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EFE
Jueves, 1 de abril 2010, 10:00
El sargento colombiano Pablo Emilio Moncayo, liberado ayer tras doce años y tres meses en poder de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ha despertado mimado por su madre y anonadado por la tecnología y el calor de hogar. Así lo ha revelado su padre, el profesor de sociales Gustavo Moncayo, quien ha relatado a los medios colombianos las primeras horas en libertad del militar, quien cayó en poder de los rebeldes cuando tenía 19 años.
"Escuché que Pablo Emilio estaba conversando con la mamá (Estela), mirando fotos, cuchicheando sobre lo que ha pasado. La mamá lo estaba actualizando sobre cómo la gente le envía mensajes de cariño", ha señalado. "Desde el principio dijimos que el primer día es para la familia", ha dicho el educador al diario colombiano El Tiempo.
"Solo queremos estar juntos, es nuestro derecho", ha señalado Gustavo Moncayo, quien ha agregado que en una semana piensa regresar con toda la familia a Sandoná, a unos 800 kilómetros al suroeste de Bogotá, en la frontera con Ecuador. Además, ha revelado que ha expresado a Pablo Emilio su intención de emprender juntos un viaje a varios países "para agradecer" a quienes cooperaron de muchas maneras a su puesta en libertad. "Vamos a mirar cómo rehacemos nuestra vida, porque todo cambia mucho", ha indicado el profesor Moncayo, famoso por las travesías de miles de kilómetros a pie en Colombia y en otros países de América y Europa para reclamar la libertad de su hijo.
Encuentro con su hermana
Pablo Emilio está bastante "emocionado" y "sorprendido", sobre todo con la tecnología, las cámaras, los ordenadores personales, los teléfonos móviles y algunos juegos electrónicos que nunca vio en la jungla en la que fue rehén 4.480 días y de la que salió con 32 años. Pero otra alegría para el sargento ha sido conocer a su pequeña hermana Laura Valentina, de cinco años de edad y que, según el profesor Moncayo, será "en adelante su fuente de inspiración".
Orgulloso, el educador ha revelado que su hijo "parece que escribió muchos poemas en cautiverio". A Pablo Emilio también le gusta la música y por ello tras su retorno de la selva le han llevado "grupos de música llanera y folclórica, vallenatos (ritmo tradicional colombiano)" para celebrar una fiesta, ha dicho emocionado el padre del militar secuestrado el 21 de diciembre de 1997.
El llamado 'caminante por la paz' ha admitido que quiere muchas mañanas como ésta, cuando despertó y sintió mucha emoción al saber que ya su hijo estaba ahí, a su lado, junto a toda la familia. Es el mismo Pablo Emilio que en la pista del aeropuerto de Florencia, la ciudad sureña a la que llegó desde su prolongado cautiverio, cortó y arrojó al suelo la cadena que portó su padre en los últimos años, como símbolo del fin de una pesadilla.
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