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VIVIR

Un clásico imprescindible

'El verdugo' (1963) es un excelente compendio de todas las virtudes cinematográficas del guionista Rafael Azcona, homenajeado en Málaga

JESÚS LENS

Viernes, 31 de marzo 2006, 02:00

El novelista Juan Bas escribía, hace unos días, lo siguiente: «Volví a ver ayer 'El verdugo', de Berlanga. Y por mucho que me la sepa de memoria, siempre hay algún detalle maravilloso del guión de Azcona, que se olvida». Es menester traer a colación estas palabras de Juan Bas ahora que, con toda justicia y merecimiento, el Festival de Cine Español de Málaga, acaba de premiar a Rafael Azcona por toda una carrera, modélica y envidiable, como guionista de cine.

De su pluma, acerada e irónica, han surgido algunas de las secuencias, diálogos y situaciones más memorables de la historia del cine español y 'El verdugo' (1963) es un excelente compendio de todas las virtudes de Azcona: mezclar el humor con la tragedia, hacer una furibunda crítica social de una forma aparentemente inocua, la entomológica caracterización de todo tipo de caracteres, los diálogos más cruelmente hirientes y a la vez hilarantes, etc.

«Si llega a durar la cosa cinco minutos más, no hubiera sido capaz de hacerlo. Allí no quedaba nadie más que la Guardia Civil y el cura. Todos se habían ido. Unos llorando y otros vaya usted a saber... Yo mismo estaba a punto de caerme al suelo».

El que así se expresa es Antonio López Guerra, de profesión verdugo, hablando sobre la ejecución de Pilar Prades Expósito (o Santamaría, dependiendo de las fuentes), la última mujer legalmente asesinada en España, en 1959, acusada de asesinato y cuya trágica ejecución sirvió de inspiración a Luis García Berlanga para el rodaje de 'El verdugo'.

Juzgada y condenada a muerte, pena que fue ratificada por el Tribunal Supremo, la última noche de Pilar Prades en prisión ha pasado a los anales de la historia más sórdida de España. Durante la noche que dio paso del 10 al 11 de mayo de 1959, todos los presentes esperaron que llegara el indulto de El Pardo, igual que había ocurrido anteriormente en situaciones similares, ya que, el hecho de ser mujer solía ser causa atenuante y suficiente para conmutar una pena de muerte.

Todo se desmadró

Hasta el verdugo estaba convencido de que llegaría el indulto. Pero, con las luces del alba, no había sonado el teléfono. Entonces, todo se desmadró. El verdugo comenzó a gritar que, o la ejecutaban ya, o él se iba. Pilar le insultó, preguntándole, a voces y desgarradoramente, que porqué la quería matar; pidiéndole, exigiéndole que pensara en su madre, que tuviera corazón.

El verdugo se hundió y fue necesario que le inyectaran un ansiolítico para que se calmara. La situación llegó a un punto en que, tanto la víctima como el verdugo tuvieron que ser arrastrados al patíbulo donde, entre gritos de inocencia, a Pilar le fue aplicado el garrote vil.

Hablando sobre su película, 'El verdugo', cuenta Luis García Berlanga, que, cuando un amigo suyo, abogado de Valencia, le contó la historia del ajusticiamiento de Pilar Prades, por una vez fue capaz de visualizar en su mente, por anticipado, una escena cinematográfica: un condenado a muerte, arrastrado al patíbulo por los guardias y, separados por unos metros, otro grupo de personas, conformado por el verdugo... y otros guardias que, igualmente, han de arrastrarlo a cumplir con su horrendo cometido. La sociedad, una triste sociedad que condena, es condenada y es obligada a ejecutar la sentencia.

Ese fue el punto de partida de una de las grandes obras maestras del cine español, 'El verdugo', un clásico imperecedero que, con guión del propio Berlanga y de Rafael Azcona, más de 40 años después de haber sido filmado, sigue siendo uno de los más ácidos, sarcásticos y preclaros alegatos contra la pena de muerte de jamás se hayan filmado.

Por ejemplo, prestemos atención al siguiente diálogo en que Amadeo, el viejo verdugo, habla con José Luis, su futuro yerno y aspirante a suceder al suegro en su macabro oficio:

Amadeo: Me hacen reír los que dicen que el garrote es inhumano. ¿Qué es mejor, la guillotina? ¿Usted cree que se puede enterrar a un hombre hecho pedazos?

José Luis: No. Yo no entiendo de eso.

Amadeo: Y qué me dice de los americanos. La silla eléctrica son miles de voltios. Los deja negros, abrasados. ¿A ver dónde está la humanidad de la silla!

Jose Luis: Yo creo que la gente debe morir en su cama, ¿no?.

Amadeo: Naturalmente, pero si existe la pena de muerte, alguien tiene que aplicarla.

'Caza de brujas'

¿Es posible decir más con tan pocas palabras? 'El verdugo', en tanto que producción hispano-italiana, fue seleccionada para participar en el Festival de Venecia, donde se llevó el Premio de la Crítica y su exhibición conllevó severos problemas para el gobierno de Franco ya que, sus intentos de entrar en la Comunidad Económica Europea chocaban con las ejecuciones que practicaba el régimen franquista de forma sistemática.

No es extraño, pues, que fuese calificada por algunos mandamases del gobierno como «la película más antipatriótica y antiespañola que se hubiese visto jamás» o que el embajador de España en Roma declarase, tras intentar prohibir su exhibición, que «la película me parece uno de los más impresionantes libelos que jamás se hayan hecho contra España; un panfleto político increíble, no contra el régimen, sino contra toda una sociedad. Es una inacabable crítica caricaturesca de la vida española».

Por eso, para su exhibición en España se mutilaron algunas secuencias, especialmente las que tenían al garrote vil como protagonista: una secuencia en que se escuchaba el ruido que hacían los hierros en la maleta del verdugo y parte de la preparación del garrote antes de la ejecución. Como consecuencia del rodaje de 'El verdugo', Luis García Berlanga no pudo volver a filmar en España hasta 1967, desatándose en el cine patrio una auténtica 'caza de brujas' en contra de todo lo que por entonces era considerado como políticamente incorrecto o, más adecuado a la terminología de la época, «antipatriota».

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