Candice Swanepoel, el ángel del Mundial

Del Mundial de Rugby de 1995 -el deporte de los blancos en Sudáfrica- se recuerda la imagen de un negro. En su intento por unificar un país cortado en dos por el Apartheid, Nelson Mandela sorprendió al planeta vestido en la final con la camiseta de los Springboks, símbolo del poder blanco hasta entonces. Los tiempos han cambiado. Quince años después, el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, el deporte al que juegan los negros, tendrá la imagen de una blanca, rubia y de ojos azules, que se ha hecho famosa por vestir conjuntos de lencería. Mandela es hoy un anciano y ella está en la flor de la vida: se llama Candice Swanepoel, tiene 22 años y es la madrina del evento que está a punto de comenzar.

Candice es una de las modelos más cotizadas del país. Goza de unas medidas de escándalo, según los severísimos cánones de las pasarelas de hoy: 84-59-88. Dispone también de las discretas curvas de un felino del parque Kruger, una sonrisa angelical, un piercing en un pezón y un destino tocado por la suerte.

Candice no nació en Milán ni en Nueva York, sino en Mooi River, un paraíso de pescadores de río sembrado de granjas en la provincia de KwaZulu-Natal, en la costa índica del país. Comenzó a soñar pronto, casi con diez años, cuando se le ocurrió que sería reina de las pasarelas. «¿En este pueblo africano? Imposible», se decía su madre, Ellein Swanepoel. El destino le demostraría muy pronto que se había equivocado. Ocurrió cuando paseaba sus 15 años de escándalo por un mercadillo callejero de Durban y se cruzó con el éxito. Al ojeador de modelos Kevin Ellis, no se le escaparon sus movimientos entre la muchedumbre ruidosa que llena los rastros de África. «Era un bellísimo flamenco andando», recuerda su descubridor. Cerró una reunión con ella y su madre, luego visitaron un estudio, se hicieron unas fotos que inmediatamente viajaron a Londres y en 25 minutos decidieron dispararla al estrellato.

Mirada felina

Dicen los entendidos que la joven que agasajará con su sola presencia a la flor y nata del deporte y la política internacionales, mezcla la candidez de los rasgos que trajeron a Sudáfrica sus ascendentes holandeses y la fuerza salvaje de la tierra en la que creció. La aleación hizo que en la agencia Select London dieran una respuesta contundente: «La queremos aquí ya».

En unas semanas cambió el uniforme del colegio por las sedas de los diseñadores. Empezó con Dolce&Gabanna y al cabo de un año ya se levantaba por día de trabajo 4.000 euros. El cuerpazo de Candice y su mirada felina se consagraban en el olimpo de las diosas con su fichaje por los 'ángeles' de Victoria's Secret, el grupo de modelos que pasea su lencería por los cinco continentes. También ha posado para las sacrosantas portadas de 'Vogue' o 'Elle' y ha sido imagen de Nike y Diesel.

«Lo estamos invirtiendo todo en negocios a largo plazo», explica la madre cuando se le pregunta por la fortuna (en todos los sentidos) de la hija. Su 'pequeña' -mide 175,5 centímetros- sólo se ha comprado algunos zapatos, un iPod y poco más. Ni caviar en la cama, ni chihuahuas con collares de diamantes. A pesar de sus larguísimas piernas de oro, dice que sigue siendo una chica normal a la que le gustan sus amigos y la playa.

La mirada de la modelo promete ser una bomba de relojería para el estado de ánimo de los vestuarios. Dejará en pañales la polémica por la presencia junto a 'La Roja' de la novia de Casillas, Sara Carbonero. Más vale que las estrellas del fútbol mundial miren al balón y no a la madrina: la web de Candice advierte que no está soltera y que el novio en cuestión es un «orgulloso» soldado destinado en Irak.