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JUAN LUIS TAPIA
Miércoles, 26 de mayo 2010, 03:23
Leopoldo María Panero (Madrid, 1948), el poeta más maldito de la lírica contemporánea en lengua española, se encuentra desde el pasado viernes en Granada, donde presentará su última creación, 'Locos de altar', una selección de sus últimos poemas. Los responsables de la editorial Alea Blanca han conseguido el permiso para que el autor pueda abandonar unos días su residencia psiquiátrica canaria y pasear por las calles granadinas. «Prefiero la cárcel al manicomio, porque en las cárceles no hay crímenes mentales», confiesa el escritor.
«Vamos a un sitio en el que se pueda respirar», dice el poeta. Respirar en el personal e intransferible lenguaje de Panero significa fumar sin tregua, aunque deje a la mitad la mayoría de los cigarrillos. Además, bebe Coca-Cola a destajo mientras hilvana sus impresiones sobre la poesía y deja que las palabras le alcancen a la razón. En el bar se quita los zapatos y el jersey de cuello vuelto, inadecuado ante la cálida primavera granadina. «A ver si me dan el Premio Cervantes y me quitan la mancha», indica un tanto bromista. Con la mancha se refiere a que eliminen su fama de maldito. Es un auténtico disparadero de citas poéticas; mezcla a los autores franceses como Artaud con los españoles Machado y su admirado Vicente Aleixandre, entre otros. Y a los extranjeros los enumera en su lengua original.
¿Para qué sirve la poesía? «Para ganar dinero», contesta Leopoldo María Panero, a quien la crisis le resbala, «porque tengo dos pagas y recibo los derechos de autor de mis libros». «Hay quienes creen que soy un niño pobre y que tengo que pagarme la edición de mis libros, pero eso no es así», añade.
Dice que él no escribe, sino que en la residencia psiquiátrica en la que vive le dicta su poesía al escritor Félix J. Caballero, «uno de mis mejores amigos». Desdeña la llamada 'poesía de la experiencia', donde se encuentran poetas como Luis García Montero y Carlos Marzal, «porque yo escribo una poesía esteticista y la experiencia se refiere al marxismo, y no me gusta».
Federico García Lorca tampoco es uno de sus autores preferidos; al contrario: «No me gusta nada y detesto el 'Romancero gitano' y 'Poeta en Nueva York'». Salva de la obra lorquiana «los 'Sonetos del amor oscuro', porque es una obra muy difícil», comenta con cierta admiración. «¿Sabes por qué escribía Lorca contra la Guardia Civil? Porque le gustaban mucho los gitanos», explica en tono irónico. Más adelante, en el entorno de la conversación, no puede evitar recitar de memoria el poema que Machado le dedicó a Federico.
Elogio a Carvajal
Leopoldo María Panero ha sido encasillado como poeta perteneciente a los 'novísimos', un movimiento que surgió en los años ochenta y que se considera culturalista y esteticista. «Los mejores poetas de la actualidad son Antonio Carvajal y Pere Gimferrer, quien me dedicó uno de sus libros», sentencia. «El poemario 'Tigres en el jardín' me parece uno de los grandes libros de poesía», insiste Panero en su elogio a la obra del granadino Carvajal. «¡Ah!, se me olvidaba, uno de los mejores poetas y el que más me gusta es Guillermo Carnero», añade Panero al citar a otro de los más claros representantes de la lírica 'novísima'. ¿Qué quiere decir en su poesía? «Nada, no quiero decir nada, porque, como dijo Vicente Aleixandre, si hubiéramos querido decir otra cosa la habríamos dicho».
En las últimos tiempos reniega del marxismo, pero se resiste y confiesa ser un fiel defensor del «anarcoindividualismo, que es la única opción política que le queda al ser humano».
A lo largo de la conversación se repiten obsesiones, como en su poesía, donde no es raro que refleje versos reproducidos e incluso estrofas de sus poemas, pero en este caso se refieren a Jesucristo y a la Virgen María, «que fue la primera feminista». Suele contar chistes sobre el Rey Juan Carlos, «un hombre que me ha salvado en varias ocasiones la vida».
Tomás García, uno de los responsables de la editorial Alea Blanca, acompaña a Panero en su visita a Granada. «Le gusta mucho la ciudad y quiere quedarse más tiempo, pero precisa de atenciones y debe tener a alguien que lo cuide», comenta García. «A ver si el próximo mes de junio puedo ir a la Feria del Libro de Madrid, porque estuve el año pasado y me gustó mucho», dice el poeta. «Le di un beso en los morros a Joaquín Sabina y fue algo asqueroso», comenta a modo de broma el padre de todos los autores malditos hispanos. Su vida ha sido un peregrinar por los psiquiátricos. Leopoldo María Panero produce en los demás una sensación: la de que quizá sea el poeta más lúcido que existe y los demás seamos los dementes.
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