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PACO SOTO
Sábado, 25 de noviembre 2006, 03:25
El socialista José Montilla fue investido ayer presidente de la Generalitat de Cataluña con los votos de los 70 diputados del tripartito, 37 del PSC, 21 de ERC y 12 de ICV-EUiA, en el Parlamento autonómico. Los 65 diputados de la oposición, 48 de CiU, 14 del PP y 3 de Ciutadans-Partido de la Ciudadanía, votaron en contra de que el líder socialista se convierta en el 128 presidente de la Generalitat y el cuarto desde el restablecimiento de la democracia después de Pasqual Maragall, Jordi Pujol y Josep Tarradellas.
Montilla presidirá un gobierno de 'Entesa Nacional pel Progrés' (Acuerdo Nacional para el Progreso) entre socialistas, independentistas y ecosocialistas e impulsará, según anunció, una estrategia basada en el desarrollo de políticas sociales, el crecimiento económico sostenible y la reordenación del territorio y no tanto en reivindicaciones de tipo nacionalista e identitario.
Montilla tomará posesión del cargo el próximo 28 de noviembre y sus consejeros lo harán al día siguiente. En principio, la primera reunión del Gobierno se llevará a cabo el 30 de noviembre. La segunda se celebrará el 5 de diciembre, y en ella se aprobarán los nombramientos del nuevo Ejecutivo autonómico. El nuevo presidente de la Generalitat agradeció «la confianza» recibida y sostuvo que se abre una «nueva etapa política en la que Cataluña puede ser un ejemplo para el resto de España».
La investidura de Montilla fue respaldada sin fisuras, como era de esperar, por las formaciones del nuevo tripartito, pero criticada por los tres grupos de la oposición, sobre todo por el líder de CiU, Artur Mas, quien disparó la munición de mayor calibre.
«Fe patriótica»
El dirigente nacionalista puso en duda la fe patriótica de Montilla, al que acusó de ser un mero «funcionario» que no demuestra «pasión por Cataluña» y carece de «ambición nacional».
Tanto es así que el presidente de CiU pidió a Montilla que cuide «el alma nacional» de Cataluña porque para dirigir esta comunidad no basta simplemente con la «pasión de servicio público» expresada por el entonces candidato a la Generalitat en la primera sesión del pleno de investidura. Mas sostuvo que Montilla, con su estrategia política, podría convertir la Generalitat en «una gestoría» y dar por acabada la «construcción nacional de Cataluña».
Por su parte, el presidente de ERC, Josep Lluís Carod Rovira, defendió el tripartito con firmeza porque su objetivo es construir «un nuevo catalanismo, de lluvia fina, de cotidianeidad y de construcción diaria y de autoestima de las cosas propias, porque el catalanismo no es patrimonio de ningún partido».
Por parte del PP, su presidente, Josep Piqué, no rechazó el consenso y hasta se lo exigió a Montilla para desarrollar el Estatuto, pero reprochó al nuevo jefe del Ejecutivo autónomo su falta de «coraje, nervio y ambición» para dirigir Cataluña, que vive «una implacable decadencia».
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