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Pena de muerte para las chumberas

Pena de muerte para las chumberas

La plaga de la cochinilla del carmín llega a Granada y arrasa las plantaciones de la Costa, Alpujarra y Contraviesa en su ascenso hacia el interior. Las plantas se secan y mueren tras ser atacadas por un insecto que se utilizaba en la fabricación de pintura de labios

JUAN ENRIQUE GÓMEZ Y MERCHE S. CALLE

Lunes, 3 de octubre 2016, 00:37

La tradicional imagen de laderas cubiertas por el verde intenso de las chumberas, punteadas con el rojo de los chumbos, ha desaparecido. En su lugar aparecen masas vegetales blanquecinas y negras, viscosas y semiaplastadas, como si un gran gigante las hubiese pisoteado sin compasión. Las poblaciones de esta cactácea que crecen en una gran parte de la provincia de Granada son presa de una plaga que las ha condenado a muerte. Las grandes extensiones de chumberas de las ramblas de la Contraviesa, los acantilados de la costa, los campos de cultivo y cortijadas de la Alpujarra Baja, son ahora residuos vegetales que habrá que talar y enterrar, porque no son útiles ni para reciclar como biomasa. La plaga ha llegado ya a Granada tras arrasar casi la totalidad de las plantaciones, cultivadas y silvestres, de las provincias de Murcia (donde se detectó por primera vez hace un par de años), Almería y parte de Málaga, en las que a pesar de que se dio la voz de alarma no se ha podido hacer nada para evitar la expansión.

El causante de la plaga es un insecto que se conoce como la cochinilla del carmín (Dactylopius coccus) que mide menos de cinco milímetros y que no ha llegado por sí mismo hasta las chumberas, sino que es parte importante de la explotación y uso que el hombre ha dado a esta planta, desde que fue traída de Sudamérica por los conquistadores españoles hace cinco siglos, tras descubrir que los indígenas cultivaban las 'tunas' o 'nopales' (la chumbera) para aprovechar un parásito que generaba un tinte de color rojo intenso, el carmín que se utiliza para pinturas de labios, y lo que ahora se conoce como ácido carmínico, El cultivo de chumberas como base para la explotación de la cochinilla del carmín se ha hecho en Europa, y especialmente en España, durante los cinco siglos que esta planta lleva colonizando territorios ibéricos, y aún se utiliza con esa finalidad, además de para el cultivo de sus frutos, los higos chumbos, que en algunos periodos ha sido completamente residual en comparación con la extracción de la cochinilla. En la provincia de Granada ya ha provocado graves pérdidas a los cultivadores de chumbos.

Desde hace unos años, la fabricación de carmín mediante compuestos sintéticos ha provocado el abandono de parte de esos cultivos y se ha dejado sin control a este insecto, de una gran capacidad de reproducción y voraz para las plantas de las que se alimenta, por lo que se ha convertido en una plaga que, poco a poco, ha afectado a cientos de miles de chumberas y ya se encuentra en una fase que los expertos consideran «imparable», sobre todo porque una gran cantidad de chumberas están asilvestradas y otras en propiedades cuyos dueños no pueden hacer frente a una campaña de eliminación y limpieza.

Las palas de las chumberas, también llamadas 'pencas', se llenan de pequeños puntos de color blanco, gelatinosos, que poco a poco crecen hasta tapizar casi la totalidad de la pala, los chumbos e incluso los tallos. En el interior de esa masa pegajosa viven las hembras de la cochinilla del carmín. Si se pasa un rascador sobre esa gelatina blancuzca, se torna de un color rojo carmín. Es el resultado de aplastar a los ejemplares de este atrópodo cuyo cuerpo posee una gran concentración de ácido carmínico.

Cuando las cochinillas han acabado con una planta, pasan a otra de forma inmediata. Las ninfas, los ejemplares recién nacidos, pueden vivir mucho tiempo y esperar a encontrar otro huésped del que alimentarse. Desde hace unos meses ha habido alertas del avance de esta plaga en Lanjarón y el Valle, el camino hacia el interior de Granada.

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