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ÍÑIGO DOMÍNGUEZ
Miércoles, 22 de noviembre 2006, 03:36
Una gran polémica, increíble vista desde fuera pero que refleja muy bien cómo son las cosas en Italia, sacudió ayer el país tras la emisión del primer capítulo de 'El padre de las novias', una serie de la cadena pública RAI. Protagonizada por Lino Banfi, un actor muy popular e icono de los papeles bonachones y para todos los públicos, cuenta las tribulaciones de un padre que, al visitar a su hija en Madrid, descubre con horror que es lesbiana y se ha casado con una española, gracias a la ley de Zapatero.
Es muy gracioso cómo se representa España como una mezcla de paraíso de perdición y empanada de estereotipos, pues la novia ibérica en cuestión hace paellas y toca la guitarra. En cualquier caso el trauma de este buen hombre, agricultor del sur, es enorme. Pero al final se enfrenta a la sociedad tradicional de su pueblo, triunfa el amor y acepta a su hija tal y como es. En fin, un vodevil inocentón y plagado de tópicos pero que toca de lleno un tema tabú y vetado por la omnipresente sombra del Vaticano en los asuntos italianos: la aceptación de la homosexualidad.
'Zapaterismo' televisivo
Lo vieron 7 millones de espectadores de media, con una cuota del 34%, y fue el programa más seguido en la noche del lunes, pero ha destapado la caja de los truenos. Que Banfi, el actor que por excelencia encarna al italiano medio -en los 70 arrasaba con películas verduscas- acabe por acoger en su hogar a su hija lesbiana y a su pareja es como si la entera sociedad italiana lo asumiera como normal. Y se ha abierto la guerra. «No te reconocemos», ha dicho con pesar al actor la asociación de telespectadores católica Aiart, cercana a los obispos. El debate comenzó primero en las páginas católicas de Internet, siguió con la réplica de asociaciones gay y al final bajaron a la arena los políticos, que ayer dedicaron el día a discutir de la cuestión.
«No al 'zapaterismo' en televisión», clamaron diputados de Forza Italia, el partido de Berlusconi, que criticaba la emisión en hora punta y en un canal público. Lo ven como parte «de un esquema preciso de propaganda laicista». Por su parte, las formaciones de izquierda alabaron la serie, como símbolo del cambio de rumbo de la televisión estatal con el nuevo gobierno de Prodi. «Ha sido un magistral ejemplo de servicio público, útil a la comprensión de temas difíciles de afrontar», opinó Luxuria, el famoso diputado transexual.
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