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ÁNGELES PEÑALVER mapenalver@ideal.es
Martes, 1 de junio 2010, 05:05
Un niño bien y un crío pobre, dos figuras de la literatura española de todos los tiempos, ambos muertos por defender el bando perdedor de la Guerra Civil española. Cada uno, a su manera. Y décadas después de su desaparición se celebra un congreso nacional para demostrar que aquellos poetas no se llevaban mal, pese a sus disimilitudes. «El primero de ellos, Lorca, creció en el bienestar de una casa acomodada, feliz y fácil, con un paisaje de fondo de campos abiertos y choperas, ríos, acequias y tierras feraces, y canciones de corro y juegos de niños, cuentos de pastores vegueros, retahilillas infantiles y guitarras...», explicó Mari Luz Escribano Pueo, catedrática jubilada de la UGR, en la conferencia inaugural de 'García Lorca-Miguel Hernández'.
«Éste último nace en Orihuela (Alicante), el 30 de octubre de 1910. Por lo tanto, era doce años menor que Federico y muy distinto también en otras cosas. Pero los une -y eso quiero decíroslo desde el primer momento- el amor a la libertad y a la gente», continuó Escribano, quien recordó que el autor de las 'Nanas de la cebolla' era hijo de un cabrero severo y con genio, y que pasó su infancia tras un rebaño de cabras.
Mientras que el autoritario padre de Hernández decidió que el futuro de su descendiente pasaba por ser pastor y no acercarse a los libros; el de Lorca le pagó su primera edición, 'Impresiones y paisajes', cuando Federico tenía sólo 20 años.
Esas son sus infancias. Miguel creció y acercó su palabra a la gloria de la escritura y a verter en sus versos su conciencia de hombre, hermano de la hermosura y la justicia, consciente, a veces, de su frágil condición humana. «Él, guerrillero, estaba incardinado en el pueblo, basta con oírle en los versos 'Déjame que me vaya madre a la guerra'», apostilló la conferenciante ante unos 300 asistentes, un tercio de ellos alumnos de secundaria de los pueblos colindantes con Fuente Vaqueros, lugar de nacimiento de Lorca.
El resto de público de este encuentro de 'Literatura y compromiso' -organizado por la Universidad de Granada y la Facultad de Ciencias de la Educación- son alumnos universitarios y profesores de primaria y secundaria de Granada. Todos los presentes arrancaron ayer la primera de las tres jornadas del congreso leyendo una carta de Lorca a Miguel Hernández, datada en 1933. En ella, se despide el de Granada del de Orihuela diciendo: 'Yo te comprendo perfectamente y te mando un abrazo mío fraternal, lleno de cariño y de camaradería'.
«No se llevaba mal con nadie»
«Federico no se llevaba mal con nadie, era un alma de Dios hasta con quien no debía. Entre estos dos poetas había una diferencia de edad, sencillamente. Es cierto que desde algunos miembros de la Generación del 27 miraban a Miguel como un muchacho rústico que despuntaba pero que no estaba cuajado, como alguien emergente», reseñó la autora de la conferencia inaugural.
Hernández -de quien se celebra actualmente el centenario de su nacimiento- «fue asesinado», según Remedios Sánchez García, directora del congreso. «Dejarlo morir en la cárcel fue eso, un asesinato», recalcó la profesora de la Universidad de Granada.
Tanto ella como Mari Luz Escribano destacaron la altura poética de aquel luchador y defensor del campesinado, alistado en el bando republicano, que dejó arañados sus últimos versos en la pared de la cárcel alicantina donde murió a los 31 años de tuberculosis: 'Adiós hermanos camaradas, amigos, despedidme del sol y de los trigos'.
Carta inédita
La carta que el autor de 'El hombre acecha' dirigió al escritor Pedro Pérez Clotet, muy influyente en Ronda (Málaga), pidiéndole ayuda para salir de España hacia Portugal, es un inédito que se conocerá en este encuentro, al que también han acudido ponentes de Murcia, Alicante, Málaga, Jaén y Córdoba, además de poetas locales.
«Federico García Lorca, que provenía de una familia acomodada, tuvo otra forma de comprometerse, más emboscada. Pero fue íntegro, no sólo por ir con la compañía La Barraca por todos los pueblos de España enseñando el teatro al mundo rural; sino porque recogió en sus obras las manifestaciones palpables de la realidad social», indagó Remedios Sánchez.
'El romancero gitano' y la trilogía 'Yerma', 'La casa de Bernarda Alba' y 'Bodas de sangre' reflejan el pueblo llano y en ellas se ve que el granadino no vivió al margen de la realidad, ya que escuchaba y denunciaba todo lo que tenía alrededor. Eso le valió la muerte, concluyó la profesora universitaria en el Centro de Estudios Lorquianos de Fuente Vaqueros, sede de las charlas junto a la biblioteca municipal y la casa natal del poeta.
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