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FRAN GAVILÁN
Jueves, 1 de abril 2010, 03:52
A sus 72 años, Enrique Padial esconde tras sus gafas oscuras una mirada donde la experiencia y la lucidez se unen como si formaran un solo ojo. Con 50 años de profesión, este pintor exhibe en la Sala Gran Capitán su recorrido por las más exquisitas avenidas del arte. Color y expresión llenan su colección hecha con tintes de sensatez o como el define, «con la coherencia de sentir al mismo tiempo con la cabeza y el corazón».
-Si los personajes que usted ha retratado durante cincuenta años saltaran a la vida real, ¿qué cree que le dirían?
-Acabas de preguntarme por el sueño de mi vida. Yo he comentado en varias de mis exposiciones que, si fuera millonario, trataría de buscar a todos los figurantes que pudiese. Los vestiría igual que mis personajes y en la inauguración de cada exposición saldrían todos formando una algarabía, unos cuerdos y otros locos, unos pobres y otros miserables, y todos soñadores. Este siempre ha sido mi sueño y me moriré sin verlo. Posiblemente, si esta ilusión se hiciese realidad, creo que todos mis personajes me abrazarían, y yo a ellos. Son muy amados por mí.
-En numerosas ocasiones ha sido definido como un 'sociólogo gráfico' o 'un escritor que pinta'. Al observar la sociedad actual, el mundo que nos rodea, la evolución o la involución de los nuevos tiempos, según se mire, ¿a qué nuevo lienzo se enfrentaría y qué criaturas dibujaría?
-Pintaría a mendigos y a locos. Yo pinto a los seres que la sociedad les ha negado todo y ha vapuleado. Y ellos tienen sus sueños y sus complejos. Yo visto a mis personajes con el ropaje de los que creen que han triunfado. Y a estas pobres criaturas lo único que les queda después de esta parafernalia de vestimenta magnífica es la nobleza de sus miradas y como de la necesidad surge su astucia.
-Si la pobreza agudiza el ingenio, ¿la locura llama a la puerta de la realidad?
-La locura es la realidad que hará que los hombres se salven. En la actualidad, vemos que la sensatez ha fracasado en el mundo con guerras, injusticias y terrorismo. Hay que volver a la locura, porque ésta es el poder de la imaginación revolucionaria del hombre que sufre.
-Usted que ha viajado por las exquisitas avenidas del arte a lo largo de su carrera, ¿cree que en la actualidad el artista vive o sobrevive?
-El artista siempre ha sobrevivido. El autor ha estado en manos de la verdad de su obra. Aunque la obra es la grabación de una gran mentira. Pero la pintura se hace desde el interior y el artista acaba dándose cuenta de que a veces puede sobrevivir por razones de azar. El ejemplo más claro es Vincent van Gogh. Él no sobrevivió ni a la luz que pintaba. Son muchos los que pintan y son cadáveres.
-Hoy en día, ¿es más fácil retratar a villanos que a héroes?
-Desde que salimos de la puerta de casa convivimos con villanos. Al primero que vemos es al vecino que vive al lado. En los héroes yo no creo, pero sí en el ser humano que trabaja honestamente. Ser héroe es un acto de cobardía. La propia irreflexión del personaje le hace convertirse en héroe y si lo pensara no lo sería.
Arte versus instituciones
- ¿La vida es puro teatro?
-Más que teatro es una gran mascarada. Hay muchas máscaras para saludar a las personas y más en esta tierra en la que hay mucho cobarde. Incluso la expresión 'me alegro de verle bien' tiene mala leche.
- Conforme pasa el tiempo, ¿el 'qué', 'para qué' y 'por qué' cobran mayor sentido en su vida?
-Ninguna de las tres. Porque ni sé lo que soy, ni por qué estoy aquí, ni tampoco hacia dónde voy. Me lo he preguntado muchas veces en un sentido reflexivo y no lo sé. Lo que realmente sí tiene sentido es el 'por qué no'.
-Elvis Presley es para muchos músicos la génesis de su inspiración. ¿Usted tiene algún referente en la pintura?
-No cabe duda. En todas las profesiones debemos tener la visión o la sabiduría para beber aguas cristalinas de manantiales que crecieron antes que nosotros. Tengo referentes como la pintura de Goya, a través de su desgarro, verdad y sensibilidad. Por el contrario no es el caso de Velázquez, ya que era un gran adulador de la Corte. Yo no admiro a ningún pintor, pero sí sé por dónde salen las fuentes de las que yo he bebido.
-¿Qué consejo daría a un artista joven?
-Que sea libre y que no deje de ser él mismo. Le recomendaría que no pintara para vender, sino para dar satisfacción a la necesidad interior que tenga.
-¿Cree que es necesario institucionalizar el arte? ¿Qué opinión le merecen las escuelas y academias de arte?
-No. La libertad expresiva no se puede institucionalizar. No debería existir un Ministerio de Cultura porque la cultura se gesta en la calle y en los estudios de los artistas. Allí es donde está la libertad y un artista no puede pegarse y doblegarse al poder. El hecho creativo está tan carente de método, causa y efecto, que no puede aceptar las instituciones. Las academias no sirven para nada. Los chicos y las chicas creen que de allí se sale pintor o escultor, y de este lugar sólo se sale capacitado para impartir clases. Hay un aforismo latino que reza que 'nadie se hace poeta sino nace'.
- ¿Somos libres realmente?
-No. En la actualidad no hay absolutamente libertad. Los hombres auténticamente libres, que los hay, se sienten verdaderamente postergados porque son molestos en una sociedad en donde todos están encadenados a algún interés.
-¿La evolución de su pintura retrata a la sociedad actual?
-Es que la sociedad actual no ha evolucionado. Contra Franco se pintaba mejor, al igual que se hacía mejor periodismo, porque se escribía entre renglones y esto ahora da igual. Lo único que he notado actualmente es que la excelencia tiene menos valor tanto en el arte como en la enseñanza. Yo pinto en mis lienzos lo que la sociedad ha incidido en mí.
- Tras 50 años de profesión, ¿qué le pide a la vida?
-Cuando estás a pique de 'llegar al Veleta', lo que le pides a la vida es encontrar una violeta de Sierra Nevada. Le he pedido a Dios que sea misericordioso conmigo para poder hacer el gran cuadro que hay dentro de mi cabeza y que todavía no he plasmado. Ahora estoy muy contento con la exposición en Granada.
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