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Q. CHIRINO, A. MARTÍNEZ Y L. P. ARREBOLA
Sábado, 2 de septiembre 2006, 04:31
LA noche del 28 de enero de 1974, el alcalde de Granada, Pérez Serrabona, convocó en su despacho a los directores de los periódicos locales y a un grupo de reporteros. Eran las diez de la noche; Pérez Serrabona extendió un mapa sobre la mesa y abrió los brazos buscando complicidad. En la foto le delata ese gesto de suficiencia abrupto que debe de dar el poder.
En la calle, centenares de personas se manifestaban ese mismo día para evitar la tala masiva de árboles en la avenida de Calvo Sotelo. Por la ciudad, menesterosa de hazañas en el epílogo de la Dictadura, se extendía como una leyenda el gesto épico de Eulalia Dolores de la Higuera -quien después fuera concejala de Cultura-, de la que se comentaba que se había encadenado a los añosos troncos en señal de protesta.
«Fue una larga reunión, donde se habló amplísimamente del proyecto de reforma de la avenida de Calvo Sotelo. El señor Pérez Serrabona comenzó por decir que reconocía suya la culpa de que se hubiese organizado una campaña contra este hecho. 'Lo que no sé es hacer política con los árboles', comentó», recuerdan quienes estuvieron en el despacho de Alcaldía aquella noche. Ya habían empezado a cortarse, poco a poco, 430 'plátanos locos' para sustituirlos por plantas «más lozanas y bellas».
Con abrigos de paño y pantalones de campana, se manifestaban los más atrevidos en la todavía avenida de Calvo Sotelo, a poca distancia donde unos años antes habían muerto tres obreros de la construcción en la famosa huelga de 1970. «Aquellas movilizaciones fueron un desafío de gente que tenía cierta notoriedad y de cuatro o cinco personas influyentes en la vida pública en la Granada de aquella época», recuerda el periodista Francisco M. Perea, que recogió para IDEAL muchas de las crónicas de esas concentraciones que hoy se recuerdan con «nostalgia». «Todos tomamos partido ante el despropósito».
De actualidad
La tala este verano de los olmos de Constitución ha devuelto el espejo retrovisor a enero de 1974. Ese mismo mes, también se pudo viajar por última vez en tranvía a la Sierra. «Puede que los 32 años de distancia hayan sobredimensionado los acontecimientos», cuentan quienes los relataron. En aquella época estaba de gobernador civil en la ciudad Leyva Rey, que no ha pasado precisamente a la historia por su 'buen humor'. Seguramente, no permitiría grandes algaradas.
«Menuda polvareda ha levantado la tala de los 'plátanos locos' de la avenida de Calvo Sotelo», exclamaban las crónicas. Mientras tanto, Pérez Serrabona intentaba excusarse: «Me gustan tanto o más (los árboles) que a quienes, posiblemente sin la debida información previa, los defienden hoy a ultranza y lo hacen con razón».
Los 'plátanos locos' -que tenían 45 años- fueron sustituidos por otros 620 ejemplares de distintas especies. Todo lo justificaba la reforma que se iba a hacer en Calvo Sotelo para convertirla en una avenida más moderna: «Se ganará en velocidad y fluidez del tráfico en esta vía, que es la entrada y la salida de la capital. La supresión de cuatro filas de aparcamiento que hasta ahora existen, así como las vías tranviarias, permitirán una vía de aceleración y otra de servicios en las calzadas laterales, además de los cuatro carriles en la calzada central».
Dos días después de aquel encuentro en el despacho del alcalde, IDEAL publicó un mapa con la reforma de Calvo Sotelo, de donde desaparecía de un plumazo el amplio bulevar central para dejar sitio a los coches. 32 años después de aquella polémica, las obras por la nueva reforma de Constitución han precipitado la tala de algunos olmos a los que las máquinas han amputado las raíces. Lo que se pretende es todo lo contrario: recuperar el bulevar y cercenar espacio al tráfico rodado.
No fue premonitorio quien diseñó el proyecto de 1974. 430 'plátanos locos', con una edad media de 45 años, cayeron a plomo. En su lugar se colocaron unas enjutas farolas rematadas por unos globos redondos. Calvo Sotelo comenzó a conocerse popularmente como la 'avenida de los chupa-chups'.
quicochirino@ideal.es
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