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El sospechoso fue sorprendido por la Policía Local de Granada cuando estaba llevando a cabo unas obras ilegales en una cueva del típico Cerro de San Miguel que no era de su propiedad. Para colmo, el 'laborioso okupa' guardaba en el interior de la gruta en cuestión cuatro gallos de pelea y una gallina, según la información facilitada por el portavoz de la Policía Local.
En este sentido, los patrulleros municipales pusieron al detenido a disposición del juez por la presunta comisión de un delito de maltrato animal, ya que las evidencias apuntaban a que los animales, todos ellos presentaban diversas heridas, eran utilizados para competir en combates clandestinos en los que los espectadores cruzan apuestas.
Además de la vertiente penal del suceso, los agentes denunciaron al 'okupa' por una supuesta infracción administrativa, toda vez que estaba realizando un movimiento de tierras dentro de la gruta sin contar con la oportuna licencia. De hecho, la cueva no era suya, según precisaron las fuentes consultadas.
Los uniformados de la Policía Local obligaron al hombre a que dejase de excavar de «inmediato» porque existía «un alto peligro de derrumbe».
Antes de abandonar el lugar, los agentes precintaron la cueva para impedir que fuera ocupada de nuevo.
En cuanto a las aves rescatadas de su cautiverio, fueron capturadas por los laceros municipales, y trasladadas acto seguido a una institución dedicado a la protección y el cuidado de los animales.
El incidente ocurrió recientemente durante una tarde de domingo en el Cerro de San Miguel, un sitio en el que es habitual que haya vigilancia policial para impedir el trapicheo de drogas o las obras ilegales. Fue una de las patrullas dedicadas a esos menesteres la que sorprendió y detuvo al sospechoso.
Se de la circunstancia de que hace unos días, la Policía Local detuvo en la misma zona, en concreto, en el barrio de Haza Grande, a dos vecinos que habían organizado una pelea de gallos en plena calle. Y la cosa que no quedo ahí. Al verse sorprendidos, los dos individuos escaparon y se refugiaron en una casa en la que había 210 plantas de cannabis, una huerta interior de droga que crecía alimentada por electricidad robada mediante enganches ilegales.
Los cuatro animales localizados en aquella otra operación fueron hallados por los patrulleros en una especie de torreta que coronaba la vivienda y presentaban lesiones. En la habitación también había una gallina.
Los arrestados fueron puestos a disposición del Juzgado de Guardia por la presunta comisión de un delito de maltrato animal, otro de tráfico de drogas y un tercero de defraudación del fluido eléctrico.
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