 14 años. Pero no se atreven mucho a decirlo porque hay países del norte de Europa, a los que se les supone más criterio y trayectoria, que están apostando por edades superiores.
–¿Para qué necesita un niño de diez años un móvil con conexión a Internet?
–No es tanto la edad... Un niño puede tener móvil cuando los padres estén preparados y dispuestos para atenderlo de forma adecuada. En todo caso, tener un móvil a los diez años, pues no. Conocemos la sociedad española y cómo funcionan los padres y las madres, en la mayoría de los casos me parece una irresponsabilidad. Por lo que sabemos, los padres no dedican la atención necesaria y tampoco tienen los conocimientos necesarios. Cuando se toma esa decisión hay que valorar las ventajas y los inconvenientes. Yen esas edades, está demostrado sobradamente que las ventajas no compensan a los inconvenientes.
–Sin embargo, sigue siendo el regalo estrella en las comuniones...
–Sí, pero me parece un error. En general, estamos haciendo cosas inadecuadas con respecto a la tecnología. También las personas adultas y esta sería una más.
–¿Cómo se convence a un chaval de nueve o diez años de que no le hace falta un móvil cuando el resto de sus amigos ya lo tienen?
–Es que el niño no tiene que estar de acuerdo con nosotros. Se le dice que creemos que no es adecuado para él y, como yo tengo la responsabilidad, pues he tomado esta decisión. No todos los modelos de educación son iguales. Cada uno toma sus decisiones.
–¿Llegan tarde las limitaciones?
Pues sí, llegan relativamente tarde. Si ahora es necesaria, llega tarde. Chavales de esa edad han estado durante mucho tiempo usando servicios de la sociedad de la información. La novedad es que ya los están usando los niños de nueve y diez años. Otra cosa es qué efectos reales va a tener la limitación. La directiva europea obliga a las compañías a hacer un esfuerzo razonable en la verificación de estas cuestiones. Pero hay que tener en cuenta que no hay manera de verificar la edad de una persona. Este es el problema. La directiva no lo va a solucionar. Si acaso, pone un poco más el acento en la responsabilidad que pudieran tener los que trabajan con los datos. Pero si lo que se dice es que hagan un esfuerzo razonable, estamos de nuevo ante una política de autocontrol.
–Pero cuando hay tanto dinero en juego, el autocontrol y la buena voluntad sirven de poco, ¿no?
–Eso es. A las compañías se les dice: pórtate bien, que si no nos dejas en mal lugar y tenemos que legislar de otra manera.
–Díganos tres consejos básicos para los padres que quieren velar por la seguridad de sus hijos en Internet.
–Lo intento. A ver. Lo fundamental es compartir momentos de pantalla. El segundo consejo sería dedicar un poquito de tiempo a conocer un poco mejor las herramientas que manejan nuestros hijos. De lo que se trata es de generar confianza para poder influir en cuestiones de valores. Y, no menos importante, para que nos pidan ayuda cuando tengan un problema. En todos los problemas, depredadores sexuales o ciberbullying, por ejemplo, el denominador común es que no piden ayuda de forma temprana. Y para que pidan ayuda tienen que tener más cerca a los padres y tienen que tener confianza. Para eso, insisto, hay que compartir pantallas y conocer un poco su entorno. Y el tercer consejo clave es dar ejemplo. Nos estamos encontrando con padres y madres que precisamente no están dando el mejor ejemplo, empezando por ejemplo por el uso compulsivo del móvil. Cómo le va a decir un padre a su hijo que el móvil tiene peligros si él conduce contestando al WhatsApp, si se está jugando su vida, la de su hijo y la del de enfrente. ¿Con qué autoridad le va a decir ese padre a su hijo que el móvil tiene peligros? En esto no lo estamos haciendo nada bien. Este es un claro ejemplo. Otro claro ejemplo es cuando no administramos los tiempos: estamos comiendo en familia, pues se come en familia. En ese momento, como padre o madre, no necesito el móvil y no se acaba el mundo. Y otro ejemplo es lo que compartimos en Internet de la familia, de nuestros hijos… Cómo les vamos a pedir que no compartan esa foto o lo que sea si estamos contando nuestra vida y la de ellos en Internet sin pedirles permiso. Esas son las claves, compartir pantallas, conocer las herramientas que manejan nuestros e hijos y dar ejemplo.
–¿Usted es capaz de desconectar?
–Perfectamente. Igual soy un caso atípico, pero, por ejemplo, hay veces que hago una entrevista por radio, pongo el móvil en modo avión y tres horas después, me doy cuenta de que lo tengo silenciado. Y por las mañanas no quito el modo avión hasta que estoy en la oficina. Sin problema. Es perfectamente posible desconectar.
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