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FERNANDO DE VILLENA
Lunes, 24 de abril 2006, 02:00
«EL atraso de las ciencias en España en este siglo, ¿quién puede dudar que proceda de la falta de protección que hallan sus profesores?... son como los aventureros voluntarios de los ejércitos, que no llevan paga y se exponen más. Es gusto oírles hablar de matemáticas, física , letras humanas, a veces con más recato que si hicieran moneda falsa. Viven en la oscuridad y mueren como vivieron si señalasen premios para los profesores, premios de honor o de interés, o de ambos, ¿qué progresos harían! Si hubiese siquiera quien los protegiese, se esmerarían sin más estímulo positivo »
Habrá de perdonárseme esta larga cita, pero es tal su actualidad que no he podido menos de traerla. Las palabras son de José Cadalso y fueron escritas hacia 1774. Hoy, 232 años después, la situación de los profesores en nuestro país no es mucho mejor, por lo menos en lo que respecta a las enseñanzas primarias y secundarias. Hoy los profesores sufren ofensas verbales y agresiones físicas por parte de algunos alumnos y algunos padres de alumnos y la administración educativa por entera respuesta dice que se trata de casos aislados. Hoy los presupuestos para la mayoría de los colegios e institutos resultan insuficientes, aunque, eso sí, de vez en cuando se dota a uno de ellos por todo lo alto a fin de publicitar la supuesta excelencia de la educación española. Hoy, cuando un profesor que tiene la osadía de escribir libros es requerido por alguna universidad, instituto, Centro Andaluz de las Letras, Centro de la Generación del 27 o incluso Ministerio de Cultura, a fin de impartir una conferencia, tiene que solicitar para ello un permiso de asuntos propios no retribuidos. O sea: que al infeliz o la infeliz le cuesta el dinero.
Llevo ya más de veinte años ejerciendo la profesión docente y observo día a día el aire de prematuro vencimiento, de dignidad derrotada que presentan la mayor parte de mis compañeros. Todos ingresan en la profesión llenos de ilusiones, de ideas nuevas, de afán participativo. No tienen inconveniente en regalar muchas horas de su tiempo libre a los proyectos del centro donde trabajan. Pero el tiempo transcurre y la ingratitud y las humillaciones y la incomprensión les van minando el ánimo. En cualquier otro trabajo existe la promoción interna, en cualquier otro lugar se valora el mérito; aquí no se aprecia nada. Tras varias décadas dejándote la piel estás en el mismo lugar donde comenzaste o algunos pasos más atrás.
Se afirma que los docentes disfrutamos de muchas vacaciones, unas vacaciones que, por cierto, se nos recortan de año en año, pero quienes tal cosa afirman no conocen la tensión emocional que supone situarse un día tras otro en frente de varios cursos llenos de alumnos con toda su vitalidad. Ellos tienen siempre los mismo años; nosotros envejecemos. Y aquí no caben titubeos ni flaquezas. Cualquier problema personal ha de ser olvidado por completo antes de entrar a clase y durante toda la jornada. ¿Acaso es gratuito el elevadísimo porcentaje de enfermedades depresivas que se da en el profesorado?
Hace varios años, el premio Cervantes fue para el pueblo de Puerto Rico por su defensa del idioma español. ¿No merecen también este galardón todos los maestros y profesores de España? Pero, ¿quién se acuerda de ellos excepto para exigirles? ¿No merecen un gesto y mucho más que un gesto por parte de quienes gobiernan la nación y las autonomías?
232 años desde que se escribieron las 'Cartas marruecas'. Poco aprovecharon aquellas quejas; de nada servirán las mías.
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