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CLÁSICA CRÍTICA

Juan Miguel Hidalgo demuestra su calidad en el estreno de dos obras en el Conservatorio

J. A. LACÁRCEL

Sábado, 25 de marzo 2006, 01:00

Siempre resulta un acontecimiento importante el estreno de una obra musical. Si como ocurre en este caso el estreno es doble, mayor importancia adquiere el evento y más si ambos estrenos llaman la atención por la calidad y el trabajo bien realizado. Porque hay que reconocer que Juan Miguel Hidalgo Aguado está en un estupendo momento creativo. Sin renunciar para nada a su personalidad y a su manera de entender la composición es bien cierto que lleva a cabo una evolución importante en su estilo. Hay una gran dosis de madurez en su trabajo creativo. Hay una seguridad, un creer lo que está realizando.

Y esa madurez se plasma también en la sabia utilización de los resortes tímbricos orquestales y en el adecuado tratamiento que da a los instrumentos solistas. Por ejemplo, el Concierto para oboe me ha gustado muchísimo porque sabe conseguir lo mejor del instrumento solista escribiendo una página difícil de interpretar pero al mismo tiempo envolviendo toda la obra en un hálito de intenso lirismo, en un recrearse en la belleza, aunando técnica y estética y alcanzando un resultado excelente. Para una obra de esta envergadura y de esta belleza formal hay que contar con un buen instrumentista y éste lo ha sido, sin lugar a dudas, Ramón Ortega, en un quehacer muy afortunado.

En cuanto al Concierto para guitarra bien puede decirse que en el mismo se dan idénticas circunstancias a las del concierto para oboe. Gran calidad técnica, cuidada y esmerada ejecución creativa y una belleza a la que nunca renuncia sino que la busca y la consigue gracias a su capacidad creadora y a ese temperamento artístico que posee Juan Miguel Hidalgo que brinda a la guitarra un papel muy relevante.

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