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FERMIN ANGUITA
Domingo, 6 de agosto 2006, 02:00
MOTRIL se prepara para vivir la edición número 44 de sus Fiestas Patronales de Agosto. Una celebración relativamente joven que se instauró por decisión municipal y que pretendió desde sus inicios combinar la diversión popular con la incipiente proyección turística que se pretendió del Motril de la época. Además, las fiestas vinieron a erigirse en torno a la celebración religiosa de la Patrona, la Virgen de la Cabeza. Apenas veinte años después, la auténtica Feria de Motril, la de Octubre, sucumbía víctima de su propia decrepitud.
Hoy, todavía varias generaciones de motrileños mantienen ese vínculo emocional con la que consideran la «verdadera feria», concedida por Fernando VII en 1830 como 'Feria de Ganados' y que ya en la segunda mitad de siglo XX mantuvo un esplendor considerable. Esta fiesta vivió su última etapa centrada en el Paseo de las Explanadas, un enclave cuyo ambiente otoñal se recuerda por la elevada participación y calado en la ciudadanía, al margen del esmero que el propio Ayuntamiento ponía en los festejos. La iluminación central del paseo fue considerada la mejor de toda la provincia.
Sin embargo, el aumento poblacional de la ciudad y la inestabilidad climatológica de la época -se cuenta que la instalación del primer columpio era la señal para que comenzasen los diluvios de octubre- fueron mermando la participación y hasta el arraigo de los festejos. El propio alcalde de la ciudad, por entonces Juan Antonio Escribano Castilla, apuntó varias causas más de la decisión municipal de mantener las fiestas, pero instaurando otras mayores en agosto, porque «la población juvenil se nos marcha a Granada y no disfrutaba de las fiestas de su pueblo», además de considerarse que realizar la celebración en octubre no contribuía a realzar la imagen turística de una ciudad que en agosto comenzaba a recibir cientos de visitantes. Tal fue así que hasta 1981 se celebraron ambas con apenas un mes y medio de separación y con un desembolso económico incapaz de ser asumido por el Ayuntamiento. Los grandes espectáculos musicales fueron exclusivamente agosteños, mientras que la feria de octubre se limitó a mantener un ferial con casetas y columpios. Si esta feria tardó en morir fue porque el pueblo se resistió a perderla, sin más.
Mujer araña
Los años setenta fueron alegres, en ese sentido. Las dos fiestas, prácticamente iguales en cuanto a su forma, concluían con la procesión de la Virgen de la Cabeza, una y con la Divina Pastora la otra y se ubicaba el ferial en las Explanadas, utilizando la plaza Tranvía o la Avenida de Andalucía para instalar la verbena o las casetas de turrón. En aquellos años, las sencillas atracciones nos depararon sorpresas como 'la mujer araña' o 'el monstruo de Guatemala', que provocaban una expectación tal que la asistencia se desbordaba, presa de la propia ingenuidad. En cierta ocasión descarriló el tren de la bruja, sin daño para sus ocupantes; se quemaron árboles y palmeras a consecuencia de los fuegos artificiales del Cerro o descargó tal aguacero que mantuvo la feria de octubre cerrada una semana y hubo que prolongarla otra más... feria que, por cierto, fue pionera de la actual 'feria de mediodía', pues el recinto abría a media mañana los días no laborables.
A comienzos de los ochenta, fue tal la aglomeración y la presión vecinal, que el Ayuntamiento trasladó el recinto sobre el llamado Cercado de la Virgen, inaugurando, en 1981, la mejor feria de agosto que ha tenido Motril y que en la edición siguiente superó las 22 casetas. En ese mismo lugar, se celebró una corta y gris feria de octubre. Fue la última y pasó sin pena ni gloria para los motrileños.
En 1987 el lugar ya era también insuficiente para albergar la caravana festiva y el comienzo de las obras del Parque obligó a un nuevo cambio, esta vez a la zona de La Matraquilla, donde al concejal Nicolás García le tocó organizar una complicada época de festejos que concluyó en 1995 con el traslado del ferial a su actual enclave, el Cortijo del Conde, donde ese año la semana de fiestas fue un éxito y puso a prueba toda la capacidad organizativa del Ayuntamiento. La edil del área, Araceli Puertas, recuerda el esfuerzo que supuso el traslado y la ilusión del mismo, a pesar de la reticencia de la población que, pasada la novedad del primer año, comenzó a abandonar la costumbre de ir «a diario» a la feria.
Para los incrédulos, un dato que Antonio Posadas, Hermano Mayor de la Hermandad de la Patrona, subraya: La primera feria de Motril fue en abril hace más de doscientos años. Posteriormente se reconvertió en la de octubre y, hasta nuestros días, en agosto. Con lo que se supera en tiempo otras conocidas fiestas andaluzas.
Ahora se reabre el debate de un nuevo traslado del ferial. Será el momento ideal para involucrar en las fiestas a todos los estamentos sociales.
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