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PEDRO TOUCEDA
Domingo, 19 de noviembre 2006, 03:41
En las puertas de los antiguos vagones del Metro de Madrid había varias leyendas con distintas recomendaciones para que los viajeros transitaran sin grandes sobresaltos por ese ajetreado mundo subterráneo de andenes estrechos y apreturas matinales. Pero, entre todos esos consejos, uno caló especialmente en los pasajeros: «Ante todo, mucha calma». El éxito de la frase, sin duda, atendía más a que podía extenderse a un amplio abanico de situaciones, que a su uso, pues ni antes ni ahora la gente deja salir antes de entrar en los vagones, ni guarda esa calma proverbial que se aconsejaba.
Desconocemos quién la ideó y si nació aquí o vino importada de otras metrópolis, pero, desde luego, ilustra perfectamente la esencia del movimiento 'slow', una tendencia que surgió en el ámbito gastronómico de la mano del italiano Carlo Petrini, hace 20 años, y que se ha ido extendiendo después a otros campos y a los países más dispares del mundo. Hoy cuenta con cerca de 90.000 seguidores en más de cien países.
Tras la publicación el año pasado del libro 'Elogio de la lentitud', de Carl Honoré (RBA), el fenómeno ha tomado un nuevo impulso. Lo 'slow' se ha convertido para algunos en una manera de vida alternativa que abarca desde la educación y la familia hasta las denominadas ciudades 'slow', donde la prisa y el agobio no son bien recibidos. Si uno aplicara la filosofía 'slow' a rajatabla, por supuesto que este reportaje se publicaría dentro de una semana o de un mes, como nos asegura alguno de los adeptos al movimiento con los que hemos intentado hablar «lo antes posible».
Para C. L. Claridge, de Slow Movement, una de las muchas asociaciones de esta corriente que existen en el mundo, «todo responde a la creciente insatisfacción que provoca la desconexión con nuestras raíces. La vida moderna nos ha provocado una ruptura en la conexión con nuestra comida, con nuestro cuerpo, con nuestra comunidad, con el lugar donde vivimos, con nuestro entorno natural... El Slow Movement es un movimiento informal para intentar cambiarnos la vida y para apoyar a otros que desean hacer lo mismo».
Sociedad del malestar
Aunque esta tendencia tiene un cierto aire utópico y proclama algunas teorías cercanas a la contracultura, sus seguidores no son 'hippies' hijos de papá que buscan nuevas experiencias, sino gente que se ha dado cuenta de que la existencia debe tener otro ritmo, otro 'tempo'; que, al final, la sociedad del bienestar se ha convertido en la del malestar porque nos obliga a necesitar cada vez más tiempo, a ir más deprisa.
«Hay muchos aspectos diferentes en el asunto de vivir despacio, y no sólo atañe a las comidas o a las ciudades, engloba más o menos todos los ámbitos de la persona y la sociedad... En este tema no hay nada establecido, cada uno aplica la filosofía 'slow' en función de qué quiere conseguir: para algunas personas es cuestión de reducir el ritmo cotidiano, la velocidad; otros buscan una conexión con el entorno natural, otros están más interesados en tener familias lentas... En concreto, nuestra asociación funciona por áreas dependiendo de la actitud de la gente que toma la iniciativa de reunir a otros en torno a estas ideas».
El movimiento 'slow' no está aún perfectamente sincronizado entre todas sus asociaciones y áreas de actividad. Quizá la excepción se encuentra en sus ámbitos más renombrados: gastronomía y ciudades. Slow Food organiza anualmente encuentros en diferentes países para degustar vinos y alimentos típicos de una región. Precisamente hoy se celebra uno en Huelva. En cuanto a las llamadas ciudades lentas, funciona una organización, Cittá Slow, que está formada por una red de lugares tranquilos cuyo modelo a seguir es la ciudad italiana de Bra.
También existen diversos colectivos que realizan pintorescas acciones en los ámbitos más diversos. Uno de ellos es el Take back your time que, cada 24 de octubre, convoca la surrealista jornada de los 'relojes caídos'...
Pero, ¿qué actividades desarrolla una asociación como Slow Movement? «Las actividades abarcan un amplio campo -asegura Claridge- desde sesiones informativas a cenas callejeras; pic-nics comunitarios, paseos por el bosque, días de juegos familiares, días de trueque... Hay una enorme variedad de acciones que puede organizar la gente», señala el responsable de este original movimiento.
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